Palabras desde otro mundo

Allá vamos. Nuestras primeras jornadas de rol (nuestras, mas que nada mías y de alguno mas, no de todos los que fuimos). La cosa ya comenzó bien. Viernes, nosecuantos del nosecual, del (posiblemente) noventa y cuatro. Doce y mucho de la noche, estamos en frente de los cines Golem, ubicación desde la cual nos recogería el autobús que nos trasladaría hasta Barcelona.
Algo había odio sobre ella. Había visto “Juegos de guerra”, y también quería conectar mi Commodore a algún sitio chungo de esos que te permitían dominar el mundo (aun sigo intentándolo, ahora tengo el sillón para la dominación universal, de aquí a un tiempo...) pero las compañías de telecomunicaciones españolas no estaban por la labor (y yo no tenia ni idea de como conectar aquel chisme al teléfono), así que la espera se alargo un poco.
¿Que es lo que pasa?
¿Todos a los que llego a considerar mi amigos, acaban largándose de la tienda?
¿Es que acaso solo duran los malos en esta empresa?
No. Espera. Aún queda esperanza.
¿Son dos figuras esas que veo en el horizonte? bueno, no. Quizás sean una y media.

Efectivamente, no todo el mundo sale huyendo de la megatienda, aún quedan un irreductible grupo de galos, estoooo trabajadores, inasequibles al desaliento.

Pues bien, creo que ha llegado el momento de hacer acopio de sucesos. En un principio esto iba a ser una especie de columna de resumen, algo así como una declaración de intenciones para el nuevo año, comenzando con algo tan tópico y típico como “lo cierto es que este ha sido un buen año para mi”, pero lo cierto es que, pensándolo fríamente, para mi el cambio de año tiene la misma trascendencia que el cambio de estación, de mes, de semana, o de un día a otro. Así que voy a ir de “guay”, y lo publico con unas semanas de antelación.
Pues si, la república de triunfadores ha muerto, larga vida a la república.
Ahora a buscarse la vida, y ya me ha costado.
Me he pateado cosa de quince servidores distintos que ofrecieran php de manera gratuita, y otras tantas paginas que ofrecían weblog bajo toda clase de programas. Pero no fue hasta ayer, a eso de las dos de la mañana, que he dado con el que (espero) sera el definitivo.
Es curiosa la vida y las relaciones que vas haciendo. Como empiezan estas, y como acaban resultando.
Esto viene a colación por como comencé mi relación con estas dos personas, Iñaki Calleja, y Maria Jesús Urrestarazu.
¿Que queréis que os diga?
Quiero a esta mujer.

¿Es un pájaro?, ¿es una avión?, No, es un vendaval humano, es Maria, una de esas personas de las cuales me digo “si todos fuésemos como ella, este mundo sería un lugar mucho mejor”.

De haber alguna razón por que pudiese alegrarme de mi cambio de ubicación dentro del esquema de la tienda, del taller a ventas, esta habría sido el poder conocer a Eduardo.
¿A quienes pertenecen estos nombre?
Vaya pregunta, pues a dos mujeres. Blanca Arias, encargada de los libros en la tienda, y profesora de piano particular, y Alicia (no me acuerdo de su apellido), administrativa que trabajó unos cuantos años en la tienda.
¿Que que tienen de especial estas mujeres?
Pues lo cierto es que no lo se, pero son las únicas con las que he logrado mantener una relación “física”.
Quietos parados, no me seáis malpensados.
¿Que a que me estoy refiriendo entonces con una relación “física”?.

Me explico.

No dejan de sorprenderme las cosas que voy “descubriendo” de mi mismo según voy pensando y escribiendo sobre mi historia.
No me refiero a que haya grandes lagunas en mis recuerdos (que alguna que otra hay, pero no de demasiada trascendencia), sino a la importancia que han ido teniendo a lo largo de mi vida mis compañeros de trabajo.