Biografía fabuladora XX: Reajustes cronológicos

Por Javier Albizu, 10 Abril, 2022
Ayer (todo lo ayer que puede ser algo publicado en internet), un compañero del trabajo me hizo llegar una foto en la que me preguntaba si yo era alguno de los que aparecía en ella. Mi respuesta fue:
“pues para serte sincero... ni idea
aunque todo podría ser”

Al final la cosa terminó siendo que no, pero me llevó hasta el origen de aquella foto. Hasta la web de Ex-Alumnos de Larraona1.

Así pues, ya con esta información, me puse a investigar. Lo cierto es que no tenía muy claro cuál era el criterio que seguía aquella web (por más obvio que me resulte ahora). Tras darle alguna que otra vuelta, decidí pinchar en la sección correspondiente a los integrantes de la decimoquinta promoción de este colegio (o lo que es lo mismo, aquellos nacidos en el setenta y tres).

Una vez allí y, nuevamente, sin terminar de entender aún lo que se me mostraba (puedo llegar a ser muy lento a la hora de encajar según qué piezas), vistos los pies de foto, y dado que cuarto había sido mi primer año en aquel colegio, el siguiente paso fue pinchar en la foto “CURSO 1982 1983 EGB 4A”, más por el “4” que por los años que se mostraban junto a él.

Es así como llegué hasta esta foto que tienes ante ti:

Muy bien, echemos un vistazo a este momento indeterminado congelado en el tiempo. Hasta esta instantánea que nos sitúa entre los años ochenta y dos y ochenta y tres.

Primero, lo primero. Me ha resultado muy complicado localizarme a mí mismo. Tanto es así que tuve que pedir a mis padres que me confirmasen lo certero o erróneo de mi asunción inicial.

Una vez comprendida la estructura de la web, procedí a buscarme entre los integrantes de la clase “A” de los siguientes cursos. Una tarea que he logrado realizar con éxito (aunque no sin que se genere en mí cierta duda tras cada intentona y suposición).
En el único lugar en el que no he sido capaz de localizarme con certeza es en la clase de octavo de EGB. Esto es algo que, por otro lado, puede tener sentido todo el sentido del mundo. Ya que falté el último trimestre de aquel curso por mi reuma, y esa instantánea es la que tiene menos gente, podemos sumar dos y dos con un cierto grado de confianza. Aunque no sé en qué momento del curso se realizaban aquellas fotos, así que puedo andar por ahí sin ser consciente de ello.

Una vez dicho esto, he de reconocer que hay gente a la que he sido capaz de reconocer sin problemas a pesar de todo el tiempo transcurrido. Nombres (bueno, más bien apellidos) y relaciones que han resurgido entre mis neuronas. Conexiones que han vuelto a establecerse entre mis sinapsis tras largo tiempo separadas.
Por otro lado, el reconocimiento de algunos de esos rostros se ha quedado a medio camino. Puede haber un mote, nombres o apellido asociado. Puede haber algo parecido a un impulso tratando de trepar hasta la punta de un recuerdo. Pero nada completo o concluyente.
Por último, también hay diversas caras que, pese a haber conseguido que se despierte algo… no han logrado que no sea capaz de asociar a ellas nombre, apellido o relaciones. A su vez, también hay nombres que recordaba a los que no he sido capaz de asociar un rostro de los que tenía ante mí.

Porque los caminos de la memoria son misteriosos.

En fin.
Soy el cuarto individuo con el que se encuentra uno al comenzar a mirar en el sentido normal de lectura (de izquierda a derecha y de arriba a abajo).

Quizás te preguntes de qué manera afecta este descubrimiento al tema acerca del que he venido hablando en esta serie de entradas.

Vayamos un poco hacia atrás2 y analicemos algún que otro dato expuesto por aquí mismo.

Por un lado, esto me sirve para confirmar que la “ingeniería inversa de mi vida escolar” que hacía en la quinta entrada no falló por demasiado:

Elijamos, por ejemplo, los seis años. El setenta y nueve. El año en el que, entre otras cosas (y si las matemáticas y la memoria no me fallan), me operaban de apendicitis y terminaba mi educación preescolar.
Y digo “si no me fallan” porque sigo tirando de “sensaciones direccionales”. Recuerdo (o creo recordar) que, cuando llegué a casa con molestias en el estómago que llevarían al diagnóstico de mi enfermedad… lo hacía desde “el colegio que estaba a la derecha de casa”. Así pues, no podían ser “las monjas” que lo precedieron (que estaba a la izquierda y hacia arriba) o el edificio donde cursé primero y segundo de EGB (izquierda y “hacia abajo”).

A partir de esto, he hecho una suma inversa y las cuentas me han ido cuadrando con ciertos eventos. Si vamos hacia atrás desde mi último año de formación reglada (tercero de FP, que “sé” que fue a los dieciocho porque recuerdo una conversación en aquel instituto en la que bromeaba diciendo que ya podía ir a la cárcel) la cuenta atrás iría como sigue:

1991 - 3º FP Electrónica - Úlcera, Se acabó el estudio
1990 - 2º FP Electricidad - Repetimos
1989 - 2º FP Electricidad
1988 - 1º FP Electricidad
1987 - 8º EGB - Reuma, Crisis en tierras infinitas
1986 - 7º EGB
1985 - 6º EGB
1984 - 5º EGB
1983 - 4º EGB - Primer año en Pamplona, golpe contra la mesa de cristal del salón durante el partido España 12 - Malta 1,
1982 - 3º EGB - Primera comunión, Érase una vez el espacio.
1981 - 2º EGB
1980 - 1º EGB
1979 - Preescolar - Apendicitis

Porque mi cabeza funciona así…

Por otro, sirve también para confirmar que la desviación que detectaba hace un par de entradas no iba desencaminada:

Así pues, si asumimos que el número tres de Crisis salió en junio, que por aquel entonces se estaba terminando de publicar “El regreso del señor de la noche”, y que en abril se empezaba a publicar “La saga del oso demonio” de los Nuevos mutantes… todo parece indicar que mi convalecencia reumática pudo empezar aquel verano. O sea, antes de que comenzase el curso. O lo que es lo mismo, antes de lo que creía recordar.

Ya sabes, nunca te fíes de tu memoria. Más de esto dentro de unas cuantas entradas.

Así pues, si añadimos lo que he descubría ayer a todo lo anterior, esto sirve para corregir aquella pequeña desviación y terminar de encajar los sucesos.

Dado que cuarto de EGB fue el curso 82/83, y no el 83/84 (como inicialmente había asumido), todo encaja finalmente.
Cursé octavo fue entre el 86 y el 87, por lo que el final de aquel curso que pasé en cama coincide con las fechas de publicación de los tebeos que asociaba con aquella convalecencia.
Con esto, todo parece indicar también que la úlcera que desencadenó mi abandono de la formación reglada debió llegar cuando el curso estaba cerca de acabarse.

Por un lado, oye, ni tan mal por mi primera aproximación.
Por otro, niñas y niños, fiaros siempre de los datos contrastables y poned a prueba vuestra memoria cuando surja la duda.

Enlaces:

1. Fotos y cursos

2. Anteriormente por aquí mismo
- Biografía fabuladora V: La edad de los descubrimientos I - El papel del papel
- Biografía fabuladora XVIII: En busca del tiempo despistado

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