Macroverso VI Datos objetivos

Por Javier Albizu, 1 Junio, 2014
Día: Quizás
Hora: No
Lugar: Limbo conceptual

Ya estamos aquí de nuevo pero, en esta ocasión, la “X” que señala el lugar ha cambiado. Es una marca más tosca, atemorizadora por momentos, un refugio en otros. Al igual que nuestro anterior objetivo, también desprende un carisma que hace que no seamos capaces de apartar la vista.
En algún momento de nuestra vida, todos hemos deseado vernos imbuidos de este concepto. Pero no nos engañemos, esta vez no hemos llegado hasta este no-lugar porque un mapa, un GPS o un vidente nos haya indicado el camino. Al contrario que con “Ella”, no hemos venido porque queramos o porque sintamos que este sea el lugar en el que desearíamos existir, porque no existan razones en este u otro universo capaces de hacernos desear abandonar su compañía.
No. En esta ocasión la llamada es igualmente primaria, pero nada tan prosaico.

Una vez que nuestros sentidos han sido capaces de ordenar y dar sentido a toda esta entropía neuronal que nos rodea, nos damos cuenta del por qué nos hemos adentrado hasta alcanzar al concepto/arquetipo que se haya ante nosotros. Lo hemos conocido bajo mil rostros. Como amigo y como enemigo, en la ficción y en la realidad, con tantos nombres distintos como rostros.
De nuevo, cada uno habremos llegado a una localización distinta y contemplaremos un ente con una apariencia única y personalizada (pese a haber llegado al mismo lugar, y estar contemplando el mismo avatar). Hasta quien terminaremos por bautizar como “Tipo Duro”

La pregunta, al igual que la que tendríamos que habernos formulado en la anterior ocasión, es:
¿Qué pasa cuando una fuerza desconocido extrae a este concepto del imaginario para “importarla” y “anclarla” a nuestro “mundo real”?
¿Se olvida el resto de la humanidad del concepto?
¿La reconoceremos si nos la encontramos por la calle?
¿La veríamos cada uno de la manera en la que la imaginábamos?
Quizás a “Ella” todas estas disquisiciones le asaltaron mientras su recién nacida mente unitaria se forjaba, pero este caso es distinto porque a nuestro nuevo amigo, a “Tipo Duro”, todo eso le da igual.
Sí, es un ente abstracto repentinamente condenado a la concreción y, por supuesto, lo primero que le alcanza es la desorientación, para continuar con el vértigo. Pero pronto llega la reflexión y, finalmente le abducen la comprensión y la aceptación.
Tipo Duro no es un concepto de palabras, es un ente (ahora un hombre, aunque también podría haberse transfigurado bajo la forma de una mujer de haber estado esto escrito por una fémina) de acción.
Pero la acción no debe ser algo gratuito. Para que se desencadenen sus acciones necesita de un motivo, generalmente externo (al fin y al cabo, no es un ser humano). Necesita un fin concreto (para su nueva existencia “concreta”)
Los fines necesitan de razones.
Para conocer las razones, necesita saber las respuestas.
Para obtener las respuestas necesita conocer las preguntas.
Para entender las preguntas necesita conocer el contexto.

Así que “Tipo Duro” busca un lugar en el que asentarse y medita, observa y estudia su nuevo entorno.
“Tipo Duro” es un tipo de acción.
Cuando comience la acción podrán ralentizarlo, pero nada será capaz de detenerlo, o eso es lo que él cree.

Pero eso será en otro momento, por ahora demos un pequeño salto de nuevo hasta el...

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Microverso

Caía, así que debía de estar soñando pero, en aquella ocasión, todo era distinto. La caída no era una experiencia relajante. No se sentía flotar, no notaba cómo el viento le acariciaba sustentándolo. ¿Sería una pesadilla?
Continuaba cayendo y su estomago fue el primero en sentir la sensación de vértigo. Su velocidad aumentaba, pero continuaba sin ver el suelo. Cerró los ojos y los abrió de nuevo. Estaba tumbado en su cama. No, no era él, era otro. Aquella tampoco era su cama, ni se encontraba en su habitación. Podía ver los pensamientos de “el otro” en su mente. Pensaba en una mujer, pero no era “Ella”. “El otro” estaba quieto pero él continuaba descendiendo a toda velocidad. Cerró los ojos de nuevo y volvió a abrirlos.
Caía... pero no. Descendía, pero había algo raro en su trayectoria. Se estaba precipitando... hacia arriba.
Vale, aquello era un poco más raro que de costumbre.
Trataba de analizar la situación, pero su cabeza se iba a otras partes. Lugares que no reconocía, gente que le provocaba una sensación de “deja vu” pese a que no conocerla de nada.
- Aún no.
Una voz sonó... a su alrededor.
Su ascenso/caída se frenó al chocar contra algo invisible. Pese a no verlo, sabía que era una gigantesca mano invisible.
- No tengas prisa. Pronto llegará.

Despertó. Ya era de noche, pero se encontraba en medio de la calle. Recordó que estaba volviendo a casa después de trabajar.
- Bienvenido de vuelta - Mike le hablaba desde el interior de la cabeza - Pensaba que me ibas a dejar al mando. Lástima del pequeño error de diseño que no permite tomar el control de tu cuerpo.
- ¿Cuánto tiempo he estado “fuera”?
- No pongas comillas mentales cuando hablas conmigo. Queda muy ridículo.
- Vale, lo tendré en cuenta, pero respóndeme.
- Poco, apenas unos minutos.
- ¿Y no estabas en el sueño?
- Nop. ¿Me he perdido algo interesante?
- Bueno, si bien no ha sido lo que llamaría “interesante”, sí que ha sido raro.
- ¿Seguimos con las comillas?
- Dame un respiro.
- De acuerdo ¿Raro como un piso asequible, o como un viaje de pellote?
- Nunca he tomado pellote. Creo.
- Ya me entiendes.
- Supongo que me quedo con la segunda opción.
- ¿Más que lo habitual?
- ¿Cuantas veces me he quedado dormido mientras andaba, y cuantos de mis sueños te has perdido?
- Vale, ya te sigo.
- Hoy estas muy lento. Incluso parece que el vacilón soy yo.
- Parece que las reglas van cambiando, y no me gusta.
- ¿Estamos jugando a algo?
- Es una manera de hablar. No será un juego, pero las cosas, los axiomas de esta realidad, parece que están cambiando.
- Venga, tío, no sigas por ahí. ¿No puedes dejarlo ni siquiera por un día?
- Vale. Me estoy volviendo blando. Pero eso no cambia los hechos.
- No te lo niego. La pregunta es ¿Qué hacemos?
- Tú mandas. Ordena tus prioridades y nos ponemos a ello.
- ¿Esa es toda la ayuda que puedo esperar de ti?
- Ya sabes, me han dibujado así.
- No hay prioridades. Que los “axiomas”...
- Y dale con esas comillas, último aviso.
- Vaaaale. Que los axiomas cambien, suponiendo que entienda a qué te estás refiriendo cuando te dedicas a utilizar esa expresión, aparte de no ser asunto mio, es algo sobre lo que no puedo hacer nada. Así que sólo queda...
- Ella.
- Sasto.
- ¿Y cuál va a ser el curso de acción, Sherlock?
- Pues había pensado en visitar a Antagonista.

El principal inconveniente de este curso de acción era que nos sabía dónde encontrar a Antagonista. Sólo lo había visto en una ocasión y, pese a que, en un principio, debería haber surgido una cierta hostilidad entre ambos... aquel tipo le caía bien. El problema era que no sabía su dirección, apenas sabía nada de él y tampoco sabía muy bien qué preguntarle cuando lo encontrase.
Mientras caminaba hacía casa Mike se mantuvo extrañamente silencioso. Desde que aquella desagradable voz de su cabeza comenzó a meterse con él, había deseado un momento de tranquilidad como el que estaba teniendo lugar pero, en aquel momento concreto, habría preferido cualquier distracción antes que quedarse a solas con sus pensamientos y aquel molesto zumbido que lo embarullaba todo.
La noche era ideal para caminar pero no le apetecía hacerlo. Sólo quería llegar a casa, echarse a la cama, apagar las luces, apagar su cerebro y descansar.
¿Por qué aquello le afectaba tanto?
Aquella chica era guapa, lo admitía, pero no más guapa que otras clientas que habían pasado por su trabajo. Ni siquiera era una de las clientas más habituales, o de las que le daba más palique mientras esperaban su pedido. Pese a que era consciente de que estaba como una regadera, Javi se consideraba a sí mismo una persona cabal y racional, y no terminaba de encontrarle sentido a aquella a reacción suya tan desproporcionada.

Al llegar a casa, le sorprendió ver a tres personas sentadas charlando delante del portal. Ver allí a dos de aquellas personas le pareció, hasta cierto punto comprensible, ya que, al fin y al cabo, dios y satán eran su casero y su vecino de abajo. Pero no sabía qué razón podía haber llevado a la tercera persona hasta allí a aquellas horas. Parecía que no tendría que buscar a Antagonista y que el destino, o quien fuera, había decidido ahorrarle el trabajo y amargarle un poco más la noche.

- Aquí llega - dijo dios al verle llegar.
- ¿Qué hacéis aquí fuera a estas horas? - Javi no estaba de humor como para andarse con rodeos.
- Nosotros disfrutamos de nuestro libre albedrío mientras dure - dijo satán señalándose a sí mismo y a dios - Tu comparsa en esta escena es este pobre hombre - Javi odiaba cuando la panda de locos con los que le había tocado convivir se dedicaban a hablar de aquella manera. Pero el alquiler era barato.
- Vale, pues al grano.
- Ella no está - Antagonista parecía preocupado. Por un lado aquello era lo único que le parecía normal en lo que llevaba de día. Por otro, y aunque él mismo tenía intención de ir a buscarle, no sabía muy bien qué pintaba aquel hombre delante de la puerta de su casa.
- Ya lo veo - no pudo evitar soltar la gilipollez. La diversión, la preocupación y la culpa iban pidiendo turno alternativamente en su cabeza. Incluso se imaginaba la maquina que les iba asignando los números.
- ¿Y bien? ¿Qué vas a hacer?
- ¿Yo? ¿A mi que me cuentas? Tú sabrás qué le has hecho, o si volverá.
- Mike ¿Me echas una mano? - aquel golpe bajo no se lo esperaba, aunque en un día como aquel no tendría que haberle pillado por sorpresa.
- Javi, deja de hacer el capullo y tómate esto un poco en serio - Mike siempre estaba ahí para estropearle la diversión.
- Vale, tú dirás.
- A ver. Todo esto va sobre ti. Tú eres el que debe tomar la iniciativa.
- ¿Pero tú de qué cojones vas? ¿Qué estás diciendo, que me la he llevado? ¿Que se ha... ido a donde sea por algo que he hecho o dicho?
- No. No es que se haya ido, o se la hayan llevado. Ha desaparecido. Ya no está “aquí”
- Perdona, creo que te has dejado un par de puntos para entrar en la definición canónica de “críptico”
- Pues es lo que hay. Ahora búscate la vida, a mi me toca hacer mutis.

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Día: Siguiente
Hora: Temprano (o demasiado tarde)
Lugar: Mundo “real”

Su esfera de paz y luz infinitas hacen aguas por todas partes (no sabe de dónde viene el agua y, preguntarse aquello tampoco le ayuda a descansar) No hay manera. Esta claro que esta noche no va a dormir. Si a todo esto le sumábamos que, en la habitación de al lado, Sandra ronca de manera ostensible algo (en teoría) tan sencillo como dormir, se convierte en una quimera inalcanzable.

Se levanta y se encamina de puntillas hacia el salón. Mientras hace esto, no puede evitar el escuchar en su cabeza la clásica música de “acechar” de los dibujos de la Warner.
Al llegar al salón comprueba que, con el barullo mental que le ha provocado la visita, se ha dejado encendidos el portátil y la consola. Al menos la tele sí que la ha apagado. Se sienta en el sofá y trata de adoptar la posición del loto, pero nunca ha sido capaz de doblar tanto sus rodillas. Prueba suerte y mira si alguien se ha conectado en los programas de mensajería. Nada.
La consola se esta quedando sin batería, así que la tampoco va a poder despejar la mente por ahí. La pone a recargar. Son las siete de la mañana y no tiene ni puñetera idea sobre qué hacer.
Opciones, opciones. De nuevo tantas posibilidades, tantas elecciones posibles y tan pocas ganas de tomar ninguna.
Podría limpiar. Lo cierto es que la casa está bastante guarra (es más, en aquel momento todo le parece infinitamente más sucio y desordenado que hace un par de horas)
Nah. Aparte del ruido que metería, aquello podría dar a su invitada una idea equivocada de dónde se ha metido. Cierra los ojos y manda su cabeza hacia otro lado. Mentalmente repasa, una vez más, todas las historias que tiene pendientes, trata de saltar a una de ellas para continuar en alguno de los puntos recurrentes en el que siempre las retoma.
Muy bien, parece que esto funciona, ahora toca centrarse en uno ¿Su versión/homenaje de La Atlántida, o la justificación/trasfondo de los Tanraq?
Tampoco es que pueda elegir. Por su cabeza van apareciendo en bucle una sucesión de imágenes aleatorias; Fragmentos distorsionados de películas y bustos parlantes colgados en mitad del vacío, que repiten siempre una misma frase o palabra. Paseos imaginarios por mundos imposibles o el sonido de los golpes de un combate del que sólo percibe los destellos provocados por el entrechocar de las espadas. Esta ruleta gira y gira hasta detenerse en el interior de la mente de Ulwrath, uno de esos personajes cuya mayor desgracia es la de haber sido creados por él.

El sonido de la puerta tre de vuelta su cabeza hasta este mundo. No recuerda haber dejado de escuchar los ronquidos, pero parece obvio que Sandra se ha levantado. Poco después escucha el sonido de la ducha, parece que también se ha perdido el momento en el que ha salido de la habitación. El alien de su estomago despierta de nuevo y empieza a moverse por su interior buscando la salida.
Enciende la tele, y mira el reloj. Las ocho y media. O su invitada necesitaba poco el dormir, o tampoco ha sido capaz de hacerlo.

- Vaya, nunca habría imaginado que te gustaban estas cosas - su cabeza se había ido otra vez de paseo y, esta vez, es la voz de Sandra la que le trae de vuelta. Sus ojos logran enfocar las imágenes que le muestra la pantalla y se da cuenta de que está viendo algo que debe ser la reposición de algún culebrón.
Javi se gira hacia la dirección desde la que ha venido la voz, y la ve. Al lado de la puerta del salón, Sandra permanece de pie. Aún tiene el pelo mojado por la ducha, y solo lleva puesta la camiseta que había dejado en su habitación y sus botas. La camiseta le llega casi hasta las rodillas y es suya, por lo que debería tratarse de una prenda de lo mas antierótica, pero no. Bello, hermoso, bonito. Su mente trata de encontrar una palabra que describa lo que tiene delante, y lo que mejor le suena para describir esta visión es... perfecto. Mientras tanto, procesándose en paralelo, sus neuronas se preguntan si el tener olfato añadiría algo a esta experiencia, y no puede evitar pensar que estas cosas sólo pasan en las películas.

- Hola, guapo - Sandra le saluda reforzando esta palabra y la mirada que la acompaña con un gesto de su mano.
Javi trata de pensar una réplica. Algo original y gracioso. Mientras tanto en su cabeza su cabeza trata de convertir en palabras las sensaciones que le toman al asalto:
- ¿Por qué estás buscando una replica original para un simple “hola”? - De acuerdo, el guapo que ha venido después no ha sido precisamente una ayuda.
- ¿Está tratando de seducirme, señorita? - no sabe si el tono en el que ha soltado la frase es el correcto, pero las voces en su cabeza tampoco terminan de ponerse de acuerdo sobre la intención última de esta respuesta.
- ¿Sabes que la gente normal no habla así, verdad? - en su rostro aparece una sonrisa. Todo parece indicar que se lo ha tomado como una broma. En la votación popular que está cerca de finalizar dentro de su cabeza todo parece indicar que van a ganar, y con bastante diferencia, los que defienden el “Eso era lo que queríamos”.
- Aceptaremos “anormal” como un halago. ¿Qué tal? ¿Mejor? - trata de pensar en cuánto tiempo ha tardado en salir la replica, pero le da la impresión de que ha sido demasiado. Esta imprecisión no le gusta demasiado.
- Bueno, mi cabeza aún tiene que dejar de dar botes por ahí adentro - sigue sonriendo. Esto sigue bueno, cree.,, y sigue haciendo que está visión sea aún más perfecta.
Aunque si esto ya era perfecto, se supone que no puede mejorarse. Decide cambiar la apreciación de su primera impresión por “casi perfecto”. También se propone dejar de intentar catalogar o definir este momento, por más que es consciente de que no lo va a conseguir.
- Siéntate cuando y como gustes - decide continuar con el uso de su vena arcaica.
- No se... - la sonrisa desaparece por un momento y se convierte en una expresión de preocupación y tristeza. Parece que se ha acordado de lo que fuese que la ha llevado hasta allí. De todas formas, se sorprende al comprobar que esto no le hacía perder un ápice de su... casi perfección - Tendría que irme - decepción o alivio, el traductor de su cabeza no sabe por cuál de los dos decidirse - Aunque tampoco tengo muy claro que hacer - se sienta en el sofá junto a él.
- Tómate tu tiempo - quiere preguntarle sobre lo que le ha pasado, pero opta por esperar a que sea ella quien saque el tema - No tengo planes para hoy.
Sandra se echa las manos a la cara y se encoge. Parece que se va a echar a llorar pero, tras analizarlo un poco más, no, esto no parece tristeza, sino rabia e impotencia.
La conoce. Corrige, la conoce más o menos. No sabe cuántas veces a visto a esta chica plantar cara a camioneros, capullos y listos en general en el trabajo. Tiene ante él a alguien que se parece mucho a la persona que conoce pero, en quien nunca ha pensado que le utilizaría la palabra “frágil”para describir.
Un abrazo parece la respuesta más apropiada para esta situación, pero un análisis rápido le enumera cinco maneras diferentes en las que se puede malinterpretar esta acción (aunque está seguro de que hay muchas más) así que no hace nada. Se limita a mirarla, sentirse mal y a odiarse a sí mismo un poco más que hace un rato. Se siente mal como persona, mal como ser humano, mal como amigo.
- Cobarde - en esta ocasión la traducción es sencilla, pero tampoco ayuda - Estúpido, desgraciado. Te mereces todo lo malo que te pase.
Finalmente el cuerpo de Sandra deja de estremecerse y el llanto no llega.
- ¿Tú que harías en mi lugar?
- Supongo que antes de tomar una decisión, sabría la razón por la que me encuentro así - cruza los dedos para que este intento de humor funcione.
- Perdona... es que esto tampoco es nada que me haya pasado antes.
Silencio
- ¿Me vas a preguntar que ha pasado, te da igual, o empiezo a largar sin más?
- Ah, sí, perdona ¿Qué ha pasado? - estúpido, estúpido, estúpido.
- Tío, a veces pareces de otro planeta.
- ¿Gracias?
- No, pero bueno. A ver, he pillado a mi cuñado poniéndole los cuernos a mi hermana.
- Vaya.
- Ya te digo.
- Vale, ya sabes que hoy...
- Ayer.
- Vale, ayer ¿porque eres tan puntilloso con esas chorradas? No, déjalo. Ayer había cena del curro. A todo esto ¿Porque no viniste?
- Si que fui - opta por no corregirle y decirle que fue una comida que enlazó con una cena - pero me largue después de la cena.
- Ah, sí, es verdad. Perdona... el alcohol... mi cabeza... ya sabes.
- Puedo hacerme una idea.
- Sabes que no vivo en Pamplona, así que, como no quería cortarme con las copas, le dije a mi hermana, que si que vive aquí, si podría dormir en su casa esta noche. Y va y me encuentro al cabrón de su marido, en un bar, metiéndole la lengua hasta los pulmones a una tipa.
- Supongo que estas segura de que era tu cuñado.
-
- Y de que la tipa no era tu hermana.
-
- Vale, vale. Así que deduzco que no sabes si contárselo a ella, o no.
- Jo, que listo eres - sí, sarcástica sí que es una palabra que ha utilizado para describirla alguna que otra vez. Parece que vuelve en sí.
- Es un don, pero no te sientas inferior por ello. Es más, arriesgándome aún más, el problema no es tanto el contárselo, como el cuándo y el cómo.
- Ahí le has dado - la sonrisa parece que trata de asomarse de nuevo. Esto no era bueno, cree. Esta esperando una respuesta que él no tiene.
- Pues no te envidio - brillante, Javi. Te has lucido con tu respuesta.
- ¿De verdad? ¿Con lo que mola?
- Llámame raro.
- No sé qué haría sin tus consejos.
- Hombre...
- Mujer.
- Vale, mujer. Antes que nada yo intentaría hablar con él.
- Es verdad, seguro que hay una explicación lógica. Estoy convencida de que le estaba practicando una traqueotomía con la lengua a esa zorra.
- A ver, puedo parecer un poco inocente, pero tan tonto no soy. Por lo que cuentas, los actos hablan solos, pero no estaría de más saber el contexto - muy bien, Javi, vas arreglando la situación. Ahora viene cuando te acusan de ponerte del lado del corneador. Todos los tíos sois iguales y blablabla.
- ¿Tú crees? - rápido, di algo antes de que recupere todas sus funciones mentales.
- ¿Qué quieres que te diga? Esas cosas de pareja son muy suyas (por lo que me han dicho) Que Igual andan con problemas (y él va “arreglándolos” como todo un macho) Yo hablaría con él sobre lo que “vi” y le daría la oportunidad de que fuese él quien se lo contase a tu hermana. Si no lo hace, pues ya volvería a estar la pelota en tu tejado.
- Pues... pues igual tienes razón
- Pero vamos, ahora que esta la cosa chupada, si quieres sí que te cambio el papelón.
- Gracias. Y yo pensado que ya estaba todo solucionado - por fin regresa la sonrisa, aunque se le escapa una lágrima... perfecta.
Se hace el silenció, y entonces Javi se da cuente de un pequeño (y aún más incomodo) detalle. Mirándole fijamente a los ojos, le pregunta:
- ¿Puedo hacerte una pregunta un tanto “intima”?
- Adelante.
- ¿Llevas ropa interior debajo de la camiseta?
- ¡¿QUÉ?! - Sandra arma el brazo para una bofetada.
- Espera, espera, esto tiene una explicación lógica, casta y pura.
- Sorpréndeme. Tienes cinco segundos y descontando.
- Esa camiseta que llevas es mía, y te está un poco grande. Entre otras cosas, el cuello está un poco cedido, y cuando te inclinas hacia adelante, corro el riesgo de que mi mirada se dirija hacía... ahí.
- ¿Y con ropa interior lo encontrarías más aceptable?
- Vale, déjame que reformule la pregunta. Bueno, mejor déjame que la convierta en una petición. ¿Podrías ponerte tu ropa para librarme de la tentación?
- Tío, eres la polla.
- Espero ser algo más, pero no has respondido mi pregunta/petición.
- Sí.
- ¿Sí, a que? ¿A que llevas ropa interior? ¿A que te vas a poner tu ropa (o algo menos tentador)? ¿A que soy algo más que un miembro viril? ¿Sí a todo y formateamos el disco duro?
- Sí a ninguna de esas preguntas.
- Ah, vale, eso lo aclara todo.
- No. La verdad es que has acertado antes con lo del intento de seducción - ¡¿Qué?! De acuerdo, esto no se lo esperaba. Le halaga y no se lo cree... no se lo quiere creer, pero no se lo esperaba.
- Pues sí que estás en shock.
- Que no, imbécil, que es verdad.
- Pues nunca lo habría imaginado.
- Tampoco acabo de entenderlo yo, así que imagínate.
- Vaya. ¿Me siento halagado u ofendido?
- Tómatelo como quieras, pero como no me digas algo al respecto antes de que se me termine de pasar la resaca, esto se va a volver aún más incomodo.
- Pues no se muy bien qué quieres que te diga. Me pareces una chica muy guapa y me llevo muy bien contigo pero, esta creo que ha sido la conversación más larga que hemos tenido. Vamos, que no es que seamos íntimos o nos conozcamos demasiado.
- Sigues sin responder.
- Pues... no se si la cosa funcionaría.
- A ver. Te estoy diciendo que me gustas, no que seas el padre de mis hijos.
- ¿Me lo puedes explicar con palabras sencillas? Es que entre el alien de mi estomago y el derrame cerebral que acaba de desatarse, me va a costar un rato reaccionar y formar pensamientos coherentes.
- Te iba a preguntar si te apetecería quedar algún día para dar una vuelta o algo. Pero, visto lo visto, me parece que casi mejor si dejamos la cosa como está.
- No, no es eso. Pero es que esto es algo nuevo para mi.
- ¿Que una tía te pregunte si quieres salir con ella?
- No, que una tía quiera salir conmigo.
- ¿De verdad? No soy capaz de imaginarme el por qué.
Esto es algo para lo que no estaba preparado. La opciones y los datos son claros, y la decisión es sencilla. El problema es que no quiere hacer lo que considera que debe. Puede aceptar el quedar con ella y alimentar unas “esperanzas” (¿de verdad quiere salir con él?) en una relación en la que entraría sólo aportando dudas y reticencia (aunque agradecería la compañía) O puede decirle que no, y confiar en que se lo tome a bien y comenzar, con el tiempo, una relación de amistad.
¿Por qué quiere decirle que no, cuando quiere decirle que sí?
Datos objetivo: No va a funcionar. Demasiado distintos a todos los niveles,
Dato objetivo: Hay atracción, es es obvio.
Dato objetivo: Eres un cobarde, te sientes solo, agradecerías la compañía y no crees que vayas a tener otra oportunidad, pero no quieres ser un cerdo. Pero no crees que vaya a funcionar. Comenzar esto sería un error.
Dato objetivo: Las partes de ti mismo que quieren que digas que sí son las que menos te gustan.

- Yo... creo que va a ser que no. Ya te digo que me caes muy bien pe...
- Déjalo, me visto ahora y me largo. Creo que prefiero darme de hostias con mi cuñado.
- No tienes porque irte, y no quiero que te vayas así...
- No, va a ser lo mejor.

Sandra se ha ido. Bien por ti, Javi. Estas hecho un crack (y el lunes va a ser un día muy incomodo en el curro)
Vale, no son ni las diez de la mañana de un domingo ¿Y ahora que?
Descuelga el teléfono.

- ¿Sí? - Marcos descuelga al otro lado.
- Hola M, ¿está D?
- Hola Javi, acabas de subir a nivel nueve.
- Mola - Marcos cuelga.
Ha alcanzado ya el nivel nuevo en el odiometro de su cuñado, acaba de superar a Data (el de los Goonies no, el de Star Trek)
Poco después suena el teléfono.
- Hola D.
- ¡Que no me llames D!
- Pero si es una de mis películas favoritas.
- Ya, pero no soy un tío.
- Ya, ni un cazador de vampiros. Ni un medio vampiro.
- Vale, evitas el tema por el que has llamado desde el segundo uno. La has debido de liar bien gorda. Anda, déjate de rodeos y empieza a largar.
Esa es su hermana, al menos siempre le queda ella para contarle sus penas.
- No lo sabes tú bien.

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