Biografía fabuladora L: Lo que no fue

Por Javier Albizu, 15 Enero, 2023
Cuando llegamos hasta la quincuagésima entrada dentro de esta serie, seguimos aún sin movernos del noventa y uno. Cuando más vueltas la doy, no deja de sorprenderme el punto de inflexión que resultó ser, la cantidad de cosas que se aglutinaron durante aquel año... y las que tuvieron la potencialidad de suceder sin llegar a consolidarse.

Me parece realmente curioso el número de eventos “potencialmente significativos” que tuvieron lugar durante un periodo de tiempo tan reducido. Porque cada acción tiene su reacción. Cada decisión acarrea su propio potencial para crear nuevas bifurcaciones en nuestro camino. Consecuencias que requieren de nuevas acciones y decisiones. La vida no deja de ser un generador de rumbos tomados que invalidan e imposibilitan saber los ¿qué habría pasado si...?

Pero estoy divagando.
Vayamos al asunto.

Si analizamos el ramal de oportunidades que se abrieron (y cerraron) tras dejar los estudios, nos encontraríamos con un par de consecuencias directas.

Por un lado, dentro de las que se cerraban, por recomendación médica abandonaba el balonmano. Con la úlcera no convenía hacer “deportes explosivos”. Así pues, una hipotética (aunque altamente improbable) carrera dentro del mundo del deporte desaparecía. Un camino, he de reconocer, que despedí sin pena alguna.

Por otro, aquello también supuso que empezase a trabajar de manera oficiosa (que no formal) a jornada completa en el negocio familiar. No sé cómo iría el tema económico durante aquellos días en la empresa pero, supongo que por ahorrar en gastos, mi sueldo inicial no iba acompañado de un contrato o una nómina “oficial”. Sí, se me daba de alta en el servicio de empleo, pero este registro tenía lugar de manera efectiva en las listas del paro.

Una decisión ajena que, a su vez, abría nuevos caminos, preguntas y posibilidades.

¿Y qué pasará si me llega alguna oferta de trabajo? - pregunté.
Pero aquella cuestión solo recibió silencio administrativo como respuesta por parte de su destinatario.

Pero, claro, las evasivas sirven hasta el momento en el que dejan de hacerlo. Porque llegó el momento en el que no fueron suficientes. El momento en el que las ofertas de trabajo empezaron a llegar.

Hasta donde soy capaz de recordar, y para ser exactos, hasta mi buzón llegaron tres. Únicamente recuerdo el propósito de una de las dos primeras, aquella que me proponía entrar a trabajar a una “tienda de electrónica” (creo recordar que era de venta de componentes electrónicos, y no de electrodomésticos, pero ahora mismo no podría afirmarlo a ciencia cierta).

En ambas ocasiones reformulé la pregunta que he mencionado hace un momento. En ambos casos recibí el mismo silencio y encogimiento de hombros como respuesta.

La tercera y última de estas ofertas llegó en las cercanías de la apertura del “Hiper Eroski”. El primer “centro comercial de verdá” de Pamplona. Se me ofrecía trabajar de reponedor en aquella gran superficie, y ahí se añadían nuevos condicionantes. De nuevo, si no me falla la memoria, si no respondía a tres ofertas de empleo seguidas, podía llegar a sufrir alguna penalización.

Con esto, repetí la pregunta, no obtuve respuesta, y decidí acudir a la primera “entrevista” (que en realidad resultó ser una presentación / formación junto a un gran número de candidatos en la que se nos habló de lo que supondría el trabajo).

Como consecuencia de aquello se me abría una nueve puerta totalmente inesperada. Mi convencimiento de que “acabaría trabajando en el negocio familiar” se tambaleó. ¿Por qué no probar?, me dije. “Me ofrecen bastante más de lo que me está pagando en casa, y el trabajo que hago ahora mismo tampoco es que me emocione demasiado”.

Como no podía ser de otra manera, esta noticia no sentó bien a mi “jefe”. Hubo conflicto, malas caras, más dolor de estómago, más “diálogo interior chungo”tm, y terminé por dejarlo estar. No acudí a la siguiente entrevista y “decidimos” que, visto lo visto, tampoco tenía demasiado sentido que siguiese apuntado al paro.

La cosa es que pensaba que aquello había tenido lugar mucho más adelante en el tiempo. Que mi posición dentro de “la tienda” estaba ya más “consolidada”. Pero, no, tras una búsqueda bastante más larga de lo esperado, he logrado dar con el datito. Eso sí, he terminado llegando hasta él gracias a la búsqueda por imágenes, y las referencias de un par de páginas en euskera (porque ni la Wikipedia ni la cronología de la cooperativa hablan de aquel hito). Así pues, y viendo que “El Hiper”1 abría sus puertas aquel mismo noventa y uno, resulta que recibí tres ofertas de empleo en menos de medio año. Qué tiempos locos aquellos.

Y a veces me da por pensar acerca de que podría haber llegado a ser del “Javi de Tierra 2” que se impuso ante las presiones. Del que se arriesgó a sufrir una potencial “ira casera”. Aunque, claro está, aquel Javi no solo sería alguien diferente a quien fui, sino que también tendría otros padres y otra vida. Igual pasaba a ser el único proveedor de alimentos de una familia desestructurada. Igual estaba ya casado y con hijos. Igual estaba rehabilitándose de vete tú a saber qué. Igual ni le gustaban los tebeos, el rol o los ordenadores. Igual es un capullo integral. Igual aquello desembocaba en que se convirtiese en el presidente de la galaxia después de descubrir el viaje supralumínico. Ahora que lo pienso, igual es alguno de los Javis del Macroverso2 (y ya sabemos cómo acabaron).

En fin.

Este tipo de preguntas, en sí mismas, no tienen ningún sentido. Lo sé. Pero, de vez en cuando, es divertido el plantearlas. Porque cada vez que nos llegan somos “otra persona”. Hemos vivido cosas que “el anterior” no había vivido. Hemos tomado decisiones que “el otro” quizás no se habría atrevido (o habría considerado “aberrantes”). No dejan de ser ejercicios fabuladores que te pueden llevar por nuevos caminos. Que te abren posibilidades que te negabas a ti mismo.

Porque la vida sin historias es menos vida.

Enlaces:

1. El Hiper
- Los Centros Comerciales y Pamplona: ¿Transforman los discursos sobre la ciudad?
- Iruña merkataritza-gunea (en Wikipedia en euskera)
- Iruña merkataritza-gunea (en WikiWand)

2. Macoverso

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