Biografía fabuladora IV: De momentos y lugares

Por Javier Albizu, 12 Diciembre, 2021
En anteriores capítulos de “Biografía fabuladora”1:

...por más que trato de hacer memoria, la mayoría de los recuerdos asociados con estas “historias heredas de los primeros días” son ciertamente vagos. Aquellos que han logrado sobrevivir hasta la persona en la que me he convertido me resultan muy difíciles de ubicar cronológicamente.

Muy bien. Sigamos desde ahí.

Por más que esto sea cierto, no es menos cierto que, al mismo tiempo, una gran parte de esas historias sí que puedo asociarlas a ciertos lugares. Con espacios físicos… de los que, en su gran mayoría, tampoco guardo una imagen muy clara.

Si me pongo a ello, puedo recordar con cierto nivel de detalle la distribución de mi primera casa. Puedo hacer un esquema en el que se muestre la disposición de las habitaciones. Hacia dónde llevaba el pasillo central. La situación de los sofás y la tele en el salón. A qué pared daba la mesa de la cocina. La distribución de la tienda. Hay ciertos detalles que no terminan de cuadrar cuando trato de crear el esquema completo del tirón en mi cabeza. Piezas que, por separado, son correctas pero que, a la hora de montar el puzle, no soy capaz de lograr que encajen. Que no consigo “rotar” mentalmente por más que sepa que era imposible que fuesen tal y como las encajo entre mis neuronas. Por otro lado, si me pongo con un papel delante, la cosa sale con bastante fluidez. Esas inconsistencias mentales permanecen, y generan una cierta extrañeza al ver el dibujo final, pero sé qué parte es la que está mintiendo. Cosas de la memoria.

Eso sí, no me preguntes por formas o colores, esa es una información acostumbra a desaparecer de mi memoria. Esta es una carencia que no solo se aplica a los recuerdos lejanos. Salvo que me dedique a memorizar este tipo de detalles conscientemente, rara vez duran mucho ahí dentro. A su vez, una vez memorizo el detalle eso es lo único que queda. Una serie de elementos inconexos incapaces de conformar un todo cuando trato de unirlos. Mis engranajes mentales funcionan asín.

Pero me estos saliendo del tema. Regresemos al asunto original.

Si repasamos el listado de tebeos que compartía en esa entrada, la división resultante entre cada uno de ellos y el entorno al que los asocio quedaría tal que así:

Araia:
1944 - El hombre enmascarado
1949 - Hazañas bélicas
1956 - Capitán Trueno
1964 - Películas Disney
1967 - Steve Pops, Operación Relámpago - Editorial Oikos-tau
1969 - Daredevil / Dan Defensor - Editorial Vértice
1971 - Mortadelo y Filemón - Editorial Bruguera
1972 - Conan - Editorial Vértice
1972 - Jinete Fantasma - Editorial Vértice
1973 - Sir Tim O`Theo

Ekay:
1959 - El Aguilucho

El resto:
1958 - Tintin - Editorial Juventud
1959 - Pumby - Editorial Valenciana
1972 - Lucky Luke - Editorial Bruguera
1973 - Tumbita

se encuentran más difusos en mi memoria.

La división de personajes no deja de ser un tanto arbitraria porque, por ejemplo, no recuerdo haber leído nunca un tebeo entero de Tumbita o un tomo dedicado a Sir Tim O`Theo. La imagen que conservo del primero siempre ha ido unida a las contracubiertas de los tebeos de Vértice. Dado que aquello dejó de publicarse en el setenta y cuatro, todo parece apuntar a que ninguno de aquellos números fue comprado con la intención de que yo lo leyese.

Claro está, como también indicaba en la primera entrada, aquí tenemos ciertas incógnitas irresolubles. Porque, por más que en la actualidad las tiradas tienden a tener una vida muy corta, las comunicaciones (y muy probablemente las tiradas) en aquella época eran muy distintas. Si las devoluciones no estaban a la orden del día, igual un tebeo se pegaba en u kiosko varios años.

A su vez, en aquellos días dudo que se pensase en el coleccionista o el completista, y el nivel de especialización de los vendedores finales dudo que fuese muy elevado. A buen seguro los kioskeros se tragaban lo que les llegaba en el paquete de la distribuidora sin entrar al detalle de si había huecos en la numeración. Durante bastantes años tras asumir el consumo de ficción en viñetas como una de mis aficiones “conscientes”, si no conseguía el ejemplar de alguna colección en el mes de su publicación, podía dar aquel número por perdido (salvo que la distribuidora lo volviese a poner en las tiendas los sobrantes de las tiradas en un retapado). Pero desconozco cómo sería la situación antes de aquello.

Regresando al listado, tanto a Tintín como a Lucky Luke o Pumby los asocio con lugares más alejados. El primero a una casa en la que pasamos unas vacaciones. El segundo a Fustiñana; el pueblo donde mi madre iba a recibir tratamiento para su hernia de disco.
También recuerdo asociado a una casa ajena mi primer contacto con el cowboy de Morris y “El Jueves”2. No sé si estos tres encuentros serían concurrentes o si coincidirían con mi primer acercamiento a Tintín pero, de ser así, en ese caso ya estaríamos adentrándonos en los ochenta (lo que también lo vincularía con la época fustiñanesa)

Para terminar, supongo que la falta de asociación de Alsasua con los tebeos, y su aglutinación en Araia, tiene cierto sentido. Ekay era (es muy pequeño) y nunca llegó a tener una tienda expendedora de tales lujos. Por lo que me cuenta mi madre, en los tiempos previos a mi nacimiento tenían un pequeño ultramarinos llevado por un matrimonio de Irutzun, e incluso un colegio, pero yo nunca conocí ninguno de estos establecimientos.

Bueno, miento. La antigua escuela se terminó convirtiendo en “la sociedad” del pueblo. El lugar en el que los esposos esperaban a sus señoras mientras estas iban a misa, y uno de los centros de ocio principales durante las fiestas del pueblo.

Por su parte, Araia es un pueblo más grande. Un pueblo con su ayuntamiento (donde se encontraba también la biblioteca), su cine, plaza, “practicante” (médico), “cooperativa” y… tienda de chucherías (y tebeos). Mi padre y tíos tenían un acceso más cómodo a según qué tipo de ocios.

De cualquier manera, guardo recuerdos y sensaciones similares de los primeros tebeos que llegarían hasta mis manos publicados después de mi nacimiento. En su gran mayoría estos se encuentran vinculados a Araia… y para aquel entonces dudo que mis tíos siguiesen viviendo en cada de mis abuelos.

Pero todo es muy vago. En su gran mayoría apenas conservo algún recuerdo de sus historias. Solo sensaciones e imágenes mezcladas y descontextualizadas que no servirían que nadie llegase a hacerse una idea acerca de sus tramas.

No recuerdo ninguna historia de Tintín, solo las siluetas y poses de alguno de sus personajes. Lo mismo podría decirse de Pumby, o del conjunto de personajes que Bruguera publicaba en sus revistas. Si me preguntas ahora sería incapaz de concretar nada acerca del tono que solían tener las aventuras de Sir Tim, o de aportar el más mínimo detalles de sus historias más allá de la gorra de golfista del protagonista y el bombín de su ayudante.

Por poner un ejemplo, no sé muy bien cómo llegué hasta los tebeos de Steve Pops tras el advenimiento de internet. Sé que fue a través de una búsqueda bastante larga en Tebeosfera… pero no recuerdo los criterios que seguí (que fueron muchos y distintos). La única secuencia que permanecía grabada en mi cabeza era una en la que el protagonista volaba sobre una salchicha. Algo que sería el resultado de mezclar varias escenas que se producían a lo largo del tebeo. Una escena que sí que sale en el tebeo:

Pero que no se corresponde con lo que yo recordaba ya que la estaba mezclando con oras dos que la precedían.
Cuando releo muchas de estas historias se mezclan la extrañeza con el reconocimiento. El “magdalenzo” con la pregunta de si realmente llegué a leer aquellas historias.

Enlaces:

1. Bbiografía fabuladora I Pre-historia

2. El Jueves

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