Arcanus Anotado I: Dramatis personae I - Rogani

Por Javier Albizu, 19 Febrero, 2023
Aviso a navegantes Redux.
Si no sabes de qué va esto, mejor pásate por la entrada de presentación0 antes de seguir.

Cuando empezamos con el repaso del elenco de personajes que aparecen en la novela nos encontramos con una elección que, a priori, puede resultar algo atípica. Porque tengo claro que puede resultar extraño que no empecemos con el “personaje titular” (por más que no aparezca hasta el último capítulo).

Por otro lado, si decidimos adoptar un acercamiento “cronológico” (dentro del contexto de Daegon), este primer puesto debería ocuparlo Huatûr.

Pero, no. Empezamos por “el tocapelotas definitivo” de mis grupos de juego. Por el “frenemy por antonomasia” de gran parte de las campañas. Por Rogani.

Y empezamos por él... porque muchas cosas empezaron por él.

Si vamos a las ocasiones en las que ha aparecido por aquí con anterioridad2 podemos ver que su nombre aparece citado en las mismas entrada del proceso de rescritura de este mundo (Daegon, mes...). A su vez, podemos comprobar también cómo su primera aparición dentro de la “Biografía Daegonita” precede a la de Arcanus (VI vs VIII).

Por otro lado, cuando vamos a la web de Daegon3, su nombre aparece mencionado ya en “los anales runequesteros” de su primera versión.
Por último, también fue el personaje alrededor del que empecé a escribir mi primer relato... precediendo el documento en el que pretendías narrar sus correrías en un par de días al inicio de la escritura de la primera versión de “La Novela” (1997-06-09 21:06 vs 1997-06-11 18:41).

Una vez acotado esto, vayamos al turrón.
¿Quién es Rogani?

Rogani es un alianu.
Muy bien, sí, lo sé, de acuerdo. Supongo que si a alguien se le viene ahora a la cabeza la muy legítima pregunta de ¿y qué es un ailanu?, esta pregunta debería ser respondida.

Viajemos hasta (casi) “el principio de los tiempos” (de mis partidas) de Daegon. O sea, vayamos hasta cosa del noventa y tres.

Los jugadores son capturados por un par de tipas a las que les habían estado tocando las narices, y eran enviados hasta una “isla prisión”. Allí eran capturados por unos tipos muy feos (y clavadicos al depredador de la película del Cuache), y eran enviados hasta otro plano. Hasta el plano en el que los dioses habían encerrado a sus antaño “hijos predilectos”. Esto es, a los ailanu.

En aquella versión inicial que se contó a los jugadores, los ailanu habían sido una especia de “ángeles”. Seres quasiperfectos enviados pos sus creadores hasta Daegon para enseñar a sus razas cómo adorarlos.

Pero, claro, había un problema (porque tenemos que inventarnos drama). En aquella ocasión, el problema estribaba en que la parte de “quiasi” había pesado más que la de “perfectos”. Que habían terminado por traicionar a sus creadores, lo que llevó a su inevitable condena en otro plano de existencia. De premio, en aquel lugar habían sido “separados” en tres partes arquetípicas (y arquetópicas). Esto es, la “parte buena”; Ailanu, la “parte mala”, Jo’Na’Ryum (donde estaban los clones del depredador entre otros) y la “parte neutral”; Zealot (sí, por el personaje de los WildC.A.T.S.), que mediaba entre ambas.

Con aquello, y una vez que lograron escapar de aquel lugar, los Jo’Na’Ryum se convirtieron en los “malos habituales” durante una temporada larga. Porque parece que los dioses no le tenían pillado el punto a eso de exiliar a la peña “definitivamente”.

Rogani apareció por primera vez una vez que esta campaña había terminado.
Era “el único” ailanu que había logrado escapar de aquella condena que se impuso a los suyos, y llevaba milenios haciendo de las suyas por el mundo. Cuando se lo encontraron los jugadores, había secuestrado a una diosa y, como buen científico malvado, se estaba dedicando a analizarla para convertirse en alguien “aún más inmortal”.
Espoiler; lo conseguía.

Vayamos unos años más adelante.
En el noventa y seis, después de “La Gran Campaña”, y después de muchas apariciones de Rogani en su dualalidad de antagonista / aliado, trataba de hacer memoria de las cosas que habían ido apareciendo y de dotar de algo de sentido a todo lo que había ido presentando hasta aquel momento. En aquel momento los ailanu (al igual que el resto de las razas no-humanas) recibían su primera modificación.

Elfos, enanos y trolls pasaban a ser “alteraciones” de los humanos llevadas a cabo por “unos dioses tras su llegada a este mundo” en memoria de “los hijos que habían perdido en el universo que se vieron obligados a abandonar”. Los ailanu se convertían en una “hibridación perfecta“ (ejem) de aquellos cuatro conceptos. El resto, básicamente, se mantenía.

Dado el enfoque que tenían aquellos textos, lo que no aparecía en ellos era algo que mis jugadores sí que sabían. Durante los tiempos del “Gran Imperio Ailanu” Rogani había sido “el poder en la sombra”. La persona que realmente tiraba de los hilos de aquel “Gran Imperio”.

En la segunda versión de Daegon, cuando cambiaba elfos, enanos y trolls por krieg, ilawar y elaen, los ailanu mantenían el mismo nombre (y el mismo estatus).

Pero, claro, llegó la tercera versión. Aquella en la que, aparte de cambiar el reglamento, le daba su primer vuelco a la metafísica.

Los dioses “tal y como los conocemos” desaparecían del mapa. La “magia” dejaba de ser lo que era. Aquello era un pifostio guapo, guapo. Un cúmulo de incoherencias e inconsistencias que no se sostenían por ningún lado. Pero nada de aquello importaba mientras continuaba con mi huida hacia adelante.

Rogani continuaba dando guerra y los jugadores descubrían que no todos los grupos habían conocido al mismo. Que en realidad había creado varios clones de sí mismo dándoles un poco de diversidad para tener entretenimiento por los siglos de los siglos. Que el original vivía en la luna. Que sus clones se lo querían cargar, y que el sentimiento era mutuo. Aquella era la gracia del asunto.
Aparecía Sigma 3.0 con aún más ailanu que vivían en esta estación orbital. Aparecían aspirantes a crear un “Nuevo Gran Imperio Ailanu” (porque podían ser poderosos, pero no eran demasiado originales). Después llegó el primer intento de escribir “La Novela”, donde también aparecía Rogani (y Arcanus) en su primer prólogo. En aquella ocasión tampoco tenía respuestas para muchas de las preguntas que me hago hoy en día... pero que entonces no se me pasaban por la cabeza. Porque, desde un punto de vista lógico o de coherencia narrativa aquello no había por dónde cogerlo.

No fue hasta la rescritura de dos mil diez4 que trataba de poner un poco de orden en todo aquello. El primer paso de aquella restructuración consistía en cargarme a casi todas las especias no-humanas... entre las que estaban incluida la de los ailanu.
Sin “dioses tradicionales” habían dejado de tener sentido dentro de aquel conjunto.

Sin embargo, “los ailanu” seguían ahí. También “El Gran Imperio Ailanu” (aunque ahora bastante más pequeño que en su primera encarnación). Por supuesto, Rogani también estaba por ahí. Por supuesto, su papel dentro de aquel marco también había cambiado.

Los ailanu pasaban a ser “los hijos de Ailán”. Esto es; los descendientes más o menos directos de un concepto que ya había utilizado en los primeros escritos; los “progenitores de la humanidad”. O lo que es lo mismo, de los primeros “hombres y mujeres inmortales que poblaron Daegon millones de años atrás”.

Y así llegamos hasta el Rogani que aparece en Arcanus. Un personaje más complejo que el que habían conocido los jugadores. Un tocapelotas y un manipulador (de ahí el título de “Tahúr” en su capítulo), por supuesto. Alguien poderoso, sí. Alguien amoral en su mayor parte, también. Pero, en gran medida, todo esto no dejan de ser herramientas para convivir con el síndrome del superviviente.
Es alguien que ha permanecido cuando “los suyos” ya han desaparecido. Que ha vivido varios cambios axiomáticos que han estado a punto de acabar con toda la humanidad... y que han dado como consecuencia otras (desde su punto de vista) “cosas”.

Porque él se podría decir que ha vivido “entre dioses” (los progenitores). Que ha tenido a su alcance conceptos que estas sucesivas “nuevas humanidades” no pueden ni plantearse. Podía caminar entre planos de realidad. Entre niveles de existencia. El espacio y el tiempo carecían de peso específico a la hora de tomar sus decisiones. Pero eso fue “antes”. Porque los cambios no han afectado únicamente a estas criaturas de mentes y existencias breves con las que se ve obligado a convivir y con las que se ve ha visto incapaz de relacionarse en igualdad. También han afectado a sus propias capacidades, su percepción y su manera de relacionarse con cuanto le rodea.

Enlaces:

0. Arcanus Anotado

1. Frenemy

2. Anteriormente por estos lares
- 2016/01/01 - Daegon, el índice
- 2017/01/02 - Daegon, mes XII
- 2018/06/20 - Daegon, mes XXIX
- 2019/10/23 - Biografía daegonita VI: El camino hacia alguna parte
- 2019/11/20 - Biografía daegonita VIII: El gran esquema
- 2020/03/11 - Biografía daegonita XVIII: El Juego de los inmortales I
- 2020/04/01 - Biografía daegonita XXI: El Juego de los inmortales IV
- 2020/04/29 - Biografía daegonita XXV: Cabos sueltos IV
- 2020/05/06 - Biografía daegonita XXVI: Cabos sueltos V
- 2020/07/29 - Biografía daegonita XXXVIII: El Herético IV
- 2020/11/11 - Biografía daegonita XXXXXIII: La campaña del anillo VIII
- 2021/02/03 - Biografía daegonita XXXXXXV: La última campaña II
- 2021/02/10 - Biografía daegonita XXXXXXVI: La última campaña III
- 2021/02/17 - Biografía daegonita XXXXXXVII: La última campaña IV
- 2021/03/31 - Biografía daegonita LXXIII: La novela III
- 2021/04/01 - Biografía daegonita LXXI: La novela I
- 2021/04/14 - Biografía daegonita LXXV: La novela V
- 2022/11/06 - Daegon, mes CCCLXIV

3. Por Daegon
- Daegon v1 - Los Ailanu
- Las edades de Daegon - Tercera edad: Ampliando el horizonte
- Las edades de Daegon - Tercera edad: Arcanus y Rogani
- Organizaciones - Los Siete Reyes Dragón: El Contemplador

4. Reduciendo a lo básico

El contenido de este campo se mantiene privado y no se mostrará públicamente.

Plain text

  • No se permiten etiquetas HTML.
  • Las direcciones de correos electrónicos y páginas web se convierten en enlaces automáticamente.
  • Saltos automáticos de líneas y de párrafos.