Daegon, mes XVI

Por Javier Albizu, 30 Mayo, 2017
Se acerca el verano, se acerca el mal tiempo y, con los ánimos en horas bajas, seguimos. Quedan siete meses para finalizar con este reto pero la cosa no se va haciendo más fácil sino todo lo contrario.

Y hablando de seguir, continuamos (aún) con La (antigua) Orden (de los Cronistas de Baern). Ciento diecisiete páginas ya de algo que “no iba a ocupar demasiado” y aún le queda.
En esta ocasión, y este mes, tenemos una única entrada nueva, la dedicada a la orden de los Formadoeres:
Las órdenes IV

Veintiuna páginas fragmentadas, desorganizadas y, estoy convencido, llenas de detalles redundantes o irrelevantes para nadie que no sea yo. Yupi.
Al igual que sucedió con el texto dedicado a los Pensadores, no me limito a hablar de la organización interna de este grupo sino que, ya puestos, también trato de dar una visión parcial de la educación en el oeste daegonita. También, al igual que con los Pensadores, me dedico a divagar un poco soltando alguna que otra obviedad, perogrullada y estupidez acerca de mi visión de la educación, intercalando, camuflando, soterrando y pervirtiendo algunas de ideas con otras con las que no estoy de acuerdo. No es cuestión de ponerse a dar lecciones de nada, sino de crear diversidad y ampliar el espectro de posibilidades de los que dispondrá el director de juego (aunque es probable que, en más de una ocasión, se me vaya la mano hacia un lado)
Si la anterior entrada fue la más extensa, esta le ha ido a la zaga ocupando un más que meritorio segundo puesto. El tercero sigue quedando a mucha distancia.

Así pues, ya sólo quedan los Futuristas, las órdenes menores, las relaciones con otros organismos científicos y las ideas de aventuras centradas en miembros de La Orden (las cuales, pese a tener alguna que otra idea esbozada, sigo sin tener del todo claro cómo afrontarlas).

Dentro de mi ciclo semanal de escritura y los patrones que se repiten en ellos, en los momentos de bloqueo o cansancio de tanto dar vueltas a La Orden, también he comenzado a esbozar la primera aventura. Ya van cuatro páginas en las que me he limitado a desvariar acerca de la metafísica de la ubicación en la que tiene lugar. No tengo remedio. También le he cambiado cuatro veces de nombre a la aventura sin terminar de dar con uno que me guste.
Por lo demás, todo sigue igual. Los lunes no suelo llegar al mínimo y los fines de semana toca acostarse a las mil para recuperar. Esto no es tanto por bloqueo como por pereza y que cada vez me cuesta más ponerme a las teclas. En fin, por el momento aguantamos.
Y la cosa es que ideas no faltan, o las ganas de empezar a desbarrar en otros derroteros, pero tengo claro que son ideas trampa. Abandonar esto no va a convertir la escritura en algo más simple. La primera fase, la de la elucubración, siempre es bonita. Es una vez que esta ha quedado superada y toca el trabajo desagradable de transformarlo en palabras cuando todo empieza a ser dolor y frustración

Dicho esto, vuelvo de vez en cuando la vista hacia mi hoja de cálculo en la búsqueda de algo que poner en valor, por más peregrino o irrelevante que sea. Poco a poco vamos superando pequeños hitos absurdos que van surgiendo de manera fortuita. Este mes han sido dos de ellos. Por un lado, el de superar las doscientas mil palabras escritas en esta última iteración de Daegon de los dosmiles diecipico. Por otro, hemos superado también los cuatrocientos lugares.

Lo de calcular hasta cunando se prolongará la escritura de la información referente a La Orden también sigue el mismo camino: Ni idea, aunque dudo que lo termine antes de que finalice junio. Cuando me ponga en serio con la aventura… a saber. Por lo pronto, parte de lo que he escrito para ella creo que lo acabaré llevando hasta el bloque que le encaja mejor como es De conceptos y consecuencias, pero ya lo decidiré cuando llegue ahí.

El palabrómetro, la cosa no ha subido demasiado:

Personajes: 506
Planetas: 12
Países: 140
Lugares : 405
Etnias: 40
Obras: 18
Panteones: 5
Organizaciones: 82
Títulos: 40
Conceptos: 8

Y creo que ya vale por hoy.

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