Daegon, mes CCCLXIV

Por Javier Albizu, 6 Noviembre, 2022
Un ves más, y un mes después, volvemos a la carga para hablar de la aparente falta de avances en todo aquello relativo a los diferentes proceso creativos relacionados con las cosas de Daegon.
Así pues, vayamos por partes.

1. Sobre la escritura:
Como no podía ser de otra manera, sigo en la primera página del primer relato de la nueva novela / colección de relatos. Algo que no quiere decir que no se hayan producido avances.
Se han producido movimientos dentro de la estructura del primer capítulo, y el segundo segmento ha pasado a ser (otra vez) el primero. Me he planteado el cambiar de género a un personaje para que (en mi cabeza) resulte más sencillo al lector no asociar a otro concepto / personaje (sin género, o con todos ellos, como se prefiera) como masculino. Sigo dándole vueltas al pronombre a utilizar (en caso de verme obligado a utilizar alguno para referirme a.. maldición, no quiero decir “él” ni “ella” ni “ello” o “eso”) cuando me refiero a ese concepto.
En fin. Problemas del primer mundo.

Con todo esto, actualmente el conteo de palabras está como sigue:
Documento principal: 4.284 palabras, 11 páginas.
Descartes: 4.787 palabras, 18 páginas

A su vez y, como consecuencia de la problemática anteriormente expuesta (entre otras tantas), seguimos con la misma velocidad raquítica de unas setecientas palabras a la semana. Con el deseo de ponerme a escribir porque “ahora sí que lo tengo” mientras hago otras cosas, hasta que me siento delante del teclado, hago todo lo que está en mi mano para retrasar el momento de ponerme a ello, y descubrir que no. Que realmente “no lo tenía”. Que las palabras que creía que iban a salir a cientos se quedan en nada. Que ni son tantas, ni realmente funcionan una vez plasmadas.

Pero seguimos tomando decisiones, avanzando... y retrocediendo (y dando saltos raros).

Si en la anterior entrada comentaba que este iba a ser un “libro de libros”, este propósito se ha ido afianzando a lo largo de este mes. Lo que aún no tengo claro es cuántos “libros” serán.

Por lo pronto, tengo claro que, los tres primeros estarán centrados en la segunda edad de Daegon. Con esta idea en mente, a la hora de realizar la criba de las historias que voy a contar me he limitado a los títulos de las entradas que utilicé para hablar de esta edad en la primera encarnación de las “Edades de Daegon”:

Nacimientos y despertares. El alumbramiento de los hijos de Adai.
Los primeros dioses. El advenimiento de los padres de los hombres.
Hermanamiento e Imperio. El reinado de los siete reyes dragón.
La muerte de los mundos. Destrucción y cenizas. El final de una era.
Epílogos y preludios. Yago y Shur. Ira y renacimiento.

Este primer capítulo se llama “Despertares”... aunque no tiene mucho que ver con los “Despertares” de la primera entrada de antaño (mucho no, aunque algo sí).

A su vez, lo que no tengo intención de hacer es ceñirme parcialmente al “cuerpo” de aquellos textos... un poco de aquella manera. Porque, a pesar de estar imbricadas de manera inevitable con ella, voy a tratar de desligar las historias de la “metatrama original”tm.

En el primero de estos libros, cuyo título provisional es “Lo que no volverá a ser”, me estoy centrando en tratar de presentar una suerte de relatos “costumbristas” de los progenitores de la humanidad. Claro está, hablamos de gente que eran casi dioses. Seres que vivían millones de años. Que eran capaces de moldear porciones de la realidad de acuerdo a sus percepciones.
Así pues, el costumbrismo aplicado a este gente no es algo que sea muy... convencional al ser contemplado a través del tapiz de nuestra mirada.

A su vez, y como decía al principio... esto hace especialmente complicado el presentar según qué conceptos. Si pretendo no ser discursivo y verborréico, sino evocador, he de tener mucho cuidado con la manera en la que presento las cosas. Con los nombre que les doy a los conceptos. Así pues, no utilizaré los “palabros de otro mundo” sino que estos tratando de encontrar palabras que “suenen” a castellano, que evoquen las ideas que quiero transmitir, pero que no existan en nuestra lengua de manera explícita. Esta es una decisión que tomé durante la escritura de “Arcanus” (la novela cuyo segundo borrador terminé en julio), y que se ha ido consolidando tras algunas de las últimas lecturas1 que he ido terminando durante estos días (y otras obras de los mismos autores que leí hace tiempo). Cosas como los lenguajes que usaron Dan Simmons en Hyperión e Ilión, o Gene Wolfe en su saga del “Libro del sol nuevo”.
El propósito es que sea el lector quien realice sus propias aproximaciones a través de palabras con las que tenga la sensación de poseer una cierta familiaridad. Que sea capaz de crear su propio esbozo mental del concepto sin necesidad de descripciones infinitas.
Seguro que eso está tirado.

Una vez que termine con este primer libro (que tendrá cuatro relatos), los dos siguientes seguirán esta misma tónica, pero centrándonos en los cambios de la realidad que desencadenaron el final de la segunda edad (y el final de casi todos los integrantes de la primera humanidad). Un proceso en el que, de nuevo, pretendo seguir con el mismo acercamiento “costumbrista”. No habrá grandes batallas, pero sí algo de épica y mucho drama.
A buen seguro, durante ese proceso rescribiré “Reflejos y cambios”2 para que forme parte de este tercer libro desde un punto de vista más acorde a los nuevos paradigmas que he ido estableciendo.

La lógica dicta que, a estos libros, deberían seguirle las historias que formaban parte de la tercera de las “Edades de Daegon”, pero ahí me encuentro con problemas adicionales.
Por un lado, “Arcanus” estaría englobada dentro de esta edad:

Regresos y éxodos. Guerra en los límites de la existencia. Huidas y sueños.
Nuevos dioses para un mundo viejo. Guerra y fe. La llegada de los hijos de Tayshar.
Rupturas y fragmentos. El regreso del destructor. Ascensión y conquista.
Oscuridad y grietas. Nuevos enemigos, nuevos aliados. El despertar de los jonudi.
Incomprensión y conflicto. Fortalezas en las estrellas. Rebelión en la sombra.
Poder y superación. Control y conocimiento. Arcanus y Rogani.
La forja del anillo. Ampliando el horizonte. Muerte desde las estrellas.
División y cambios. Ciudades en el cielo. Líneas en las arenas de la mente.
Héroes y Mártires. Superando los limites de la mente. Rompiendo las fronteras de la realidad.
Ocaso de imperios y lluvia de dioses. El resurgir del Kinsai Ubami.
Alzamiento y barbarie. Orgullo y condena. La última victoria de los ailanu.

Por otro, hay un gran hueco (uno de unos cuantos millones de años) entre la segunda y la tercera edad... y me gustaría explorarlos. Pero, bueno, aún quedan unos cuantos años hasta que llegue ese momento. A saber cuántas veces cambio de idea antes de que llegue el momento de tomar una decisión (y entonces pensaré en qué momento “termina” este “libro de libros”).

2. Sobre el dibujo
Durante el mes pasado el tema del dibujo3 se tomó un desvío. En octubre comenzaba el segundo curso en la escuela municipal, por lo que el ritmo de “ilustraciones daegonitas” se ha resentido. Por otro lado, no veo grandes (ni pequeños) avances en lo que he ido haciendo por casa. Tengo que replantearme esto porque no me parece que lo de dibujar sin referencia me esté sirviendo de gran cosa... pero sigo sin querer “copiar” cuando estoy fuera de clase.

3. Sobre la programación
Cero. Niente. Nada. Esto tiene que cambiar.

Enlaces:

1. Las lecturas
- El feed de Goodreads
- La sombra del torturador
- Hyperión
- La caída de Hyperión
- Ilión I
- Ilión II
- Olympo I (Ilión III)
- Olympo II (Ilión IV)

2. Reflejos y cambios

3. Dibujines

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.