Macroverso I Sueños interregnos

Por Javier Albizu, 2 Abril, 2014
Nuestro héroe hace como que duerme. Acostado bajo la sábana su cuerpo trata de mantenerse inerte. En la cabeza, reposante sobre la almohada, se pueden ver unos ojos cerrados pero, si nos acercásemos lo suficiente, podríamos percibir como las pupilas se mueven velozmente bajo los párpados.
Javi imagina. Ha bastado que se acostase para que las imágenes fluyan de manera espontánea. No sólo eso, comienzan a aparecer palabras capaces de describir esas imágenes. Incluso le parece atisbar cadenas de sonidos neuronales que se asemejan a frases.
La tentación está ahí. La tentación de levantase y comenzar a escribir.
- Es el momento – dice una de las voces de su interior.
- ¡No lo hagas! - dice otra de ellas - ¡Es una trampa!
Sabe que es un espejismo. Sabe que en cuanto abra los ojos las palabras y los sonidos se desvanecerán. De acuerdo, igual no es en cuanto abra los ojos, pero sí cuando sus dedos se posen sobre las teclas. Si no desaparecen se volverán a todas luces insuficientes. Entre ellas encontrará simas, fosas abisales que no será capaz de llenar o sortear para formar frases coherentes capaces de descifrar o describir las escenas que habitan y parpadean entre sus sinapsis.
… aunque igual está equivocado. Igual esta vez es distinto. Igual es como aquella vez cuando...
No, aquella vez tampoco funcionó. Cuando las legañas se desprendieron de sus neuronas tampoco había por donde pillar el texto.
No va a abrir los ojos ni a mandar su cabeza a un sitio muy lejano en el que sea tentada con nuevas imágenes “con potencial”. La va a mandar a un sitio cómodo y cercano. De nuevo al...

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Microverso.

JAVI imagina que Javi soñaba despierto.

Entraron varios hombres encapuchados en el establecimiento.
¿Qué establecimiento? Da igual. Céntrate en los tipos.
Sus disparos al aire provocaron gritos de pánico entre la concurrencia, pero él mantuvo la calma. De un rápido vistazo se hizo un plano mental de la habitación mientas el resto de sus neuronas se preocupaban en trazar un plan de acción.
Hecho.
Con un ágil salto se impulsó hasta atravesar uno de los paneles del falso techo, para terminar clavando sus poderosos dedos en el hormigón que...
Sarcástico: ¿Poderosos dedos capaces de perforar el hormigón? ¿pero tu dices estas cosas en voz alta antes de escribirlas?
JAVI: A callar.
... se encontraba por encima de este. Sabía que la estructura de alambre, aluminio y placas de aislante no habría sido capaz de soportado su peso.
Sarcástico: Por supuesto, porque nos encontramos en un mundo regido por las leyes de la lógica y la física.
Javi: Lo acabas de ver, lo ha hecho. punto. A callar.
Sarcástico: Claro, claro. Sigue.

Los asaltantes dispararon a ciegas en la dirección en la que había desaparecido, pero Javi ya no estaba ahí provocando que los fluorescentes y el resto de los paneles del techo explotasen provocando una tenue llovizna blanco-amarilla sobre la sala. Pero no todas las balas fallaron, una de ellas le alcanzó incrustándose en su derecho. Ignorando el dolor...
Sarcástico: Ignorando el dolor como quien ignora a un tipo que pasaba por ahí. Por supuesto, a un individuo capaz de perforar el hormigón con sus dedos se la sopla que le peguen un tiro.
Javi: Y dale.
Sarcástico: A todo esto ¿De qué calibre?
Javi: Que es una fantasía. Deja ya de dar el coñazo.

...continuó creando su camino dejando la marca de sus dedos través del hormigón. Tras situarse sobre uno de uno de los asaltantes, aflojó su presa, dejándose caer mientras cambiando la posición de su cuerpo antes de llegar al suelo. Aterrizó sobre el primero de sus objetivos y le arrebató el arma con facilidad para, acto seguido, mandarlo a dormir con un certero golpe del dorso de su mano...
Javi: Que te veo venir. A callar.
Una vez armado, comenzó su cacería.

Sarcástico: Yyyyyy explícame esto. Un tío que puede agujerear el hormigón con sus manos, y al que un balazo en el hombro ni siquiera le ralentiza. ¿Para qué cojones necesita un arma?
Lógico: He de añadir que, como es de rigor cada vez que fantaseas, te imaginas como un ser claramente súper humano. Intelecto, agilidad, fuerza... moralidad. Tanto es así que, los “malos”, sólo logran alcanzarte cuando te interpones en la trayectoria de las proyectiles para salvar a otro cuando, siguiendo el curso más sencillo (si mantenemos una mínima coherencia entre las capacidades que te presupones) podrías acabar con ellos tranquilamente sin armas casi antes de que comenzase el conflicto.
Javi: A ver, las armas son un elemento dramático. Que os lo tengo que explicar todo. Sólo están para dar una sensación de peligro.
Lógico: Con esa respuesta no has refutado mi afirmación.
Sarcástico: Mira que puedes llegar a ser petardo. ¿Y para qué les quitas las armas, si luego usas más que para desarmar al resto?
Lógico: Con lo que también pones en peligro la vida de los rehenes de una manera gratuita.
Sarcástico: ¡Y luego ni siquiera los matas a los tipos chungos!.
Javi: No me gusta matar.
Sádico: Venga, tonto, que nunca lo has probado. Igual luego te gusta.
Sarcástico: Tampoco puedes sobrevivir al impacto de una bala, dar saltos de veinte metros, y perforar acero y hormigón con las manos. Vamos, que yo no diría que ese tipo eres tú.
Javi: Con vosotros no se puede tener una fantasía decente.
Sarcástico: Oh, sí. Lo flipo con tus ensoñaciones y su elaborada estructura. Pero si al final siempre la cascas dejando a “la chica” llorando por un tipo al que no conoce de nada.
Desesperado: ¿Por qué? ¿por qué nos haces esto? ¿Por qué ni siquiera en tus sueños puedes acabar llevándote a la chica?
Javi: ¿Qué queréis que os diga? Me gusta la tragedia.
Sarcástico: Sí, está visto, eres el nuevo señor del drama literario.
Desesperado: Espera, me parece detectar algo. Atención, posible interés afectivo a la a tus tres.
Sarcástico: ¡Alerta de drama!, ¡alerta de drama!. ¡Inmersión, inmersión!.

Volviendo a la realidad, Javi la vio. Su rostro no era especialmente llamativo, pero sus facciones poseían aquella característica que la hacía destacar sobre el resto.

Sarcástico: ¿En serio? ¿no acabas de soltar un contrasentido del quince? (aparte de resultar una descripción de lo más tópica)
JAVI: Chitón.

Quizás fuera aquella sonrisa que parecía iluminarlo todo, o esa mirada en la que uno se podía perder.

Sarcástico: En efecto, nada llamativo. Seguimos en alerta de tópicos.
Javi: ¿Con quién hablar?
Sarcástico: Nada, cosas mías.

No sabía de qué se trataba, pero aquella mujer poseía una belleza serena que le llamó la atención.

Sarcástico: ¡Que sí que lo sabe! ¡Que se lo acabas de describir!
Desesperado: Dile algo.
Javi: Aún no.
Desesperado: Se esta desviando.
Javi: En ese caso poco vamos a poder hacer.
Sarcástico: Es verdad ¿De que sirve luchar contra el cruel hado del destino?
Javi: Vete a la mierda.
Desesperado: No, no te vayas, mi amor. Habríamos podido ser tan felices juntos... ¡Esta corrigiendo su trayectoria!. ¡Se acerca! ¡Se acerca!
Sarcástico: Alinee los cañones, preparen el fuego de cobertura.
Desesperado: Vete a la mierda.
Sarcástico: Que susceptibles que estáis esta mañana.
Javi: Calla, ya esta aquí.
Desesperado: No le hables a este, háblale a ella.
Javi: Bienvenida a Burger Prince. ¿Qué desea tomar?
Ella: Un menú Full Kingdom con foso gigante.
Javi: ¿Que bebida?
Sarcástico: Que seguridad, que saber hacer. Animo Casanova, la tienes en el bote.
Javi: ¿Alguien puede hacer callar a este imbécil?
Imbécil: Sin ofender.
Ella: Limón. También quería un torreón de patatas, y una ensalada feudal.
Javi: Son doce con cincuenta. ¿Quiere ketchup con la hamburguesa?
Ella: No, gracias.
Javi: Tiene el numero setenta y dos.
Ella: Gracias.
Desesperado: ¡Te ha dado las gracias!
Javi: Como todos los que han venido antes.
Desesperado: Bueno, ¿vas a ir decirle algo?
Javi: Sí, espera, que ahora la pido de salir.
Desesperado: ¡Tío!, ¡que es la mujer de tu vida!.
Javi: Tu estas muy mal.
Sarcástico: Ha hablado el gran maestre del equilibrio emocional y el Zen vital.
Desesperado: ¿Ya está? ¿No vas a hacer nada?
Javi: Nop. Quizás en otra ocasión y, de ser posible, en otro entorno.
Desesperado: Entonces ¿La seguimos y nos hacemos los encontradizos?
Sarcástico: Sí, esa parece una buena idea.
Javi: ¿Tú de qué lado estás?
Cobarde: No les hagas caso.
Javi: Por favor, tú no te pongas de mi lado.
Lógico: Él siempre está de tu lado, o tú siempre estás del suyo. Negarlo es fútil.
Desesperado: ¡Nunca lo conseguiremos! ¿Por qué no acepté aquella oferta para irme con aquel maniaco depresivo?

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Estupendo, en este momento, nuestro héroe no sólo se había desvelado, sino que se encuentra un poco depre de manera estúpida y autoinfligida.
Se da la vuelta en la cama manda su cabeza a algún lugar algo más lejano. Mejor dar la tabarra a alguno de los otros personajes que no le han salido tan respondones. Lo que está claro es que hoy no va a dormir una mierda.

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