Biografía daegonita XIV: Midiendo el tiempo

Por Javier Albizu, 12 Febrero, 2020
El presente, ese concepto fluido.
El tiempo, esa abstracción de la que no podemos escapar.

No sé en qué momento decidí concretar en qué año tenían lugar las aventuras, o si esto, al igual que sucedió con el propio nombre del mundo, surgió como respuesta a la pregunta de alguno de mis jugadores.

Mirando el calendario de juego más viejo que conservo, veo que algunas aventuras tuvieron lugar en el cuarto “Lukata” del año 671. Un año en el que, durante algunos meses parece que no pasó nada, aunque posiblemente esto se debiese a que se los dejase a los jugadores para que mejorasen a sus personajes.
Luego saltamos al año 761. Un buen salto, sí señor.

Por otro lado, la primera versión de la cronología “oficial-post-gran-campaña-del-95-96” sitúa el final de esta en el año 757 del Calendario Universal (como lo bauticé en aquella época), o del Calendario Mecbarino (como fue rebautizado posteriormente)

Aun así, por más que en la primera versión de la web1 este dato aparezca como algo más o menos cerrado, hasta que llegué a aquel punto (que debió ser a mediados del 97) pasaron muchas cosas.

Si atiendo a la “piedra roseta” de mis textos (el documento que data su fecha de última modificación en el veintitrés de abril del noventa y seis), la Cosmogonía comenzaba (copio literalmente, faltas incluidas) con:

En el principio de los tiempos, solo existia Él.

Y terminaba un par de párrafos más adelante con (también con gran dolor para mis ojos presentes) con:

Asi que se combirtio en la muerte, y mato a Namak, creando con ello el tiempo.
Y el, que habia sido el principio de la existencia, se combirtio en el final de todas las cosas

Por su parte, en la Cronología contenida en ese mismo documento, esta comenzaba con:

-5.000.000.000 :Ytahc el dragón primordial pone un huevo y de el nace Daegon.
-8500 : Llega Sakuradai , La tejedora y extiende las hebras del destino sobre Daegon.
-8300 : Aparecen los primeros humanos, y comienzan a esparcirse por todo el planeta.

Y terminaba en:

-1215 : Finalizan las guerras panteonicas

El siguiente calendario de juego que conservo podría indicar el año del final de mi etapa como director de juego en el año 775 de ese mundo:

Posiblemente en algún momento indeterminado de mi “Lukata” favorito, el de Aracthur. La época que nunca se sabía cuándo iba a terminar, y en la que casi cualquier cosa podía pasar.

O igual no. Vete tú a saber. Porque lo de llevar a rajatabla el control sobre el transcurrir del tiempo fue algo que rara vez hacía. Más allá de para determinar cuánto tiempo iba a pasar entre aventuras. O lo que es lo mismo, cuánto tiempo tenían los personajes para entrenar sus habilidades (lo que podría llegar a considerarse como los “puntos de experiencia” de RuneQuest), o para marcar nuevos hitos dentro de “mi” versión de la cronología, aquello era algo que tampoco me preocupaba demasiado a ese nivel.
Porque el año 758 iba a ser el punto en el que terminaban las historias oficiales que yo contaba y el punto de inicio de las historias de quien quisiese dirigir en Daegon. Nada de lo que escribiese iba a tener lugar más allá de aquel momento.

La razón para poner una u otra fecha era, en gran parte… ninguna. La misma clase de criterios que me habían llevado a cambiar también de forma igualmente arbitraria la década en la que existían los personajes o la geografía de aquel mundo.

A pesar de que la Cosmogonía original no incluía una datación, cuando la di por finalizada esta terminaba más o menos durante los últimos días de la “Segunda Guerra de los Dioses” (lo que posteriormente fue bautizado como la era del Imperio Ailanu), allá por el año -3.300.

A su vez, la Cronología se quedó estancada durante mucho tiempo allá por el “Año 0” a la espera de que se me ocurriesen cosas con las que llenar los siguientes seis o siete siglos.

Mientras tanto, en el terreno de juego, las cosas también transcurrían a dos velocidades.

Por un lado, la “Gran Campaña” terminó de manera abrupta. Dos de mis jugadores se estaban planteando irse a Irlanda a buscar trabajo tras terminar la universidad (o al menos ese mi recuerdo… por más que ellos no conservasen en su memoria tal cosa cuando se lo comenté hace un tiempo), así que hubo que pisar el acelerador.
Lo que tenía pensado que fuesen otro par de años de aventuras quedaron condensados en cosa de cuatro o cinco meses. De Eldarad pasaron directamente a “La isla de los grifos”2, donde consiguieron la séptima de las “llaves para detener el camino del Destructor” (la espada de los vientos), liberaron a una diosa, sanaron al mundo que había sido mortalmente herido permitiendo con ello que la primera hueste de los guardianes durmientes despertase, fueron al plano divino, se enfrentaron a los malos finales, encerraron una vez más al Destructor, fueron conscientes de que sólo habían retrasado el final de los tiempos, y algunos de ellos se convirtieron en dioses.
Fin.

Por supuesto, por el camino algunos de ellos murieron heroicamente, otros murieron por la pifia de alguno de sus compañeros y otros murieron rastreramente.
Algún día retomaré la novela que narra estas historias.

Pero, de manera paralela a esto, también dirigí una campaña un poco más pequeña (por más que su título fuese “El Juego de los inmortales”). Una campaña que daba comienzo unos cuantos años antes de esos sucesos, y cuyos protagonistas sufrieron las consecuencias de algunas de las acciones en las que habían participado sus “otros” personajes.

Con ellos daba inicio otra época. Lo que se terminaría por convertir en la “campaña río” que duraría hasta que dejé de dirigir habitualmente en algún momento de 2001 dejando un gran número de tramas inconclusas.
A lo largo de aquellas aventuras fue donde terminaría de definir mi manera de dirigir Daegon a tres niveles distintos; mortales, inmortales y gran esquema. Donde, al mismo tiempo, que trataba de evitar que aquella manera de dirigir quedase fijada de manera explícita en lo que iba escribiendo, sino que fuese mostrada simplemente una serie de posibilidades más dentro del abanico de los gustos de cada director. Donde fui moldeando RuneQuest para que se adaptase a mis gustos y necesidades, sólo para terminar poniendo fin a la vinculación entre este reglamento que tanto continuo amando y Daegon. Donde finalmente di a luz a mi propio sistema de juego.

Enlaces:

1. Daegon V1
- La web
- Cosmogonía
- Cronología
- El calendario Universal

2. La Isla

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