Biografía daegonita XXXXXXX: Spiral Out

Por Javier Albizu, 10 Marzo, 2021
Tras el advenimiento de mi pequeño apocalipsis personal, los astros se alinearon un poco más para facilitar un mutis por el foro a casi todos los niveles. Al mes siguiente me daban las llaves de mi casa y, poco después (una vez que tenía una cama, cocina y línea de teléfono) abandonaba mucho más que el hogar paterno.

No fue algo inmediato pero aquello consiguió que, poco a poco, me fuese aislando cada vez más de los ambientes en los que me solía mover. Dejé de jugar y de dirigir. Dejé de visitar las tiendas de tebeos y de ir a cenar o al cine con los amigos. Dejé de participar en las listas de correos y de acudir a jornadas de rol.

Iba de casa al trabajo.
Regresaba del trabajo a casa.

Bueno, tampoco seamos tan dramáticos.

He de decir que, hasta que no me he puesto a recopilar fechas, pensaba que mi “abandono” había sido mucho más prolongado de lo que realmente fue, pero veo que aquella espiral de vez en cuando se veía interrumpida. Suspendida temporalmente, cómo no, por Daegon. Aun así, ninguna de aquellas “vueltas a la acción” logró generar la tracción suficiente como para traerme de vuelta hasta el viejo camino.

Un mes después de dejar de escribir en la lista de Daegon, el usuario que se había ofrecido a colaborar preguntaba si aquello había muerto.
Mi respuesta fue que no. Técnicamente la lista seguía “viva” pero, ante la ausencia de interés por lo que iba escribiendo, lo que había muerto era el ímpetu con el que había comenzado.

La respuesta de aquel lector no se hizo esperar. Efectivamente, lo que estaba escribiendo se le hacía un poco bola. A él lo que le había molado había sido la épica y la metafísica. Conocer el funcionamiento de un país en concreto, que era lo que había estado describiendo durante más de un mes, le daba un poco lo mismo.

Con toda su buena intención, escribía lo siguiente:

Antes te comenté que me enganchó tu cosmología.
¿Hasta qué punto me enganchó? Pues verás he utilizado esa introducción a la cosmología y la mayor parte de tus razas para crear un nuevo juego de rol.
No te preocupes pues únicamente es para uso personal de unos amigos y yo, en eso soy muy serio. A ver qué te parece el concepto.... es un mundo medieval fantástico como cualquier otro, pero en el que los jugadores llevan a Celestiales ( que son tus razas). Por debajo de ellos están todas las razas clásicas de este tipo de juegos: elfos, enanos, humanos, etc... Imagínate AD&D (que por cierto no me gusta mucho) o cualquier otro juego medieval pero jugándolo como en Vampiro.
No se si has jugado a Vampiro alguna vez. En esa ambientación los jugadores llevan personajes que son más poderosos que todo lo que les rodea (excepto otros vampiros claro). Lo que ocurre es que no pueden ir por ahí masacrando a seres inferiores por que hay una serie de leyes vampíricas que lo impiden. Además, la aplastante superioridad numérica de los humanos unida a su tecnología, haría que los vampiros fueran exterminados si se supiera de su existencia.
Pues va a ser algo similar. Los jugadores no son un grupo de guerreros iniciados ni aprendices de mago o clérigo. Son Celestiales, criaturas poderosas. Más poderosas que cualquier otra cosa, salvo otros Celestiales, Dioses y algunas criaturas de leyenda como los dragones. Lo que ocurre es que no pueden revelar su existencia abiertamente pues su ley se lo prohíbe (es decir, lo hicieron los dioses al final de tu cosmología). Además, sería temidos o adorados por las razas inferiores hasta el punto de que podrían ser exterminados (como en vampiro).
Ahí va la cosa, cada Celestial tiene unos ideales y sirve a un concepto o dios.
¿Qué te parece? Espero tu opinión.

Por supuesto, mi respuesta no se hizo esperar. Un correo en el que me dedicaba a preguntarle detalles de la ambientación, a indicarle las cosas que no cuadraban con lo que estaba definido, y le animaba a profundizar un poco más en los “qués” y “por qués” de las cosas que había decidido usar de cada género. El tipo de movidas que me gustan pero que la experiencia me ha demostrado que a mucha gente le resulta del todo irrelevante (por no decir aburrido)

Aquella conversación se prolongó durante ocho correos y terminó con uno mío. Después de ese… nunca más se supo. El lector desapareció. Supongo que volví a aburrirle.

Otra opción es que se tomase a mal alguna de mis preguntas o comentarios. Porque lo cierto es que teníamos visiones muy diferentes no ya acerca de Daegon, sino de cómo desarrollar un universo de ficción. Según sus propias palabras, “había creado muchos juegos de rol con anterioridad”. Una señal inequívoca de que no estábamos muy alineados en ciertos temas.

Así pues, las decisiones que tomaba, ante mis ojos, hacían aguas por todas partes. No estaban lo suficientemente pensadas. No había una visión de conjunto. Aquello era un “totum revolutum”. Críticas estas que, como no podía ser de otra manera, también eran aplicables a mi persona. Pero en aquellos días aún intentaba muy fuerte que no se notase, así que me dedicaba a plantear preguntas para las que no tenía respuesta. A recomendar vías que yo tampoco tomaba. No negaré que era algo capullo. Tampoco negaré que, a día de hoy, este apelativo puede seguir cuadrando conmigo.

En fin.
Hace un tiempo, y mientras hablaba acerca de los horrores que les había hecho a Jorune, Tékumel y cia, le comentaba esto a un conocido:
"Por otro lado, la mayor prueba de aprecio que podría hacer alguien con Daegon sería "hacerlo suyo". Por supuesto, siempre que no me dijese lo que le está haciendo, porque seguro que lo odiaba. Supongo que todo esto cierra el círculo y tiene sentido de alguna manera retorcida."

¿Qué es la coherencia? me preguntas clavando tu pupila en mi pupila azul. No. Definitivamente, la coherencia no soy yo.

Poco después de aquello (el ocho de agosto del dos mil), creaba una nueva lista de correo. Una lista destinada a dirigir “Asuntos de familia” a los jugadores que no pudieron jugar la primera partida en las Esencia del noventa y nueve. Gente toda ella de fuera de Pamplona.
Una ves suscritos los jugadores, y asignados los personajes, aquella intentona no duró más de cinco mensajes. Correos que, cómo no, fueron todos míos.
Quizás, de encontrarme en otro estado de ánimo lo habría intentado reconducir, pero aquello sólo sirvió para añadir un clavo más al ataúd de mi autoestima.

Para finalizar el “efecto dos mil”, a finales de aquel mismo año un conocido organizaba unas jornadas roleras en la Universidad Pública de Navarra. Necesitaba gente para las actividades y me preguntaba si me apetecería dirigir algo. Dije que sí. Tienes un intento para tratar de adivinar qué dirigí.

Creo que aquella fue la segunda vez que pisaba una universidad. Si no recuerdo mal, la primera había sido para llevar un piano. Pero ese es otro tema.

Tiempo.
Has acertado. Dirigí una aventura de Daegon. Una mezcla de varias historias viejas aderezadas con algún detalle nuevo. Los jugadores dijeron que les había gustado. No volví a saber nada más de ellos. Tampoco les busqué.
Tenía la cabeza en otros temas.

Ya lo decía Maynard1:

Over-thinking, over-analyzing separates the body from the mind.
Withering my intuition, missing opportunities and I must
Feed my will to feel my moment drawing way outside the lines.
...
Spiral out.
Keep going.

Enlaces:

1. Lateralus

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