Macroverso IX Lluvia de marcianos

Por Javier Albizu, 22 Junio, 2014

Macroverso IX Lluvia de marcianos.

- ¿Así que esto es el mundo real? - ahora soy el prota se dice para sí Sarcástico/Mike/Javi Versión Z, ¿Cómo se supone que tengo que comportarme? ¿Tendré que convertirme en un ser lamentable como mi antiguo anfitrión?.
Decide que no, decide que todo se vaya a la mierda, pasa, pero pasar de estas preguntas imlica que su mente deja el camino a las siguientes. ¿Y ahora, qué? ¿Tiene sentido buscar a “ella” si él ya no es realmente “él”? ¿Le importa algo de todo esto?.
Descubre que llevar la voz cantante es algo más complicado que ser un mero recurso. Antes no tenía preguntas para sí mismo, sino para “el otro”. Preguntas para las que él ya tenía respuesta.
Trata de calmar su mente y centrarse. Si esto es el mundo real ¿debe respectar las reglas del Microverso? ¿Qué sabe de este lugar?.
Nada.
- Pues no me parece para tanto. Ya estamos aquí... todos, seamos quienes seamos. Ya hemos llegado ¿Qué me podéis contar? ¿Algún plan? - trata de parecer confiado, pero no sabe qué es lo que está transmitiendo a sus interlocutores. Mierda, si esto es lo que significa ser el prota, quiere dimitir cuanto antes.

- Poca cosa - dice el tipo que no está vendado - Mucho me temo que más o menos estamos como tú. Aunque esperaba estar equivocado y que nos trajeses noticias - una nueva decepción del nuevo mundo: Tipo listo no hace honor a su nombre. De repente sabe cómo llamarlo ¿por qué?. No, definitivamente, esto de las preguntas sin respuesta no le gusta nada. Bueno, al menos él no es el único que se encuentra perdido. Aunque ahora se siente algo estúpido por buscarse un consuelo tan inútil.
- Pues estamos buenos. Supongo que aquí, el amigo Akhenatón tampoco tendrá mucho que agregar.
-
- Vale, tampoco te hernies intentándolo - Javi hace ademán de protegerse cuando Tipo Duro comienza a caminar hacia él. Al menos alguien si que parece merecedor de su apelativo - Tampoco te pongas así.
- Tienes que entenderle, aparte de tener el cuerpo completamente abrasado, también tiene la traquea destrozada tras el incendio y no puede articular palabra. Me sorprende que sea capaz de andar - Tipo Listo parece salir en defensa de ambos - Así que comprenderás que no es muy conveniente sacar ciertos temas.
- ¿Incendio? Parece que me he perdido la parte divertida – se dispone a hacer un chiste sobre gente “quemada” pero, aparte de que iba a tratarse de un juego de palabras muy simplón, prefiere no arriesgar su anatomía.
- Tampoco te creas, efectos secundarios de una trama terciaria. Poco más.
- Entonces, está aquí para...
- Hace un momento lo sabía, pero cada vez veo las cosas menos claras. Supongo que algún plan tendrá “el de arriba” para él.
- Yupi - no trata de disimular la desgana en su voz - Con lo que me gustan las sorpresas. De todas formas... ¿no se supone que “el de arriba” ahora es el de “aquí al lado”?. ¿No estamos en su mismo nivel de existencia?.
- Buena pregunta... no lo sé, pero creo que así es.
- Entonces ¿no debería ser libres para hacer lo que nos rote? ¿No se invalida la historia en la que estaba incluido antes?
- De nuevo, buena pregunta.
- Pero no tienes ni idea de su respuesta.
- Efectivamente.
- Me parece que cambiar tu nombre por el de Tipo Inútil.
- No tengo nombre, nunca lo he necesitado.
- En fin ¿Puedes aportar algo, o lo mismo me da empezar viaje sin vosotros?
- No puedo retenerte. Por ese lado eres completamente libre de hacer lo que quieras.
- ¿Quién me mandaría a mi meterme en esto?
- Si te gusta la certidumbre, no has elegido la mejor historia en la que embarcarte.
- Sí, claro, estar aquí ha sido mi elección.
- Y eso que aún estamos un poco entre dos aguas, según pase el tiempo y te vayas adaptando a esta realidad tendrás una idea menos global del conjunto de la historia, y serás más una pequeña parte de ella.
- Por ese lado no tengo problema, no tengo ni puñetera idea de qué pinto aquí. Lo único que tengo claro es que “el otro” tenía que querer buscar a “ella”, pero no sé si a mi me apetece demasiado.
- No te engañes, aquí poco pintamos cualquiera de nosotros. Sólo somos... sólo somos...
- Menos que nada. Bueno, sólo somos uno más.
- Como te iba diciendo...
- Así que estamos tú y yo solos para investigar.
- Eso me temo.
- Y no tenemos nada mejor que hacer que buscarla.
- Al menos eso suena como un comienzo.
- ¿Alguna idea sobre por dónde empezar?
- Por lo general, estas cosas solían comenzar con un sueño, pero parece que hemos pasado el umbral de un ciclo para pasar al siguiente.
- No sé, noto como un cierto deja vu. Como si esto de las chorradas crípticas y sin sentido fuese una constante (lo cual me repatea bastante)
- Te acabarás haciendo a ello.
- Vale, ¿Por dónde empezamos?
- Te puedo decir lo que he averiguado, o lo que de recuerdo de mi anterior existencia, acerca de nuestra situación.
- Vale, ponte a ello, pero tampoco repitas nada que se haya dicho antes, que hay cierto tipo de reiteraciones que no me van.
- De acuerdo, resumiendo: Estamos en una ciudad llamada Pamplona. Se supone que estamos en medio de una fiesta, (lo cual deduzco por el alto porcentaje de gente cercana al coma etílico y la “uniformidad” en la vestimenta “pintoresca”) - se echa la mano al bolsillo - No tenemos dinero - iba a utilizar la expresión “ni un duro” pero no tiene claro cuál es la moneda local - Confío en que, si nos arrimamos a alguna cuadrilla de “alegres pillastres”, podremos mimetizarnos como parte de ellos y que nos inviten a comer algo que no superará los mínimos controles sanitarios. El asunto de la mimetización aún es una teoría aún por validar, la segunda parte, la del riesgo implícito en comer algo que se les sirva en según que sitios, lo da como algo más bien cierto.
- Casi que preferiría ahorrarme esa parte y acabar cuanto antes. No me apetece quedarme demasiado tiempo por aquí.
- Bien. Puntos a favor: Si hemos aparecido aquí, supondremos que es aquí donde tenemos que buscar a nuestro objetivo.
- Nuestro objetivo. Ni que nos la fuéramos a cargar.
- Continúo con nuestro último punto a favor
- ¿Sólo dos?
- Deja de interrumpirme: No es una ciudad grande.
- Por poco grande que sea, buscar a una persona que no conoces, en un lugar que tampoco conoces, atestado de gente ajena al lugar, yo diría que lo llevamos crudo.
- Me has quitado los puntos en contra que me disponía a enumerar. No sé qué me da que ahora mismo la cantidad de gente que no es de la ciudad duplica a los nativos.
- ¿Qué es esto, un vórtice dimensional? ¿Esta gente no tiene vida en sus puñeteras ciudades?
- Yo no utilizaría la palabra “vida” para describir lo que nos rodea.
- Hala, alegría. ¿Entonces, qué? ¿Empezamos a encuestar guiris aleatoriamente?
- Por supuesto. Podríamos empezar con algo sencillo. Algo como: Buenos días, ¿me podría decir si ha visto a una mujer a la que no puedo describir?
- Vete a la mierda - empieza a comprender a... a... a alguien, pero no es capaz de recordar a quién. No, definitivamente, esto no es un buen comienzo.

**********************

El lunes no ha ido mal. La verdad es que no ha estado nada mal.
De acuerdo, para ser completamente sinceros, el comienzo de la mañana ha sido un tanto extraño. Por un lado, Sandra no ha aparecido por el trabajo, lo cual tiene su lado bueno, y su lado malo.
Por el lado malo, está el sentimiento de culpa ante la posibilidad de que la enfermedad que ha aducido como razón para no ir sea mentira, y que la auténtica razón sea que no quiere verle a él. Por el lado malo, también, está el que se alegra un poco de ello, ya sea verdad o mentira. Por el lado malo, de nuevo, que se siente como un capullo integral por alegrarse de ello, aunque sea un poco.
Por el lado bueno... Mierda, no hay lado bueno. Vaya, el lunes está empezando a normalizarse.
Javi, el centro del universo, ataca de nuevo.
Posibilidades como que esa enfermedad sea cierta, que el domingo se hubiese agarrado una parecida a la del sábado, o que descansase en la cárcel por haber asesinado a su cuñado se pasean por su mente, pero su ego y sus ansias auto-flagelatorias han optado por descartar estas últimas opciones (aunque a la tercera le da alguna que otra vuelta por la cabeza, aderezándola con la presencia de mutantes, derrumbamientos de muros, salvamentos in extremis, ninjas y ¿por qué no? asesinos pontificios)

Por fin llega al (a un) lado bueno: Está el sentimiento de relajación (no exento de culpabilidad) al llegar al trabajo y enterarse de que no sería un día incomodo (al menos no en ese aspecto). Pero pronto se da cuenta de que no, eso puede hacer que se sienta algo mejor, pero que no lo convierte en una buena persona.

Como era de esperar en un lunes de San Fermín, el curro ha brillado por su ausencia. Cuatro camiones a descargar en los muelles y poco más.
Así que ha aprovechado para apropiarse de unas cuantas hojas de reciclaje de las amables señoritas de la oficina mientras se preguntaba ¿será alguna de estas Silvia? , y las ha pintarrajeado tratando de hacer dibujos (con escaso, por no decir nulo, éxito) para que, finalmente, acabasen en la basura. Para completar la mañana, y ya que estaba por la labor, también se ha dedicado a pulir algunas de las historias que han tenido a bien en ir apareciendo y ponerse a dar vueltas por su cabeza.

El camino hacia casa se prometía igualmente tranquilo. No hacía demasiado calor, no había mucha gente a la que esquivar, y la música que iba sonando de manera aleatoria por los auriculares era la que le apetecía en aquel momento.
Entonces le ha venido a la cabeza. Todo esto es demasiado bueno. Tiene que estar durmiendo, y se acaba de dar cuenta, así que no pasará mucho tiempo antes de que empiecen a suceder cosas raras (o no tardará en despertarse. Lo única duda es que pasará antes)
Pero no. Para su alivio temporal, no está durmiendo (lo cual no es óbice para que lleguen las cosas raras)
Se para en un semáforo, y comienza la fiesta.
La primera cosa, rara, lo que se dice rara, tampoco es que lo sea. Parada junto a él, se encuentra “ella”. La chica que vio ayer mientras volvía para casa (y que, ya sea en primer o segundo plano, no se ha podido quitar de la cabeza desde entonces).
No sabe por qué ha mirado para ese lado (bueno, en realidad sí que lo sabe, pero en este momento le entra una duda estúpida) Con lo tranquilito que estaba mirando hacia adelante.
Basta un segundo, menos tiempo aún que el que le dedicó en la anterior ocasión, y ya comienza de nuevo a activarse el mecanismo que da inicio al bailoteo de la caballería cosaca (caballos incluidos) en su cabeza.
Pero es que, esta ¿mujer?¿chica? es tan... tan...
No es nada, no la conoces, mira hacia el frente. Ya vuelve con la tonadilla.
Ella no es nada. Debería serlo, al menos para alguien que no la conoce, pero no lo es. No, y no es la mera atracción, es algo más.
Vamos a ver, sólo es una chica (muy) guapa. Otra desconocida más, como las hay a millones en el mundo, como otras tantas que ignora día a día. Pero esta mujer tiene algo...
Irr... no, no empieces con la palabra. No tiene “algo”.
¿Seguro?
De acuerdo, igual lo tiene, pero sólo para aquellos que la conocen, que no es tu caso.
Que sí, que sólo es una (otra) tía.
Que no la mires.
Ahora no la estoy mirando.
Que no pienses en ella.
Trata de no pensar en ella. Que las voces de su monologo interior se callen, pero sabe que no va a conseguirlo.
- Vamos a ver - gira su mente hacia su interior y trata de que haya paz - Estoy en ello. Dejadme tranquilo con el asunto y puede (sólo puede, tampoco prometo nada) que me concentre lo suficiente como para dejar de pensar en ella.
Esto es mentira, lo sabe. En cuanto se callen esas vocecillas la cosa va a ir a peor. Empezará a cuestionarse lo divino y lo humano.
Que si no debes mirarla porque es una perdida de tiempo y no vas a volver a verla (tampoco vas a pararte a hablar con ella ¿para qué?)
Que si no puedes pensar en una relación (¡UNA RELACIÓN!) basándote únicamente en la apariencia de una persona. Pero no se trata de su apariencia.
Que tienes que ser ecuánime con tu atención hacia los demás (¿pero quién cojones te crees que eres?) que si no los conoces (¿y así como pretendes conocer a nadie?) o los ignoras a todos o les haces a todos el mismo caso (¿Pero tú te escuchas?)
Que si fuese un tío no le harías ni caso. Triste pero obvio (¿triste? ¿por qué?)
¿Por qué no puedes ignorarla?
Le cuesta un poco, pero se da cuenta de que ya está haciendo todo eso que se dice que no quería hacer. Que le está dando vueltas y la cosa parece que aún va a ir para largo.
Así que ya sabe lo que toca.

Vamos a ello.

Un rayo golpea el suelo justo a su lado. De no haberse apartado en el último momento ahora sería un pedazo de churrasco muy hecho.
Mirando al cielo, ve que un nuevo rayo se dirige hacia ella. De un salto la aparta de su trayectoria para recibir él el impacto, pero de poco le sirve (¿a qué velocidad se mueven esos rayos para que él pueda anticiparse? No importa, esta historia no va de eso). Un haz tractor está izándola ¿Quien está haciendo todo esto, y qué quiere conseguir? ¿Quiere matarle a él, o a ella? ¿Quieren matarla o raptarla?
Tras levantarse dolorido, sus piernas le impulsan de un salto hasta lo alto del semáforo, sólo para apoyarse, ganar inercia y llegar hasta lo alto de una farola. De ahí a la barandilla de un balcón cercano, para rebotar en él y poder llegar a lo alto de uno de los edificios donde toma impulso para el salto final que le eleva hasta las alturas.
Mientras vuela no sabe qué le espera en su destino. Al cruzar las nubes aún no lo tiene decidido ¿Dioses o extraterrestres?
Venga, extraterrestres. Se protege la cabeza con los brazos y se prepara para el impacto. Contacto. Con la colisión crea una brecha en el casco metálico de la nave al atravesarlo.
Una ves en el interior, duda. Igual mejor dioses.
Golpeado por los rayos del sol, ahora más cercanos, avanza por la cima de esta montaña.
Aunque... igual mejor extraterrestres.
El aire viciado de los pasadizos que recorre se ve sacudido de vez en cuando por pequeñas descargas de estática. Por suerte, las abundantes sombras que lo cubren todo le ayudan a esconderse de las patrullas que la custodiaban.
¿Y cómo me aclaro para llegar a donde sea que la tienen encerrada? No quedaría muy lógico (¿lógica?¿aquí?) que pudiese entender lo que dicen o ser capaz de leer su escritura.
Venga, vamos a volver a lo de los dioses, y no nos complicamos demasiado.
Allí estaba ella, suspendida en el aire delante de sus hermanos.
¿Por qué la han traído?
Tratan de arrebatarle su poder, es una deidad rebelde que ha preferido vivir entre los hombres, pero el panteón necesita de sus dones.
Sí, definitivamente, los dioses son una elección mejor.
Carga entre las filas de los titanes arrebatándoles su presa. No se atreve a mirarla para no quedar paralizado por su resplandor (¿resplandor?, sí, casi mejor resplandor. Prefiere evitar el uso de términos como belleza y sus sinónimos)
- ¿Quién eres? - dice ella - ¿Por qué haces esto?
- Sólo soy un hombre que trata de hacer lo correcto.
- No te sacrifiques por mi.
Acaba ya con la cháchara, pasa a la acción, Aléjala de ti de una vez.
- Lo siento
- ¿Por qué?
- Por no poder conocerte mejor. Por no poder hacer lo que me pides.
Que lo dejes ya.
La arroja tan lejos como puede, mientras se encaraba a sus hermanos. Lejos ya de sus hermanos, ella es libre para volar por su cuenta. Ella se dispone a volver a ayudarle, pero la ha enviado a la suficiente distancia como para que no pueda llegar a tiempo a la contienda.
- ¿Quién eres? - pregunta uno de ellos - ¿Quién osa contravenir nuestros designios?
Mmm. Se plantea la respuesta molona “Vaya birria de dioses que sois si ni siquiera sabéis eso” “Ya no hacen seres omnipotentes como los de antes”. Pero opta por una más clásica. Más “dramática” y adecuada para los tintes que está tomando todo esto.
- Un hombre - dije finalmente - Sólo soy un hombre.
Y carga contra ellos. Todo tiene que acabar antes de que ella llegue hasta aquí, no quiere arriesgarse a que salga herida.

El semáforo se pone en rojo, por fin. Comienza a caminar tan rápido como se lo permitieron sus piernas y cruza la carretera como una exhalación sin mirar hacia atrás.
Durante unos momentos se plantea el retomar esa historia, pero enseguida lo descarta. Demasiado facilona, aunque ha servido a su propósito.
Aunque, igual, habría sido mejor elegir a los extraterrestres.

El líder de los extraterrestres aterriza creando un boquete en la carretera. Varios de los coches que no pueden frenar a tiempo se precipitan por la abertura.
Del interior del cráter, aún humeante, surge la imponente figura de la armadura potenciada de este ser.
- Hemos estado muy cerca - dice - Pero esto aún no ha terminado.

**********************

- Vale, entonces... ¿el plan, es...? - Javi trata de aclararse hablando en voz alta, mientras espera a que alguno de sus “aliados” sugiera algo - Por favor, no digáis “dominar el mundo”.
En este nuevo mundo, y rodeados por las hordas cuasi comatosas de los devoradores de alcohol, nuestros tres héroes están desorientados y perdidos. Muy perdidos.
Pero el día aún va a ponerse peor... por no decir que mucho más raro.
La respuesta que obtiene son rayos que caen desde el cielo en la lejanía y algo metálico que se precipita con un sonido atronador.
Ante todo esto sólo puede decir:
- Hombre, no me jodas.

A su lado, un conmocionado turista no puede dejar de repetirse:
- Tenía que haberme ido de vacaciones a otro lado.
El señor Gutierrez había huido de su puesto en la NASA para evitar que su mundo racional fuese puesto en duda al hacerse preguntas sobre algo que sabía que había visto, pero no quería reconocer como real. Pero, por lo visto, el mundo se empeñaba en hacer hincapié sobre el cariz extraño que había decidido adoptar.
Primero, el incendio que había aparecido ante sus ojos hacía un par de días. No habría sido raro... de no ser porque, el segundo anterior, el edificio estaba perfectamente, no se parecía en nada al que había aparecido en su lugar ardiendo y no había rastro de los bomberos o la línea de contención (que, curiosamente, se parecían mucho a las de las películas americanas)
Cuando el tipo poseído por un ataque de heroicidad estúpida decidió entrar en el edificio, prefirió mirar para otro lado.
Después, la nevada “instantánea” y delimitada del día anterior... del que nadie parecía haberse dado cuenta. Lo del incendio había conseguido hacer como si no lo hubiera visto, pero aquello, por mucho “Nanana” mental que se repitiese, no conseguía que desapareciese. Y comenzaba a dudar sobre su estado mental.
Pero, tras lo que acaba de presenciar... incluso después de todo aquello, hace que ya se vea con el embudo en la cabeza y la camisa de mangas extra largas anudadas a su espalda.
La cosa ha empezado con un haz de luz llegado desde el cielo. Raro, vale, pero vete tú a saber si era el foco (con una señora lámpara de unos cuantos millones de vatios) de algún espectáculo de la fiesta. Pero al mirar al cielo buscando su origen, de repente se había nublado... pero sin que el día se oscureciese un ápice (ni las nubes impidiesen el paso de la luz que delimitaba el haz)
Después, la figura que parecía ascender atrapada por el haz... y el tipo que parecía volar siguiéndola, como sacado de alguna película de esas japonesas de tipos que se dedican a dar brincos imposibles.
Muy bien, quien hubiese hecho aquel efecto especial se había dejado una pasta. El “Nanana” volvía a su cabeza, pero el estruendo provocado por la colisión del artefacto en la carretera le ha impedido seguir escuchándolo.
Al menos de esto sí que parece que se está enterando la gente. Casi se alegra del pánico que sigue a la escena.
- No estoy loco - grita – Bwahahaha, no estoy lo...
- Aparta, mendrugo.
Cuando aquel tipo le aparta, no entiende la razón. Al ver que uno de los hombres que le acompaña parece una momia ciclada, el “Nanana” regresa. Cuando otro artefacto similar al que ha caído en la carretera se estrella donde él se encontraba hace un momento, supera su estado de estupefacción, y comienza a correr mientras continúan cayendo uno tras otro los artefactos del cielo.

Así que nuestros héroes se encuentran ante lo que parece una... ¿lluvia de extraterrestres acorazados?
De cada boquete del suelo sale un nuevo exoesqueleto con su arma disparando a lo loco. El pánico se hace de inmediato y una marea humana de gente de rojo y blanco comienza a arrasarlo todo.
Tipo duro, como impulsado por un resorte, entra en acción. Para estar gravemente quemado es increíble la manera en la que se mueve. En un instante incapacita al más cercano y, de unos disparos imposiblemente certeros con el arma que le ha arrebatado a su primer objetivo, inutiliza las de los demás.
Cero víctimas, y todas las armas destruidas. Debe reconocer que el tipo, incluso aquí, es una máquina. ¿Cómo es que un “simple” incendio lo dejó así?
Pero el nivel de rareza de todo esto va en aumento, alcanzando unas cotas desorbitadas, por no decir ridículas.
Tipo duro incrusta de un puñetazo el casco de uno de los acorazados en sus hombros. Tras arrojar la armadura que ha inutilizado contra otros dos “invasores”, salta en busca de un nuevo objetivo.
En su caída, el boquete sobre el que se alzaba su presa se hizo algo más profundo.
- Esto no tiene ningún sentido - dice Tipo listo.
- Se nota que eres el lumbreras del grupo.
- Me refiero a que es más anormal que lo que hemos hecho hasta ahora.
- ¿Eso es lo que te dice tu rarómetro?
- Está cerca.
- ¿Quién cojones ha hecho todo esto? Como me respondas con una vaguedad te juro que te arreo.
- Supongo que se refiere a mi - el que responde no es otro que el líder de los invasores.
- ¿Ves como no era tan difícil? A todo esto ¿y tú, eres...?
Una de las armaduras que ha arrojado Tipo duro aterrizó junto a ellos.
- A ver si tenemos un poco más de cuidado - el desconocido se aparta un poco mientras se quita el casco.
- Déjalo, ¿no ves que le hacía falta un poco de diversión? Te estabas presentando.
- Cierto. Soy Deux ex - alzando uno de sus brazos, agarra por el cuello a Tipo duro, que en este momento parece indefenso.
- ¿Y has venido a ayudarnos, o a terminar con nuestros sufrimientos?
- A ayudaros, por supuesto. Aunque no me lo han puesto nada fácil.

**********************

- Irr... - su cabeza quiere usar la palabra, pero no se lo va a permitir.
Javi llega a casa, pero su cabeza continúa por ahí atrás atrás. Para ser más exactos, en un semáforo a unas cuantas calles de distancia. Ni siquiera una invasión alienígena ha logrado extirpar a esa mujer de su cabeza.
Por un momento, la tentación de hacer que se la lleven los invasores ronda sus pensamientos, pero aquello no solucionaría el problema; su avatar en aquella historieta los habría seguido hasta los confines del universo para rescatarla y... posiblemente, morir en el intento (otra vez)
- Venga, alegría.
Enciende la tele y es recibido, como de costumbre, por anuncios. Que sorpresa. Apaga el sonido y enciende el ordenador para poner música.
Su estómago empezó a a gruñir. Sí, debe de ser la hora.
Se dirige hacia la cocina para hacerse la comida, pero ya sabe lo que se va a encontrar: Espárragos y patatas fritas (¡cielos, también hay una lata de atún!)
Se presenta la disquisición de todos los días, el terrible drama existencial que consigue que LA preocupación del día se aleje un poquito (¡yupi!): ¿Pedimos comida, o bajamos al súper?
Salir a la calle y arriesgase a la (remota) posibilidad de encontrarse (y empeorar un poco más) otra vez a su nueva y flamante obsesión, o quedase tranquilito en la seguridad de su casa, esperando que le llegue algo sano, sano para comer.
- Ah, ¿qué diablos? - se decide probar suerte.
Al fin y al cabo, ¿cuantas posibilidades hay de que se la encuentre otra vez?... Además... tampoco hay nada malo en el simple hecho de cruzársela. ¿verdad?. Ya sabes, no puedes controlar el azar.
- Tío, estás fatal.
Está saliendo por la puerta, cuando se da cuenta. Con el calor que hace en la calle, y se ha vuelto a poner la chaqueta. Su cabeza sigue muy lejos y su cuerpo está en modo automático.
Vuelve a colgar la chaqueta en el perchero y agarra las llaves y mientras se repite una y otra vez que no está saliendo para ver si se cruza con ella.
- Tienes que hacértelo mirar - le dice una de sus voces mientras está esperando el ascensor.
- Joder. No he apagado la tele. Mierda, el ordenador tampoco. Bueno, da igual.
Mientas sale por el portal, su cabeza vuelve al ataque:
- ¿Por dónde sería más probable que aparezca?
- Irr....
- Oh ¡Cállate!
- ¡Cállate tú y tira por la ruta de siempre!
Definitivamente, está siendo otro día de esos.
Auriculares al máximo, encogimiento de hombros y ruta planificada.
Súper, lata de alubias (la más grande), azúcar (¿azúcar?, pero si no tiene leche en casa), mmm que buena pinta tiene la foto de esa caja de... ¿espinacas congeladas? Vale, ¿por qué no? Cosas más raras ha comprado. Chorizo, chorizo picante, chorizo de pueblo, chorizo de Pamplona. Venga, chorizo de pavo también... y de jabalí. Sí, con eso será suficiente.
No, espera, macarrones también.
Auriculares al máximo, encogimiento de hombros y ruta planificada hasta casa.
Misión cumplida.
Sube a casa y comienza a meter las cosas en el frigorífico. Mira secuencialmente la lata de alubias y la bolsa de macarrones, finalmente se dice: “ya me haré esto otro día”. Saca del frigo los chorizos que acababa de meter y pilla la tabla de cortar.
Se sienta delante de la tele y empieza a cotar.
- Mierda, no he comprado pan... ni queso.
- ¡Hey! ¡No estaba pensado en esa tía! - Mierda, ahora sí.
Algo en la pantalla llama su atención. Hay un montón de extraterrestres acorazados estrellándose contra el asfalto. La escena le suena, como un deja vu, aunque no logra ubicarlo.
Espera a que terminen de pasar las imágenes y ve que son las noticias. Para cuando silencia la música la música y sube el volumen de la tele ya han pasado a la siguiente.
¿Película nueva? ¿De quién?
Quiere buscar algo en internet, pero no tiene mucho con lo que empezar.
Espera.
Espera.
Espera un poco. No era un deja vu, era una de las historias a las que había estado dando vueltas.
Algún productor de Hollywood ha vuelto a robarle una idea... antes de que la escribiese. Seguro que van a hacer otra superproducción genérica. Que iría al cine y saldría diciendo “Tendrían que haberme dejado a mi hacer la historia”
Cojonudo. Estaba siendo un día perfecto.
Bueno. Al menos ha vuelto de dejar de pensar en...
- Mierda.

**********************

- Vale, nos vas a ayudar... - Javi mira su muñeca para ver la hora. La aparición de Deux Ex ha sido muy dramática pero, cuando se trata de él, ha aprendido a mantener un tono escéptico ante lo que pueda decirle - ¿Y cuánto vas a tardar en desaparecer otra vez? - No tiene reloj, pero se trata más un gesto simbólico que otra cosa.
- Dame un voto de confianza. Mis idas y venidas tampoco son cosa mía.
- Pues vaya Deux Ex de los cojones.
- Sí, sí. Ja, ja. Yo también te quiero.
- Venga, empieza a largar, que seguro que estás desperdiciando un tiempo precioso con estas tonterías.
- Sé donde está Ella.
- Que sí, que sí, que eso ya lo esperábamos. Al grano.
- Está cerca de “El autor”
-
- ¿Ningún comentario gracioso? Vaya, parece que he conseguido dejar sin palabras al gran bocazas.
- No me jodas.
- No tendría tan mal gusto.
- Entonces, con lo que nos ha costado llegar hasta este puñetero lugar ¿No está aquí? - iracundo, se gira hacia Tipo Listo - ¿Y cómo es que no sabías tú esto? Pringao, que eres un pringao.
- ¿Quieres dejarle continuar?
- Gracias. No tenéis que iros a ningún otro lado.
- Menos mal. Pero bueno, este sigue siendo un pringao.
- ¿No eras tú el que decía que me diera prisa?
- Vale, sí. Continúa.
- Perdona - esta vez era Tipo Listo el interumpidor - ¿Podrías soltar a Tipo Duro? No veo a través de las vendas, pero yo diría que ya estará empezando a ponerse azul.
- Cierto, cierto. Con la verborrea del cansino este lo había olvidado - Tipo Duro ha permanecido inmóvil e impasible durante todo este tiempo. Para ser alguien que estaba sujeto por el cuello y suspendido a un palmo del suelo, la verdad es que lo estaba llevando bastante bien.
Tras tocar de nuevo el suelo su posición no cambia ni un ápice, como si lo hubieran “apagado”.
- Bueno, esto ya está durando mucho para lo que suele ser normal en mi, así que mejor si voy yendo al grano. Ella está aquí.
- Que sí, que ya lo has dicho. Menos mal que ibas a dejar de irte por las ramas.
- A callar. Ella está aquí, igual que “El autor”
- Y dale.
- “El Autor” ese tipo cuya mayor diversión en la vida ha sido dedicarse a putearnos. Que os ha matado una y otra vez. Que ha matado a vuestras novias, a vuestras mujeres, a vuestro perro y vuestros pececitos de colores.
- Que sí, que sí.
- ¿Y sabéis quien se ha encargado de todas esas jodiendas?
- Ilumínanos.
- Yo.
- Hombre, muchas gracias, hijo de ...
- Una y otra vez. Porque sin mi ese capullo no es nada. Sin mi sus historias no avanzan. Sus personajes no tienen razones para actuar y sus tramas serían una puñetera mierda.
- Hombre, contigo tampoco es que ganen mucho.
- ¿Y sabéis lo qué me da a cambio a mi?
- ¿Dinero, casinos, furcias?
- Nada.
- Que cabrón.
- Me odia. Siempre trata de mantenerme oculto, que no se note que estoy ahí. Soy el jodido ninja de las sub-tramas. El puto hombre invisible de los argumentos. El maldito maestro de marionetas de los secundarios.
- Y bastante malhablado, todo sea dicho ya de paso.
- ¡Que cierres la boca! Estoy hasta el gorro de esto, y esta es mi ocasión de desquitarme, y estoy seguro de que vosotros también. Es hora de clamar venganza y cargarnos a ese desgraciado. Vamos a acabar con el malo de una vez por todas. Ya así no volverá a quitarnos, a maltratar o a matar a la chica nunca más.

**********************

Nada. No puede dejar de pensar en esa mujer.
La pequeña distracción que han supuesto las imágenes que ha visto en la tele apenas han logrado mantener su atención durante un par de horas, antes de que su cabeza vuelva de manera continua y exclusiva al monotema del día.
Lo ha probado todo: Leer, navegar por internet, ver alguna película, incluso... ¡LIMPIAR! Pero nada resulta.
No lo entiende. Nada de esto tiene ningún sentido. Su realidad se tambalea de maneras nunca antes experimentadas. Siente acercarse el gélido abrazo de la desesperación. El ponzoñoso hedor del desquiciamiento (de acuerdo, no tiene olfato pero lo del pestazo del desquiciado es una forma retórica) El mundo, de repente, se ha vuelto un lugar triste y solitario.
- Espera, espera, espera - trata de tranquilizarse mentalmente - ¿Tú estás tonto?
- Venga, piensa. Racionaliza. Empieza con el clásico...
- No hagas preguntas cuya respuesta ya conoces..
- Bueno, es un comienzo.
- ¿Te has planteado si te estás volviendo loco con esto por haber hecho el imbécil con Sandra?
- Eh, para. No vayas por ahí.
- ¿Por qué?
- Porque eso no me va a ayudar.
- Claaaaro. No tiene nada que ver con lo que te ayer tu madre.
- ¿No me has oído? Que no sigas por ahí.
- Vas a acabar solo, y te cargaste la oportunidad de evitarlo.
- Y dale. ¡Que lo dejes ya!
- Sabes que esto no funciona así.
- ¿De verdad crees que hice el idiota con Sandra?
- No importa lo que crea yo.
- Eso, quítate el muerto de encima. Para no gustarnos el fútbol, somos unos maestros en tirar balones fuera.
- Pues no me la devuelvas y responde.
- No. No hice el imbécil. Hice lo correcto.
- Entonces, piensa ¿Cuál es la causa de todo esto?
- Esa mujer...
- A la que has visto durante dos segundos.
- Sí, lo sé. Venga, vamos a ello otra vez.
- Irr....
- No, sin usar esa palabra.

No hay réplica mental. Bien.
Se tumba en el sofá y se queda mirando el techo. Concentrándose en él se dedica a buscar formas entre las irregularidades del gotelé. No es una actividad apasionante, pero logra mantener su cabezas ocupada.
Pero no. Hay algo que falla en todo esto. Ha sido demasiado fácil. Los pensamientos están volviendo a primer plano cuando...
Suena el timbre.
- Salvado por la campana.
No es el timbre del portero automático, sino el de puerta. Por norma general no suele abrir. Seguro que es algún vendedor, pero no importa, cualquier cosa es mejor que seguir dándole vueltas a esto. Se levanta como impulsado por un resorte y se dirige hacia la puerta.
Aunque claro. Si abre la puerta así, sin más, estaría actuando movido por la desesperación. Mal, no debe ceder (bueno, igual mal, lo que se dice mal, tampoco, pero sería ceder a un impulso... ¿indigno?¿impío? Se le está yendo la cabeza otra vez). De acuerdo, si abrir, o no, la puerta se está convirtiendo en un tema trascendental, definitivamente, está fatal de lo suyo.
Pero la pregunta sigue ahí, se ha formulado y no es capaz de evitarla. Se detiene y recapacita. La acción ya se ha iniciado y no puede “deshacerla”. Aún está a tiempo de retractarse, pero esto no cambiará el hecho que ha originado la disquisición.
A todo esto ¿cuánto tiempo lleva de pie en el recibidor sumido en esta disquisición estúpida? Igual quien sea que ha llamado ya se ha ido.
No ve luz por debajo de la puerta, así que el pasillo debe estar a oscuras y echar un vistazo por la mirilla no le va a servir para nada. Mira el reloj, son las once y cuarto de la noche. O es un vendedor metiendo horas extras o un chorizo educado. De ser algún conocido le habría llamado antes al móvil.
Retoma uno de los pensamientos previos: El echarse atrás no va a cambiar el impulso inicial, así que opta por abrir la puerta (aunque no puede evitar cruzar los dedos mentalmente. Igual quien fuese ya se ha largado)
- Hola - no había tenido suerte, seguía ahí - soy la vecina del D - bueno, el tema de la buena o mala suerte está aún por decidirse - perdona que te moleste - es “ella”, la mujer, la que ha estado venga a dar vueltas por su cabeza - ¿No tendrás un poco de azúcar? - vaya, ha comprado azúcar antes de venir a casa ¡Que suerte! Espera. ¿Ha dicho “D”? Habría jurado que este edificio solo tiene tres puertas por planta.
- Sí, espera un poco - calma, calma, sólo te está pidiendo azúcar - ahora te traigo un vaso - y después, ¿qué? Piensa, piensa, rápido, un tema de conversación.
- Quieeeeto ¿Qué te pasa? Venga, para y razona un poco - las voces toman al asalto su cabeza. Además, y para variar, están todas de acuerdo. Lo peor es que, teniéndolo todo así de claro, no es capaz de dejar de (No. Lo cierto era que no quiere dejar de) alimentar las esperanzas absurdas que se agolpan, solapan y arremolinan, anulando todo aquello que tanto le ha costado construir como su personalidad, sus valores y su verdad.
- Dale el azúcar. Punto. Nada de conversación intrascendente. Nada de intentar hacerte el gracioso. Eso eres tú. Eres gracioso con quien tienes confianza. Eres ocurrente cuando juegas sobre seguro. Eres simpático como respuesta. Cuando lo han sido contigo. Si das el primer paso puedes cagarla. Si te limitas a reaccionar tras analizar la situación es más difícil que te equivoques.
- Eso. Que de ella el primer paso.
- ¿Qué paso?¿De qué estás hablando? Una tía a la que no conoces de nada te está pidiendo azúcar. No hay conspiración. No hay mensaje oculto. Vive en la puerta de al lado. Azar. Punto.
- Dilo.
- No.
- Usa la palabra.
- Que no.
- Es el momento y lo sabes.
- Irrelevante - la dice.
- Bien.
- Pero...
- Ni pero no hostias. Vaso. Azúcar. De nada. Hasta otra.
- Pero...
- Que no. Que no hay peros.
- ¿Y si quiero dar yo el paso?
- ¿Qué paso? ¿Quién es ella? ¿Qué sabes de ella? Es guapa. Sí. Mucho. Mesmerizantemente guapa. Te lo concedo. Vale, hay algo más. Es posible que se trate de ese “algo” que nos venden las películas. Quieres creer que es ese algo, pero sabes que no lo es. Eso no existe. Te sientes solo y quieres dejar de sentirte así. Eso tiene un nombre: Desesperación. Nosotros no nos movemos por desesperación, lo hacemos guiados por la lógica. ¿Estamos?
- Sí. Vale. De acuerdo.
- Sé que el “pero” está ahí. No lo verbalices, no lo des poder.
- Eso, autoengáñate.
- No se trata de auto-engaño, se trata de no dar el control a la desesperación. Actúa cuando no te sientas así. Cuando seas capaz de mantenernos en silencio.
- Y todo esto por un vaso de azúcar.
- Sí. Ya ves.
- ¿Y cuándo podré plantearme todo esto?
- Cuando no tengas que hacerte la pregunta. Y sabes que eso no pasará hasta que la conozcas.
- ¿Y cuándo llegará el momento? ¿Por qué no puedo empezar a conocerla hoy?
- Estamos volviendo al bucle.
- Sí.
- Y ella está esperando.
- ¿Llevamos mucho con esto?
- Un buen rato.
- Bueno, pues vamos a terminar de una vez..
- Perdona - la voz de la desconocida suena tímidamente desde el marco de la puerta de la cocina - ¿Puedo pasar?
- Obviamente ya lo has hecho.
- Lo siento. Ya salgo.
- No, tranquila, no te estaba echando. Es sólo una manía que tengo de recalcar lo obvio.
- ¿Podríamos hablar un rato?
- Estoooo - hala, venga, vamos a darle a la batidora cerebral - Esto, claro. Pasa - ¿Puedo empezar a alimentar esperanzas ya?
- Tú mismo.

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.