Macroverso V Alternancia, inconstancia, inconsciencia e incoherencia

Por Javier Albizu, 25 Mayo, 2014
Fecha: La que gustéis.
Hora: Siempre/Nunca/En algún momento.
Lugar: Limbo conceptual.

Si aceptamos que todas las ideas provienen del mismo lugar, que el ser humano posee algo parecido a un imaginario colectivo, que estos dos conceptos existen en alguna parte; Éste sería el lugar marcado con la “X” (en el caso de que no lo aceptéis, esto no va a tener ningún sentido para vosotros)

Si nos vamos acercando a la “X” veremos como se van formando ante los ojos de nuestra mente, obviamente, una “X” más grande, pero una vez que nos hemos acercado lo suficiente como para no ver la gran aspa, nos adentraremos en un nuevo universo infinito (confinado dentro de una forma finita pero, hey, a mi no me miréis, yo no creo las normas)
Dentro de este universo subjetivo, las cosas no son como en el nuestro. Lo físico no sólo carece de espacio, sino también de sentido. La forma no es sólo innecesaria, sino que es imposible. El estatismo no existe; todo es cambiante y fluido. Todo es igual, pero igual no es lo mismo. Cuando se trabaja con conceptos, por lo general, tendemos a acabar con migrañas, liados y a no ponernos de acuerdo.
Ni siquiera los arquetipos resultan entes fiables. Mientras nadie diga lo contrario, la mente no es un sentido (y si algún día se reconoce como tal… pues seguiremos igual). Así que todo aquello que percibimos a través de ella no se acepta como valido dentro de nuestro fantabuloso, terrenal, delimitado y acotado “mundo real”

Ahí, en el centro de todo esta anarquía entrópica, se encuentra “Ella” (o “Él” para las chicas o las gentes de sexualidad divergente)

Miradla. No se trata de que no podáis dejar de mirarla, es que no queréis dejar de hacerlo.
Al contrario que el resto de criaturas que pululan por el plano conceptual, pese a que cada uno veremos algo distinto, pese a que algunos se hagan los duros, los de-vuelta-de-todo o los desengañados, todos percibimos, sentimos y esperamos lo mismo. Y no. No es “eso”, guarros (y si lo es, me parece que el texto que buscas está escondido debajo de tu cama, u oculto detrás de esos botes en el baño)

Aclarado esto, supongo que ya sabéis lo que toca. No, sigue sin ser “eso” (la X que corona esta entrada es meramente casual)

Hasta el momento, podríamos afirmar que su existencia ha sido muy agitada, ser el centro afectivo de toda una especia implica bastante ajetreo, pero lo lleva bien. Lo ha llevado bien hasta que nuestra querida entidades/concepto/arquetipo; “Ella”, se ve repentinamente arrastrada fuera de su ubicación.
Hasta que se ve obligada a atravesar dimensiones y realidades, mundos y continentes, para acabar en el mismo centro de los eventos que se producen en este pequeño Macroverso nuestro.

Como no podía ser de otra manera el paso desde el nivel conceptual hasta el plano físico, resulta una experiencia traumática, más aún cuando pasas de ser “Ella” a ser, simplemente, “una”. No se trata de una cuestión de ego, ya que los conceptos nunca han tenido opción de ser otra cosa. El problema es la adaptación a los rigores de la existencia corpórea.

Una de las principales complicaciones en este caso es la naturaleza eminentemente subjetiva del presente concepto. En los casos de otros conceptos, es probable que el paso a la materialidad sea un problema, pero no altera en exceso su esencia o su “misión”. En el caso que tratamos ahora, sólo hay esencia ya que la “misión” varía con respecto al cultura o la personalidad del receptor/idealizador del concepto. Cuando eres un reflejo de las aspiraciones de todo el mundo, el convertirte en el ideal de una única persona debería ser una tarea de lo más sencilla, pero parece que la lógica mundana no se aplica a nuestra invitada, y el paso de la esquizofrenia suprema a “simplicidad” del individuo parece llevarnos, en este caso, hacia la locura. De haber podido quitar las “aspiraciones sobrantes” quizás nuestra amiga habría podido salvarse de la perdida total de su cordura, pero el caso es que la personalidad resultante trata de ser una condensación de los deseos e ideales de toda la humanidad, lo cual no es posible según los axiomas que gobiernan nuestro pequeño, limitado e infinito Macroverso.

Pero obviemos esto. Miremos hacia otro lado y aceptemos de nuevo como ciertas las trampas narrativas de, aquí, el tahur de las letras que perpetra estos textos. Pero no desesperéis. No nos (y por “nos” nos referiremos a “me”) gustan los personajes locos o irracionales. Así que aceptaremos que “Ella” deja de ser la “Ella” universal, para convertirse, casualmente, en mi “Ella” personal. Así que me permitiréis que no la describa, ya que, al seguir siendo en mi cabeza un concepto abstracto, no tengo la menor idea de su aspecto.
Marcadas ya las directrices de este caso concreto, tenemos a “Ella” convertida en mi “Ella” (aunque al resto del universo sólo le parezca “una” y el lector se la pueda imaginas con el aspecto que considere conveniente) suelta y desorientada, aunque relajada y tramposamente cuerda en mitad de nuestra historia.
Quizás os preguntéis
¿Sabe la razón por la que está aquí?
Aunque no os lo preguntéis, esta sigue siendo una cuestión con una respuesta sencilla. No.
¿Han desaparecido, o es “Ella” consciente de que hayan desaparecido con anterioridad otras abstracciones del Limbo conceptual?
Para un constructo subjetivo, cosas como el tiempo, el espacio y la comida basura son materias irrelevantes a la par que complejas. Antes o después, ahora o mientras tanto, son conceptos con los que no se tienen que enfrentar. Así que, mientras no se termine de ubicar dentro de su nueva existencia asumiremos que no sabe nada de nada. Más adelante, cuando termine de aceptar el rol que se le ha asignado en esta historia, ya será otro asunto.

Mientras tanto, nos vamos a echar un vistazo al...

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Microverso

Saltó.
De nuevo el viento azotaba su rostro mientras descendía velozmente. Las corrientes le mecían haciéndole sentir que podría remontar el vuelo cuando quisiese. Él sabía que no era así, no podía volar, pero no le importaba. Sólo importaba aquella embriagadora sensación de ingravidez. Cuando dejase atrás las nubes, cuando pudiese contemplar la cercanía de su destino, sólo entonces se preocuparía. Hasta ese momento sería completamente libre de cualquier atadura.
- ¿Otra vez saltando al vacío? - aquel comentario no le pillaba por sorpresa - Mira que puedes llegar a ser cansino - pero no por ello dejaba de ser molesto.
Ignoró la voz y continuó cayendo.
- Vale, parece que hoy estamos en modo “ignorar todo” ¿De verdad crees que te va a servir?
Aún podía sentir como su cuerpo era mecido por las corrientes de aire.
- Y dale. Si quieres ponerte así, venga, analicemos esto. Saltó... ¿Desde donde has saltado?
- Eso no importa. Cállate y déjame tranquilo - Creía que, en aquella ocasión, sería capaz de ignorar a las voces de su cabeza pero, para no faltar a la tradición, estaba fracasando.
- En serio. Párate un segundo y analízalo el asunto.
- No hay que analizar nada. Esto es una fantasía. No hace falta que tenga sentido.
- Y como no es obligatorio que tenga sentido, haces todo lo posible para que no lo tenga.
- ¿Quieres dejarme soñar tranquilo?
- No. Esa es una de las cláusulas que acepté al firmar el contrato.
- Y como eres muy responsable, te lo tomas muy en serio, ¿no?
- No soy una persona, sólo soy un producto de tu imaginación. Corrijo, en realidad otro producto de otra mente, la del tipo de ahí arriba.
- Ya esta. Te ha costado un poco pero ya lo has soltado. Tenías que mencionar a vuestro puñetero “autor”
- También está en el contrato, ya sabes, para recordárselo a los lectores.
- ¿Lectores? ¿No soy el personaje de una película? Que decepción - trató de continuar con el descenso… hacia donde fuese, pero ya era inútil, el viento ya no le mecía, ya no era capaz de sentir la ingravidez (caso de que tal cosa fuera posible). Se había detenido - Al menos seré el prota.
- Tío. Que estas trabajando. Tómatelo tú un poco en serio.
- Pero si no hay nadie.
- Que aún no haya llegado “Ella” no implica que el resto del mundo no merezca el apelativo de “alguien”
- Esta tardando mucho, ¿no?
- Eso. Tú sigue ignorando lo que te digo.
- Tú ignoras mi pregunta, yo ignoro tu comentario.
- Comprendo. Para tu versión desfasada del concepto de amor romántico-trágico-e-inalcanzable con el que tanto le gustaba fantasear, esa chica sea un ideal. ¿Para qué arriesgarse a que otros te puedan causarte el sufrimiento y brusco dolor del rechazo, cuando te lo podía producir tú solito de una manera más controlada?
- Ya tendría que haber venido. Suele ser muy puntual.
- Y dale. Hoy estamos en plan autista.
- Ella no es “Ella”. “Ella” es un concepto abstracto, ella una persona real.
- Le podéis echar la culpa a vuestro “autor” por haberme dibujado así.
- No, tampoco es un tebeo.
- Lástima.
- Es ya te voy pillando el punto y me lo está poniendo muy fácil.
- ¿Perdona?
- Nada, que cuando me deis el coñazo, con echarle la culpa a vuestro “dios”, asunto resulto. Además, parece que hoy estas tú sólo ¿dónde se han metido los demás?
- Es verdad… No hay nadie más por aquí. ¿Hola?
- ¿No hay nadie más?
- Pues no.
- ¿Y cómo puede ser que no te hayas dado cuenta hasta ahora?
- Exigencias del guión, supongo.
- Porque, claro. Vosotros sois un producto de mi imaginación. No sois reales. No tenéis forma ni sentidos. Así que supongo que el mundo real lo veréis a través de mis ojos.
- Creo que pecas de un error de concepto. Vale, sí, de acuerdo, no somos reales. Pero tampoco lo eres tú. Nosotros somos un apoyo para el autor. Somos una especia de “narradores conceptuales” ya que estas historias no suelen contar con un narrador omnisciente. Nuestra tarea es la de transmitir ideas. Tratar de clarificar el punto de vista subyacente debajo de la historia que se esta contando.
- Para estas alturas ¿No me habríais dejado ya colgado para poneros a “hablar” con vuestro “Él”?
- Tras nuestra última conversación suponía que ya no habría más historias por estos lares, pero parece que ha cambiado de idea. Es más, parece que has salido reforzado con el cambio.
- Yuju ¿Voy a tener súper poderes?
- Igual te ha vuelto inmune a nuestra influencia.
- Venga, lánzame tu mejor golpe.
- ¿De que color es la ropa que llevas?
- ¿Que?
- Lo que oyes. Que me digas de qué color es tu ropa.
- Pues… mi ropa… es… ¡No me líes!
- No lo sabes.
- Claro que lo se. Lo que pasa es que esa pregunta es una estupidez. ¿Que pretendes demostrar con eso?
- Y dale. Pues te demuestro que no existimos. No tienes ojos con los que ver el “mundo real” porque el mundo en el que te mueves ni es real, ni existe.
- ¿Por qué no te vas a hablar con alguno de tus colegas de ahí adentro y me dejas tranquilo un rato?
- …
- Un poquito de silencio, por fin. Sólo falta que aparezca “Ella” y el día se podrá dar satisfactorio.
- ¿Lo ves?
- ¡¿El qué?!
- “Ella”. No tiene nombre. Has estado hablando con ese personaje. Te has enamorado estúpidamente de él (o, mejor dicho, ella) y ni siquiera sabes su nombre.
- Soy tímido… No se lo he preguntado.
- Es sólo un concepto. Si ahora te pregunto de qué color tiene el pelo, o los ojos. Si te pido que me digas cuantos años aparenta o cuanto puede pesar, no sabrías que decirme.
- … pues claro que sabría. ¿Cómo iba a enamorarme de …?
- ¿De una abstracción? ¿De un concepto ideal?

La puerta del Burger Prince se abrió y ambos dejaros de discutir. Pero no fue “Ella” quien había activado el detector de proximidad, sino un hombre. Podríamos tratar de describirlo, pero su apariencia carecía de la más mínima relevancia.

- Yo conozco a este tipo - Javi no sabía si el “tono de voz” de aquel ser de su cabeza era de sorpresa, temor, incredulidad, o todos ellos juntos.
- Ah, ¿sí? Pues a mi no me suena de nada.
- Normal, hasta ahora sólo había sido otro concepto. No debería estar en este plano de irrealidad.
- ¿Y quién es?
- En la mente del autor se llamaba Deux Ex. una abreviación mal escrita un poco más cómoda de usar que el ponerse a explicar el concepto. Posiblemente sea abstracción que más odia.
- Pues nada. Bienvenido sea. Igual es que ha decidido joderle la vida a otro para variar.

- Bienvenido al Burger Prince - Javi comenzó con el saludo en modo automático - donde el cliente es…
- Hola - el extraño le interrumpió. No parecía estar de humor para aguantar la perorata publicitaria. Es más, no parecía encontrarse en muy buen estado - Déjate de marketing y vamos al asunto. No se cuanto duraré por aquí.
- El asunto… ¿Tenemos algo pendiente usted y yo?
- Deja el numerito. Te acaban de decir quien soy.
- A ver, me han dicho un nombre (o algo parecido) de ahí a que nos conozcamos va un mundo.
- Había olvidado lo capullo que es este avatar.
- Dímelo a mi - la voz de su cabeza se unió a la conversación.
- Lo sé, lo sé. Al menos yo no tengo que soportarlo a diario.
- Hombre, metafóricamente hablando…
- Sí pero, aun así, no te envidio.
- Quita, quita. Bastante tienes ya con lo tuyo.
- Y yo que empezaba a pensar que este iba a ser un buen día - Javi dudaba sobre que era mayor; si el cabreo porque le estuviesen ignorado, o la sorpresa porque el extraño pudiese hablar con la voz de su cabeza - ¿Queréis que os deje solos? - decidió que estaba más cabreado que otra cosa. Ambas cosas le habían sucedido con anterioridad y, con el tiempo, la sorpresa por lo segundo iba mermándose poco a poco - ¿Queréis un café y un bollo?
- No, no. Si yo a quien venía a ver era a ti - la expresión de Deux Ex cambió de manera repentina. Su pose de charla intrascendente desapareció para traer de vuelta al aspecto desmejorado con el que había entrado en el local. Es más, a Javi le pareció que le iban surgiendo moretones y cortes por todo el cuerpo de manera espontánea. Como de costumbre, nadie más parecía darse cuenta de lo que sucedía ante sus ojos.
- ¿No tendrías que ir a un médico?
- No, hombre, no - el tono desenfadado de su voz contradecía el aspecto demacrado de Deux Ex - Como nos liemos a hacer cosas medianamente lógicas, igual termino por desaparecer, morir o lo que sea que toque hoy, sin tener tiempo de decirte el mensaje del día.
- ¿El mensaje del día? ¿Que eres, una galletita de la fortuna con patas? Anda, siéntate ahí mientras llamo a una ambulancia.
- Que no, ¡cojones! Que no tenemos tiempo para esas cosas. Que poco me gusta hacer las cosas tan mal.
- Tampoco te cebes con el chico, que para eso ya está servidor - la voz en la cabeza de Javi volvía al ataque - Ya sabes que tampoco es culpa suya.
- A ver, Mike.
- ¿Con quien hablas ahora?
- Pues contigo.
- Pero yo no me llamo Mike, soy una parte de ti mismo, no me puedes llamar por otro nombre.
- ¿Por qué? ¿Porque eso sería algo que haría un enfermo? ¿Un esquizofrénico?
- Vale, vale. Pillo tu punto de vista. Pero, ¿porque Mike?
- Estaba entre Johnny o Mike. Siempre hay algún personaje secundario en las películas con uno de esos nombres. He hablado, y ese ha sido el primero en salir.
- Ya te he dicho que esto no es una peli.
- ¿Te parezco alguien a quien eso le pueda importar una mierda?
- ¿Y ya está? ¿Así de repente te ha salido el carácter?
- Sí, ya ves como son las cosas.
- ¿No resulta un tanto forzado?
- Mira, estoy hasta el gorro de no poder cagarme en tus muertos sin que la mierda me salpique también a mí.
- Vale. Ya lo pillo, es cosa “suya”
- No, venga tío, no sigas por ahí, que íbamos medio bien.
- Pero es que es muy obvio. Eso de describirme simplemente como una voz en tu cabeza acaba por resultar reiterativo. Esta es la salida más fácil.
-
-
-
- ¿Qué? Has has terminado ya de hablar con “Él”
- No. Sigue sin querer salir por aquí. La verdad es que es bastante extraño.
- Hola - Deux Ex agito la mano ante los ojos de Javi - Sigo aquí - la mano se iba desdibujando poco a poco.
- ¡Hostia! - Javi retrocedió de un salto.
- Vale, ya voy a tener que hacerlo a toda prisa - Deux Ex no parecía sorprendido. Ni siquiera parecía que aquello de doliese. Tan sólo parecía levemente contrariado y resignado - Ella no va a venir. Ni siquiera está ya “aquí”.
- Ya se que no está aquí.
- ¡Cállate! ¡Cállate de una puta vez, y déjame hablar! - ahora si que parecía algo desquiciado - No he dicho aquí, sino “aquí” a ver si aprendemos a leer. No está en este universo - Javi abrió la boca dispuesto a decir algo, pero Deux Ex extendió el brazo para detenerle. Su mano ya no estaba, y el brazo parecía seguir el mismo camino, pero el gesto en sí fue bastante elocuente - No se te ocurra hacer ningún chitecito fácil de los tuyos ni ninguna de tus obviedades. No ha sido abducida, ni secuestrada ni nada por el estilo. Simplemente no está, y más te vale que empieces a buscarla porque, de lo contrario, tú seguirás el mismo camino.
- ¿Y por dónde empiezo a buscarla si no está en este universo?
- A mi no me preguntes. Yo sólo soy la excusa argumental para comenzar la historia. Si el autor se lo hubiese querido currar un poco habría creado un personaje para esta labor, pero como este microverso va a desaparecer ha preferido ahorrarse el esfuerzo.
- ¡Y dale con vuestro “autor”!
- ¡Y dale con la cabezonería del avatar de los cojones! Mike, más te vale que le convenzas para que empiece a mover el culo, o también os vais a ir a tomas por ahí.

Deux Ex terminó de desvanecerse. Lo ultimo en desaparecer fue su expresión de hastío.

- Joder, a ver dónde cojones voy esta vez - fueron sus últimas palabras.
- Ha desaparecido - Javi no sabía si sentirse aliviado por el fin de aquel pequeño incordio, o preocupado por el mensaje que le había dado.
- Sí. Muy teatral todo.
- ¿Y ahora qué?
- No sé. Tú mismo.

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Noche de sábado a domingo
Fecha irrelevante.
Mundo “real”

Nuestro héroe duerme (hecho este, por otro lado, normal, siendo como son las seis de la mañana, pero todo un logro a tenor de los últimos días)
Pero, para no desentonar completamente, Javi no duerme bien.
Sus ojos se abren y mira al despertador, un acto reflejo de lo más molesto pero que en este momento cuenta con un pequeño contratiempo. No es capaz de comprender los números, letras, o lo que sea que le esté mostrando aquella maquina infernal.
Mira a su alrededor y el paisaje, pese a resultarle remotamente familiar, no es capaz de ubicarlo.
¿Es su casa? ¿Quizás el vestuario del trabajo? ¿Está conduciendo la carretilla elevadora? Preguntas en teoría sencillas cuyas respuestas le eluden.
- Venga, que esta es una fácil - la sensación no le gusta y comienza a causarle una desagradable ansiedad que ya le es conocida.
Trata de centrarse. Cierra los ojos de nuevo y vuelve a abrirlos. Nada, continua siendo incapaz de enfocar los caracteres del despertador. Sobre la mesilla hay unos cds. Aquello debería indicarle que está en casa (en el trabajo no tiene mesilla... y tampoco una cama en la que dormir) pero su mente no es capaz de procesar la información.
Se quita de encima las sabanas y se levanta. Aquella acción tampoco sirve para aclararle su ubicación, pero sí para calmar la ansiedad.
Comienza a caminar por el pasillo, extraño, ya que no recordaba haber salido de la habitación. Las paredes parecen sólidas, pero mirando al suelo, ve que éste no está. Para terminar de definir el cuadro, al subir de nuevo la vista, las paredes se han hecho traslucidas. Camina sobre una especia de vació cósmico sacado de los delirios lisérgicos de algún colorista desquiciado. Pero este descubrimiento no le sobresalta y continua caminando durante horas por el pasillo que, pese a haber desaparecido, continua ahí.
No sabe si está vestido o en ropa interior. No sabe si está calzado o camina descalzo. No sabe si hay luz... pese a ser capaz de ver lo que se encuentra frente a él. Tampoco sabe dónde termina el pasillo, es más, no sabe si aquel pasillo tiene fin. Se limita a caminar sin avanzar, a vagar sin rumbo.
En aquel momento alguien atraviesa el pasillo (que, recordemos, no existe) de un extremo al otro. Camina a un ritmo pausado, pero Javi no ha tenido tiempo de reconocerle. Acto seguido, desaparece atravesando una de las paredes inexistentes.
Ahora Javi ya no se encuentra en el pasillo cósmico, sino en una habitación... igualmente cósmica, tremendamente similar a su habitación de invitados. En el suelo lisérgico de la estancia se encuentra Diana, su hermana. Aquello no sería raro (bueno, más raro aún) de no ser porque su hermana vive en Valencia. Sentada sobre el vacío estelar, Diana arranca los tablones que forman el suelo real de su casa. Al darse cuenta de que su hermano está ahí, alza la mirada, y le sonrió, pero no dice nada.
- Cojonudo - Javi no sabe si acaba de decir aquello, o sólo lo ha pensado - Estoy soñando.
No sabe a ciencia cierta si es consciente de que está soñando, o si sueña que es consciente de estar soñando. Lo que sabe (o sueña saber) es que, por la mañana, no habrá descansado nada, y los pies le molestarían después la infinita caminata onírica que se acaba de pegar.
No trata de hablar con Diana, al fin y al cabo, no es ella. Se limita a quedarse mirándola de brazos cruzados a la espera de que la escena cambie, o de despertarse.

Pero el despertar no llega, y la velocidad del tiempo pare ralentizarse por momentos. Su hermana continua sin decir palabra, él no tiene intención de interactuar con aquella proyección nostálgica y la paciencia se le va agotando a pasos agigantados (su contenedores de paciencia tienen una capacidad considerable, pero están notoriamente mermados por el cansancio de la jornada previa y el viaje a pata hasta aquella Valencia onírica)
Mientras su mente divaga sobre los pasos, su longitud y las distintas magnitudes que se podían medir con ellos, comienza a escuchar unas pisadas acercándose.
No es capaz de situarlas espacialmente y tampoco recuerda que sus pisadas, o las de su hermana, hayan producido sonido alguno. Pero aquello, a todas luces, resulta poco significativo.
Se da la vuelta. Si... lo que sea que se acerca es una sorpresa, obviamente tiene que venir por detrás. Pero donde antes se encontraba su espalda, sólo hay montones y más montones de nada. En ese momento una sombra le cubre. Proviene de la dirección hacia la que estaba mirando antes (y en la que ahora se encuentra su espalda) No recuerda que hubiese un foco o fuentes de luz que puedan proyectar alguna sombra, pero ya se está habituando a las cosas que suceden en este lugar. Resignado, se da la vuelta de nuevo.
Ante él (ahora sí) se encuentra la enorme figura de Unryl, uno de los múltiples personajes que ha creado para sus relatos. Como acostumbra a pasar con los personajes que crea, no tiene una imagen especialmente definida. Lo único que asocia a ese nombre es un personaje grande, lacónico, poderoso y apesadumbrado.

- ¿Sabes lo que te espera? - la pregunta no es que sea para lanzar cohetes, pero Unryl nunca ha sido especialmente locuaz.
- Sí. Otro lunes muerto de sueño.
- No - también le gustan los personajes crípticos pero, en momentos como este, odia de una menare muy especial este detalle en particular.

Le despierta, esta vez parece que de verdad, el sonido de su móvil. Su mano, en un acto reflejo, trata de agredir al despertador pero, por muchos botones que golpee, lo único que consigue es encender la radio o el CD, sin lograr que cese el molesto pitido. Sus ojos legañosos tardan un poco en localizar y dirigirse hacia la maquina que su mente sigue empeñada en acusar de la generación de esta sinfonía de ruido y dolor. Tras unos momentos de dolorosa ceguera, sus pupilas logran desencriptár el arcano código que oculta los números que le ciegan con su fulgor fosforescente.
Las seis cero ocho.
¿Ha dormido hasta las seis de la tarde?
Su intelecto desierta un par de segundos después que sus ojos. Son las seis de la mañana y no es el despertador lo que estaba sonando.
Torpemente se desembaraza de las sabanas que se anudan alrededor de su cuerpo y se incorpora sobre la cama. Sus manos tratan de buscar entre el amasijo que forman la ropa apilada sobre la mesa hasta que, por fin, da con el móvil. La pantalla le muestra un nombre: Sandra.
Una compañera de trabajo le llamaba un…
¿Qué día es?
Sábado. Bueno, ya domingo. Al menos dentro de un rato no tendrá que ir a trabajar.
Una compañera de trabajo le llama un sábado a las tantas de la mañana. Aquello no parece presagiar nada bueno.
- Dime – responde tras pulsar varios botones. Trata de poner la voz menos soñolienta de la que es capaz.
- ¿Te he despertado? - la voz de ella parece tratar de ocultar el pedal que lleva encima.
- Sí - el silencio se hace por unos momentos.
- ¿Estas ahí? - pregunta Javi.
- Sí… sí… Lo siento tío. Es que no sabía a quien llamar - parece apunto de echarse a llorar.
- ¿Qué ha pasado?
- Ese gilipollas estaba con la guarra de… y me dice… Pero ¿de qué va ese tío? Le he mandado a la mierda y he pensado… y con la que llevo encima prefiero no coger el coche, y como me dijiste que si alguna vez me hacia falta, pues eso, que te he llamado, pero no tengo ni zorra de donde vives. Ya se que es un marrón, pero no se que hacer ¡Ese tío es un cabrón! ¡Como me lo encuentre otra vez y me diga… ¿pero de que va?! ¡Le arreo tal patada en los huevos que meará por la boca! ¿No va el tío y me dice…?
- Sandra, Sandra - Javi trata de frenar el farfullar de su amiga, no es la primera vez que la ve / escucha en ese estado y sabe que va a comenzar a repetir la misma letanía otra vez pero aún más enredada, añadiendo más y más detalles y apelativos escatológicos - Calle Miguel Servet cinco, tercero c. ¿Dónde estas? ¿Voy a recogerte?
- No tío, que estoy cerca pero no me acordaba del numero. Estoy ahí enseguida – cuelga el teléfono.

Javi permanece sentado sobre la cama pensativo. Obviamente aquello no significa nada. Es más, él no quiere que signifique nada, aunque le una parte en su interior a la que trata de acallar estaría encantado si así fuese. Aquella chica le cae muy bien, pero más allá del trabajo apenas ha tenido relación con ella.
Pero aquello paree no importarle a su mente, que ha decidido irse de viaje y comienza a mostrarle imágenes de mundos donde ambos están juntos. La cosa cambiaba enseguida y él no era él, sino alguien que no se le parecía demasiado a él. Por su lado, ella si que se parece a ella, sólo que no lleva una cogorza del quince, ni habla como un camionero.
Durante unos minutos la parte lógica de Javi trata de luchar contra su imaginación pero, como de costumbre, pierde.
Se recuesta sobre la cama y se permite el lujo de aceptar, durante unos minutos, la felicidad falsa que le brinda su imaginación. Ya tratará de sofocarla cuando suene el timbre de la puerta. Trata de dormir. No sabe cuánto tiempo tiene antes de que llegue Sandra pero, entre la curda que parecía llevar encima, y que nunca ha estado en su casa, está convencido de aún le quedará un rato largo.
Aún así, por si acaso, no se atreve a dormir profundamente.
- Como si dormir profundamente fuese una elección - sonríe resignado hacia sí mismo mientras se da cuenta de la fútil del plan - Trataremos de dormir sin más.

Se imagina a sí mismo flotando en la posición del loto, en el centro de una esfera infinita en la que sólo existen él y el color blanco. La esfera se expande con cada uno de sus latidos. Más allá de ella se encuentran los pensamientos conscientes que se empeñan en mantenerle desvelado.
Pero no falla, también les acompaña el insistente pitido que aparece cuando todo lo demás se ha silenciado.
Las disquisiciones sobre la posibilidad de que algo sea esférico (o de cualquier otra forma, ya sea, o no, geométrica) a la par que infinito las dejará para las charlas con sus colegas de ciencias.
Vale, de acuerdo, el que algo infinito se expanda también era un contrasentido en su mismo, por mucho que matemáticamente sea posible. Pero aquello era otro de los pensamientos conscientes que tiene que estar más allá de la esfera blanca (que, pese a ser infinita y estar en expansión, no impide que el ruido de las ideas llegue hasta él)
Aunque, claro. Si ve que es blanca, también debe haber por ahí un punto de luz para iluminarla. Pero él se imagina con los ojos cerrados, así que tampoco debería ser capaz de percibir aquello.
Trata de mandar a paseo todas estas disquisiciones disquisiciones chorras, pero las muy condenadas se empeñan en rebotar por los limites de la esfera infinita, incordiándole una y otra vez. Parece que este plan tampoco funciona… una vez más.
Su universo infinito-pero-menos pasa, sin previo aviso, de tres a dos dimensiones. La esfera se transforma en un círculo y él parece un dibujo plano sacado de la viñeta de algún tebeo.
Ya no se fabrican los infinitos como antes.
El tamaño de la circunferencia se reduce por momentos, perdiendo su forma, comprimida por la presión de las ideas que la rodeaban. Mientras tanto, Javi extiende los brazos tratando de impedir el acabar aplastado por aquel, a todas luces, ineficaz campo protector.
- A la mierda - abre los ojos y miró al despertador. No ha pasado ni un minuto desde que los ha cerrado.

Se levanta y, tras ponerse la bata, se dirige al salón. Enciende la tele y el portátil. Cambia los canales de manera aleatoria hasta encontrar en alguno de algo que no sea la tele tienda; La reposición de una peli de acción de los ochenta. Hay cosas peores.
Abre los documentos que tiene con textos a medio escribir, y revisó el programa de mensajería. No hay nadie conectado.
Se sienta con los pies cruzados sobre el sofá y agarra una consola portátil en la que se pone a jugar al Tetris.
- Tantas cosas por hacer, y tan pocas ganas de hacerlas - se recrimina mientras las figuras se le acumulaban en la pantalla.

Está nervioso y no sabe el por qué. Bueno, sí que lo sabe pero esta es una reacción carente del más mínimo sentido. Al menos no lo tiene analizándola fríamente.
Como no puede ser de otra manera, esta sensación provoca una nueva andanada de preguntas y soliloquios mentales. Por más claras que pueda tener las cosas todo lo claras, esto no es razón para que su cabeza vaya dejar de darle la paliza con el asunto.
En fin. Deja la consola sobre el sofá y se imagina a sí mismo saltando desde algún punto indeterminado de la pared, y zambulléndose en su cerebro. Buceando entre sus neuronas llega hasta una habitación donde se encuentran varios de sus “yoes” sentados formando una circunferencia abierta. Hablan entre ellos de asuntos de toda índole. En cuando entra en la sala, se hace el silencio. En el centro haya una silla vacía reservada para él. Se adentra en el círculo sintiendo como la mirada de todos aquellos seres le siguen con impaciencia en su camino. En cuanto toma asiento, todos vuelven a hablar al mismo tiempo, pero ya no entre ellos, sino directamente a él.
Trataba de establecer un cierto orden en aquella cacofonía, pero no le hacen ni caso. Después de este primer fracaso, trata de filtrar las voces sin éxito, todas son la suya.
Toma aire mentalmente y se levantó dispuesto a irse, logrando por fin que se haga el silencio.
- Vamos a ver - le dijo una de sus voces - ¿A qué viene tanto alboroto? - esa debe de ser su parte lógica.
- Va a venir una chica - el comentario es demasiado genérico como para dilucidad de que parte de si mismo le está hablando ahora.
- Eso no deja de ser una suposición - de acuerdo, es su parte puntillosa, aunque también pude ser la tocapelotas o la pesimista.
- Asumamos que lo que nos han dicho es cierto - la lógica vuelve al ataque - Continúa sin tener sentido este jaleo.
- Los datos de los que disponemos nos indican que ha cortado con su novio – esto es demasiado aventurado para atribuírselo a la lógica, puede tratarse de la segunda voz que ha hablado antes.
- Eso es una suposición - la lógica contraatacaba. Pare que esta logrando imponerse. Eso es bueno - Carecemos de la información suficiente como para afirmar tal cosa.
- ¿Alguien sabe si tiene novio? - ¿Cotilla o Desesperado?
- Eso se encuentra fuera de los asuntos a tratar - muy bien, se dice. Dales duro, Lógico - No estamos interesados en ella.
- ¿Seguro? - esta pregunta no le gusta, su parte conformista entra en juego.
- Mientras no cambien las cosas, sí - la respuesta es demasiado críptica como para tratarse de Lógico. Alguien más entra en juego.
- Las cosas son así, especular es fútil - como le gusta escuchar esta voz.
- Muy bien ¿Puede estar ella interesada en nosotros? - vamos, ahora no, cuando la cosa parecía encarrilada. Esta voz tiene que estar de broma, pero no, son Desesperado y Peliculero hablando al unísono.
- Continúa fuera del tema que estamos tratando.
- Va a venir a nuestra casa - no, previsor, cuando ya casi estaba solucionado - Hay que tratar de prever y valorar todas sus posibles motivaciones y pensar en las reacción ante cada una de ellas.
- Y las razones que motivarían esas reacciones - lleva por aquí desde el principio, pero a Analítico le ha costado comenzar a hablar, pero no está sólo, detrás de aquellas palabras también anda Inseguro.
De reojo Javi ve a Desesperado preparándose para atacar.
- Es posible que ella quiera “vengarse” de lo que sea que le hayan hecho con nosotros - Peliculero se le ha adelantado, pero tampoco ha sido de mucha ayuda.
- Lógico, como vuelvas a decir “fuera del asunto” te arreo - sí, ahí está Desesperado.
- Pues arréame, pero no tenéis ninguna razón real para dedicaros a dar tantas vueltas - ahí, ahí, Lógico, con un par - Os estáis dedicando a marear la perdiz y fantasear.
- Vale, son unos bocas, pero tú estas negándote a aceptar que tienen parte de razón - y dale, de nuevo tan cerca, pero no, Analítico tenía que abrir la boca otra vez - Podría tratarse de una oportunidad para encontrar, por fin, una pareja - No, espera, es Conformista tratando de utilizar psicología inversa.
- Datos concretos: - Lógico vuelve a la carga - Nos ha llamado una compañera de trabajo. Nos ha llamado para pedirnos ayuda. Hemos aceptado ayudarla, así que le ayudaremos. Más allá de eso, el resto es especulación.
- Pero…
- Ni pero ni leches - vaya, por fin Correcto se ha decidido a aparecer - Como cualquiera de vosotros trate de aprovecharse del estado en el que aparezca esa chica, os las veréis conmigo y, Javi, ya sabes qué significa eso.
- Dejar de montaros películas - y Romántico le va a la zaga - Cuando surja la cosa, sea con quien sea, será de una manera natural y espontánea. Entonces dará igual todo lo que digáis. Yo hablaré, y asumiré el mando.
- Espero que no sea como la otra vez - piensa Javi para para sus aún más adentros.
- Eso no te lo crees ni tú - Conformista vuelve a la carga - Estoy hasta el gorro de tu tiranía. Nunca tienes los redaños para asumir control de facto, pero siempre estas tocando los cojones.
- ¿De verdad? - Romántico parece realmente cabreado - Estoy hasta las narices de Desesperado y de ti. Siempre tratando de buscar cualquier resquicio para debilitar la voluntad de Javi y hacer lo que os venga en gana.
- Eso es lo que quieres, ¿no? - y Desesperado se suma al ataque, otra vez - Que acabemos solos. Al menos nosotros tratamos de hacer algo para solucionarlo.
- Si, quejaros y no dejarnos tranquilos a los demás - parece que este comentario ha molestado a Correcto - ¿Qué más habéis hecho?
- ¡Ya basta! - a ver si esta vez Lógico zanja el asunto de una vez por todas - Sabemos o, podemos asumir con un alto grado de certeza y, a partir de los datos de los que disponemos, que esa relación no funcionaría.
Por unos segundos el silencio se apodera de nuevo de la sala. Unos escasos segundos de paz interrumpidos por el sonido del timbre.
La consciencia de Javi emerge de nuevo para asumir el control de su cuerpo y es este es el momento en el que sus preocupaciones e inseguridades aprovechan para bajar al estomago y alimentar al alien que trata de abrirse camino hacia el exterior. Mientras trata de acumular fuerzas se limita a abrir la puerta del portal sin preguntar, y se queda esperando la llegada del ascensor.
- ¿Por qué cojones estoy tan nervioso?
Como de costumbre, sabe cual es la respuesta a esta pregunta. En el remoto caso de que alguna de las voces de su cabeza que trataba de desoír tuviese razón ¿Será capaz de hacer lo que consideraba correcto si ella daba un paso hacia donde considera que no debe?
Se dice a sí mismo que sí, pero nunca se ha visto expuesto a esta hipotética situación con anterioridad. Al darse cuenta de lo peregrino de esta preocupación y lo improbable de la hipótetica reacción, no puede evitar el sentirse un tanto estúpido, pero el alien continua con el desgaste de su fauna intestinal.
- ¿Por qué me tengo que angustiar con estas chorradas?
El ascensor abre sus puertas, y de él emerge la criatura/entidad llamada Sandra. El pedo parece prácticamente extinto, porque su rostro, sobre todo, muestra odio.
- Hola - es todo cuanto Javi se ve capaz de proferir.
- Hola - el rostro de Sandra, repentinamente se ilumina mientras su expresión cambia hacía las facciones que él recuerda - Perdona este follón.
- Tranquila - Javi realiza un gesto caballeresco con la mano y se inclina invitándola a entrar - Tú pasa y descansa.
- Mira que eres bobo - Sandra se abraza a su cuello y, tras unos segundos, le da un beso en la mejilla. Javi, mientras tanto, se ve incapaz de conseguir que su cuerpo responda. Demasiados cálculos, demasiados vectores de aproximación, demasiados equívocos posibles. Para cuando ha trazado un curso de acción en respuesta a este abrazo, ella ya se ha soltado - Gracias.
- ¿Quieres pasar, sentarte y charlar un rato? - logra decir al rato.
- Casi mejor me voy a echar directamente. Ahora sólo estoy como para gritar y aplastar cráneos.
La acompaña hasta la habitación de invitados tratando de que no de demasiados tumbos. De repente parece frágil y desorientada. A punto de echarse a llorar de rabia.
- ¿Puedo abusar un poco más de ti?
- Prueba.
- Me puedes dejar algo para dormir. Mi ropa, ahora mismo, apesta un poco a cualquier cosa.
- Tienes una camiseta sobre la cama.
- Gracias. Hasta mañana - dice mientras cierra la puerta.
- Hasta mañana - responde él con una exhalación, mientras se dirige meditabundo hacia su habitación.

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