Biografía daegonita XXXXVII: La campaña del anillo II

Por Javier Albizu, 30 Septiembre, 2020
Tenemos a los jugadores despistados. Eso está bien.
Pero con eso no es suficiente. Necesitamos algo más. Necesitamos crear un entorno para que se muevan en él. Un contexto que, dado que es “ajeno” tanto para los jugadores como para los personajes, tenemos libertad absoluta para definir.

¿Con qué vamos a empezar?
Con unos pocos nombres, por supuesto.

Nombres puestos sin demasiado criterio. Sin tratar de buscar ningún tipo de uniformidad o “personalidad” cultural.
Pues empezamos bien.
Pero bueno, es un comienzo, dejaremos los detalles de esta parte para más adelante.

Porque, espera un poco. Mira qué tamaño tiene este “país”. Mira qué tamaño tienen casi todos los países.

Menuda barbaridad. Mal. Todo mal. Esto tiene que cambiar.

Comienza la ronda rápida de preguntas:
¿Hasta qué punto representan una realidad las líneas del mapa? ¿A qué atienden esos nombres? ¿Quién se siente “representado” por ellos? ¿Cuántas culturas diferentes existen dentro de cada una de esas líneas? ¿Qué relaciones existen entre ellas?

Vayamos poco a poco. Empecemos por el lugar en el que estamos ahora.

Estamos en occidente. Un lugar en el que, mayormente, sus naciones son el resultado de la fragmentación del otrora “Gran” Imperio Menetiano.
En su momento había definido que Bra’Em’Kyg era el resultado de la unión de tres provincias. Una alianza forzada por las circunstancias. Aunque, revisándolo ahora mismo, veo que no lo explicité demasiado bien en la cronología.

Bra’Em’Kyg (en origen Ky’Em’Bra, que no pretendía ser ningún tipo de chiste aunque, sin darme cuenta, sí que había hecho que diese mucho pie a ello) era el resultado de la unión de los territorios otorgados a tres de los antiguos “Grandes generales” del Imperio; Elender Kygorn, Dakensey Embdern y Luden Braendish. Más concretamente, a unos generales sublevados que se aliaron con el “Golpeador” cuando este asaltó la capital.
Obviamente, una vez terminado el conflicto, no es que fuesen muy populares (o, dicho de otra manera, aquella era la excusa perfecta para ser atacados por los “fieles” al imperio con ganas de expandirse).

En la misma cronología también había tratado de constatar que, a la hora de realizar el reparto del imperio, quienes se habían llevado la mejor parte habían sido los “pueblos sublevados”. Aquellos que habían sido sometidos por este durante su periodo de formación. Por supuesto, a la hora del reparto, todos habían sido Francia. Todos habían tenido su propia resistencia. Todos habían estado haciendo lo indecible por “librarse del yugo” durante los dos siglos que duró su “cautiverio”.
Esto incluía a los nobles que habían nacido “dentro” del imperio y que eran más menetianos que los de la capital. Gente a la que le molaba su modo de vida y que no tenía intención de cambiarlo.

La pregunta ahora era; culturalmente hablando ¿cuánto quedaba de aquellos “pueblos originales”? ¿Cuantos se habían “civilizado”? ¿Cuántos eran “civilizados” antes de la conquista de los menetianos? ¿Cómo habían evolucionado desde entonces?

Se podría decir que la cronología y el “Gran Imperio” eran como un cerdo del que se aprovecha todo.
Por un lado, la crono me estaba sirviendo como una línea base. Como una “foto general”. Algo lo suficientemente elástico e impreciso como para que ahora pudiese ir haciendo zoom sin caer en demasiadas contradicciones.
Pero, no preocuparse, para generar contradicciones me basto y me sobro, y aquella línea se fue retorciendo hasta romperse. Al final, mi propósito fue el de quedarme con el “espíritu” de lo que había escrito más que con la letra. Trataba de respetar en lo posible al “yo” que había sido cuando me dediqué a plasmar ahí ideas sin demasiada reflexión.
Aparte de eso, me ayudaba a ponerme límites. A no divagar más de lo debido.

Por otro lado, el Gran Imperio me había servido como excusa para tener un idioma “común” y una mínima “familiaridad cultural” en occidente, pero había llegado el momento para volver a replantearme aquellas cuestiones. Quizás había un “comercial” derivado de aquello. Un “oestron”. Pero aquello era todo. Este idioma no tenía porque ser hablado por todo el mundo. A partir de aquel punto de salida podía haber pasado cualquier cosa.

Pero, de nuevo, quedémonos con el lugar en el que estamos. Desglosemos el “gran” problema en problemas menores. Una vez que tengamos la “solución” a estos problemas, ya buscaremos nuevas preguntas.

¿Qué es Rearem?
En un principio, y recurriendo a la división “original” de aquel mundo (cuando aún ni siquiera existía Rearem), al norte de la península de Menetia estaban los bárbaros Shem. Una serie de pueblos que agrupé bajo el nombre de Shemellom pero que, en la siguiente revisión del mapa, y sin ningún motivo, moví más hacia el oeste.
Así pues, no podía recurrir a aquello.
Cambiemos entonces la pregunta.
¿Qué tipo de cultura vamos a tener ahí?

Veamos. En la cronología había dicho que el comercio entre ambas naciones era algo fluido, así que asumiremos que son Civilizados. También hablaba de algo llamado la “Vía Imperial”. Un concepto a medio camino entre las calzadas romanas y la “Sakbe Road”1 de Tékumel (que, a su vez, estaba basada en el sistema de comunicación que usaban los Mayas).

Lo que tiene el darle tantas vueltas a las cosas es que no sabes en qué momento las vas definiendo. Veo que en la crono sólo menciona a la Vía Imperial una vez, pero tengo el recuerdo haber usado el concepto durante las aventuras y que esta comunicaba la columna central del continente.
En fin. Que lo de releer las cosas que has escrito y no encontrar ahí todo lo que pretendías no es nada nuevo.

Pero bueno, a lo que íbamos: Principalmente civilizados.

Aunque… el tema de los bárbaros sueltos por ahí y dando guerra también me molaba. Aparte de eso, durante la Gran Campaña, la ciudad de Edera había sido asaltada por unos bárbaros procedentes del norte (por aquel entonces los Shem). No es que fuera un requerimiento que hubiese algo por el estilo, pero era una idea que me ayudaba a dar más diversidad a aquel lugar.
Con aquellos mimbres nacía la “Nación Dengar”. Otro pueblo dentro de las fronteras de Rearem. Quienes afirmaban ser los “pobladores originales de aquel lugar antes de la llegada de los menetianos”.
Por supuesto, esto sólo era una verdad a medias. Dadas las dimensiones de aquel lugar, no me parecía que tuviese demasiado sentido que una única cultura bárbara lo poblase todo. La Nación Dengar era como los “civilizados” se referían a todo lo que no fueran “ellos”.

Muy bien ¿quiénes eran ellos? ¿Quiénes eran los “civilizados” del lugar?

Igual las líneas divisorias que había creado en el mapa no eran provincias. No al menos provincias en el sentido convencional.
Eran pequeños países. Un cúmulo de pequeñas naciones surgidas tras la caída del imperio. De pueblos que, al igual que Bra’Em’Kyg, se habían unido para evitar ser absorbidas por sus vecinos más poderosos.
Pero esto no quería decir que se llevasen bien.

Había un poder central… aunque descentralizado. La capital cambiaba cada año, y los señores de cada una de las “provincias” tenían que mudarse a ella.
Espera. ¿Señores de las provincias?
¿Electos o hereditarios?
… sí

Aparte de esto, ellos tenían su propia manera de medir el paso del tiempo. Sus años no se medían de acuerdo a los mismos criterios que se establecían en el Calendario Mecbarino. Obviamente, sabían de su existencia, pero en su día a día usaban el suyo propio.
Para completar el puzzle, teníamos también tres provincias que no formaban parte de los integrantes originales de Rearem, y otros tantos protectorados que, si bien estaban dentro de sus territorios, no dependían de ellos.
La cosa iba tomando forma. Sigamos.

Religión ¿sí, no, o lavadora?
¿Por qué elegir?
Tenemos a diecisiete pequeños países obligados a convivir, pero que quieren mantener su propias señas de identidad.
¿Cómo hacían esto?
Pues… siendo diferentes de el que está al lado. ¡¡¡DISIDENTES!!!
Pero siendo similares al que tienen al lado pero no es “de los suyos”.
Todo muy coherente.

De esta manera, las provincias del sur, influenciadas por Menetia y Naltor, o tenían afinidad por la Iglesia Tayshari de unos o por la “soberbia antidivina” de los otros. Las que daban a la cordillera del Pramayań, tendían hacia el “animismo estructurado“ de los seguidores de Archturan / Ytahc / Zir / Ghorann. Las provincias occidentales se dividían entre los racionalistas que colindaban con Baern, y los integristas que lo hacían con Goord. Para terminar, en el norte estaban los escépticos que tenían su frontera con Saliria.

Por supuesto, ninguno de ellos reconocería jamás estas influencias. Cada uno tenía sus propios acercamientos teológicos y filosóficos hacia lo que hacían. Ellos eran los inspiradores, no los “inspirados por”. Y, en algunos casos, esto podía ser realmente así.

Todo guay. La cosa parece que va teniendo sentido. No fue hasta un poco más adelante que me dijese… Mierda. Esto me va a llevar más trabajo de lo que creía.

Enlaces:

1. Sakbe Road
- Movidas Tekumelianas
- Movidas Mayas

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