Biografía fabuladora XLIX: Creando historias

Por Javier Albizu, 8 Enero, 2023
Cuando me pongo a pensar acerca del momento en el que comencé a “crear historias”, me doy cuenta de que este es un concepto un tanto difuso.
De acuerdo, el concepto en sí mismo no es difuso, pero sí que lo es la concepción de él que tengo. No te preocupes (o sí, hazlo, tú mismo), ahora mismo paso a explicarme.

Porque, sí, ya durante mi más tierna infancia “creé historias” en mi cabeza. Escenas en las que pilotaba súper robots, luchaba junto al Comando G o rescataba a los personajes de los tebeos que leía. Una vez superado esto, y ya en la EGB, el medio cambiaba. De la mera imaginación y los juegos de patio pasé a “crear personajes” para tebeos que nunca llegaron a ser dibujados. Cierto es que no recuerdo haber creado ninguna narración para aquellos personajes más allá de un esqueleto de las personalidades y contextos de sus protagonistas pero, ciñéndonos al plano “literal” del concepto, sí, ahí “había historias”. A su vez, también llegué a escribir algún relato para clase.

Con esto, siguiendo dentro de lo puramente técnico, sí. Había “creado una(s) historia(s)”.

Una vez superada esta fase, y con la llegada de los juegos de rol a mi vida, esta práctica fue escalando. “Creé historias” para1 Toon y Cthulhu. Para y Star Wars y Las Tortugas Ninja. Para Dragonlance y Cyberpunk. Para DC Heroes y (GURPS) Conan. Pero, y ahí está el quid de la cuestión que traigo hasta este foro, eran historias “sin historia”.

Los personajes aparecían y desaparecían sin dejar huella de su existencia. Todos ellos se limitaban a existir dentro del espacio de tiempo que transcurría entre que nos sentábamos alrededor de la mesa y nos volvíamos a levantar. No había un contexto más allá de lo que transcurría dentro de la sesión de juego. No había una planificación de cara a plantar las semillas de futuras historias, o recoger las que ya podrían haber germinado. Cada una de ellas estaba ubicada en un momento y lugar indeterminado del universo en el que tenían lugar. La siguiente podría suceder antes o después de la anterior. En la ciudad de al lado, en un contexto que no tenía sentido dentro de lo que se había contado antes.

Y, no. No se trata únicamente de que no hubiese continuidad en ellas. Todos estos eran factores que, o no me preocupaban, o que ni siquiera llegaba a plantearme. No había una reflexión, un propósito o... una “historia a contar o desarrollar”. Y, sí, lo sé, hay varias afirmaciones en estos párrafos que pueden sonar un tanto contradictoras, pero es lo que tienen los procesos de aprendizaje.

Dentro de esta reflexión, supongo que la primera ambientación en la que comencé a crear algo parecido al concepto de “historia” del que trato de hablar (o historia seriada o consolidada, si lo prefieres) fue en Ravenloft2. Un proceso que, dada la fecha de salida de la caja, debió ir tomando forma a lo largo del noventa y uno en el que llevamos una temporada inmersos.

Y esta elección no deja de parecerme harto curiosa, porque todos los juegos que he mencionado antes tenía muchos más puntos de “encajar” en el tipo de historias que, un lector de tebeos como yo, podía estar más afín a querer desarrollar. Y eso sin ponernos a hablar de los juegos de roboces3 que también compré pero nunca llegué a dirigir.
Curioso me parece también que llegué a comprar las figuras de Watchmen4 que sacó Grenadier y el “sourcebook” que sacó Mayfair sin haberme llegado a leer el tebeo.
También me sorprende que no fue hasta tiempo después que comencé a arbitrar las “Aventuras Orientales”5 de TSR, pese a tener su básico desde el principio de los tiempos. Claro está, igual esto se debió a que conseguir la caja con el trasfondo fue una tarea más complicada que hacerse con el “libro básico” (y no fue hasta la llegada de internet y Titan Games6 a mi vida que pude hacerlo).

Pero, no. Desde muy pronto me di cuenta de que no me apetecía hacer historias de súper-héroes, roboces o ninjas. Eran contextos demasiado... limitados. Me sentía atado por sus tropos y las expectativas. Quizás de haber llegado hasta mi antes alguno de “los otros”7 (juegos multi-universo) mi elección habría diferido, pero esa es una duda que jamás podrá ser resuelta.

Así pues, ahora que lo pienso con un poco de detenimiento, la elección de Ravenloft tiene todo el sentido del mundo. Y lo tiene porque aquel “demiplano del horror” era un cajón de sastre donde vi que podía tener cabida de todo. Una ambientación-puzzle que sentí que podía expandir y moldear sin que pasase por mi cabeza la posibilidad de que podía “romperla”. Nadie de mi entorno la conocía. Nadie sabía que podía esperar. Nadie “le tenía respeto”.

Allí metí ninjas y minotauros. Buses de expansión de un Mac y ramianes. Faraones y vampiros góticos. Gladiadores y ladrones-canteros. Concursos de matar zombis y demonios que, dependiendo del día, eran aliados o antagonistas de los jugadores. Gente atormentada reviviendo una y otra vez su mayor fracaso y barcos asaltados por licántropos de tiburón. Artistas marciales que golpeaban a distancia y entierros de gente que se revolvía en su féretro.
Todo cabía. Todo valía. El tiempo y el espacio estaban a mi disposición, pero las historias iban “hacia adelante”. La gente con la que se cruzaban los jugadores se acordaba de ellos (y viceversa). Las acciones y las historias, por más locas o absurdas que fuesen, quedaban consolidadas. Tenían su reflejo en “el mañana”. Debía ser consciente de lo que planteaba en cada sesión, sabiendo la manera en la que mis jugadores podían usar lo que “vivieron ayer”.

Todo esto y mucho más. Porque no solo fue mi primera “campaña larga”8 (a la que luego se le uniría Warhammer y, poco después, Daegon), sino que también fue mi primera incursión en el terreno de la creación / modificación de reglas. Dentro de aquel “desastre tonal” tenía que existir algún tipo de coherencia, y sabía que aquello era algo que no me cuadraba con las reglas que me proporcionaba ADD.

Este fue el multiverso que sirvió para “abrir camino” en varios frentes. En el que cometí mis primeros errores y aciertos a múltiples niveles. En el que terminarían viéndose reflejadas de alguna manera las historias que iría creando más adelante.

Enlaces:

1. Jueguicos
- Toon
- Cthulhu
- Star Wars
- Tortugas Ninja
- Dragonlance
- Cyberpunk
- DC Heroes
- GURPS

2. Ravenloft

3. Roboces
- Adeptus Ticanucus
- BattleTech
- MechWarrior
- Mekton
- Robotech

4. Wachimen
- Las figuriñas
- Watchmen de Mayfair en Archive.org

5. El oriente dungeonero
- Oriental Adventures
- Kara-Tur

6. Biografía rolera XXIV: El Titán

7. Los otros
- Torg
- Rifts
- Dream Park

8. Biografía rolera IX: Las campañas

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