Biografía daegonita XXXXIII: La mecánica cósmica II

Por Javier Albizu, 2 Septiembre, 2020
A ver. ¿Dónde lo habíamos dejado?
Ah. Sí.

¿Qué es un dios?, dices mientras clavas en mi córnea tu pupila iracunda.
¿Qué es un dios? ¿Y tú me lo preguntas?
Un dios es…
(La respuesta a esta y otras preguntas dentro de unos cuantos párrafos)

De acuerdo, me dirás. En ese caso ¿qué es un dios en Daegon?
¿Fueron los padres de la humanidad dioses, o hay otras fuerzas que ocupan ese papel?
Dado que sí que existen religiones organizadas en este mundo ¿son invenciones totales, o tienen una base de realidad?
Efectivamente.

Lo sé, lo sé. Ya lo dejo.
Ahí va una respuesta de verdad.

No. Los primeros humanos no son dioses de acuerdo a la concepción de las teologías de nuestro mundo (o de otros mundos de fantasía).
No. No hay ninguna fuerza que ocupe ese papel.
No. Las religiones organizadas no están construidas sobre una base de realidad sino que se dividen en dos clases:
- Aquellas construidas sobre una percepción errónea de la realidad.
- Aquellas construidas de forma consciente sobre una mentira.

¿No te gustan estas respuestas? No hay problema, busca una que se adapte a lo que necesites.

Porque durante las dos primeras iteraciones de Daegon la respuesta a todas estas preguntas habría sido “Sí”.
Y ahí está el quid de la cuestión. En Daegon cabe de todo.

Aunque, claro está, si me lo hubieses preguntado en el noventa y ocho te habría dicho que NO. Que sólo vale “lo de ahora”. “Lo mío”. Si quieres otra cosa, búscate otro mundo de ficción con casinos, y furcias, y… elfos y esas movidas. Soy un tipo innovador. Profundo. El “visionario creador de…” nada nuevo.
Aquí hemos venido a hablar de mi libro.

Bueno. Lo admito. No. No estaba tan flipado, pero todo cuestionamiento de lo que estaba haciendo sólo servía para acrecentar aún más el mar de dudas en el que me encontraba inmerso.

Por su parte, si me lo hubieses preguntado el diez de enero de dos mil diez, mi respuesta habría sido muy parecida. Y lo habría sido a pesar de que aquel día subía a la web “Beta” de Daegon la entrada titulada “Vida y muerte. Tiempo y pactos. Incertidumbre y esperanza”.
Un texto que, sin ser consciente de ello, me daba la excusa perfecta1 para hacer que todo encajase. Lo que posibilitaba que todo fuese canon. El momento en el que escribía:

“Trató de crear otras realidades, nuevos conceptos que aplacasen aquella desazón que le atenazaba con cada nueva visión de lo que habían sido sus hijos, pero sólo conseguía obras vacías. Criaturas artificiales carentes de vida. Cada pequeño cambio que introducía destruía el conjunto, cada nuevo intento se convertía en un nuevo fracaso. Siempre regresaba a aquellas minúsculas vidas que no dejaban de emocionarle. El tiempo y la vida formaban parte de él, pero su esencia había cambiado convirtiéndolos en algo distinto de lo que fueran. Haciéndole sentir vacío en lugar de completo.

Finalmente, Avjaal, tomó una decisión; No deseaba contemplar de nuevo el sufrimiento de sus hijos, pero tampoco permanecería ajeno a su destino.
Así que Avjaal se despojó del manto de la omnipotencia. Se encogió hasta entrar en aquella diminuta gota de sí mismo y, sellando un pacto sin palabras con sus hijas, les otorgó su último obsequio: El don de la incertidumbre, el regalo de la esperanza.”

Todo era una cuestión de iteraciones y percepción.

Por un lado ¿esto es algo literal o metafórico?
Depende de ti.
Por otro ¿cuál es la última iteración? ¿Lo es la que estoy escribiendo en estos momentos?
Depende de ti.

¿Qué es un dios? ¿Y tú me lo preguntas?
Un dios eres tú. Un dios es y puede hacer lo que te de la gana.

Hasta que no me puse a escribir esta bio no había sido capaz de ver que todas las piezas desperdigadas podían formar parte de un mismo puzzle. Que en Daegon había habido… o habrá elfos y enanos. Ha habido… o habrá krieg y elaen. Han existido tipos capaces de lanzar rayos y de pelear codo con codo junto a sus seguidores. Han existido abstracciones a las que no se podría considerar “inteligentes” de acuerdo a los criterios humanos.

¿Qué iteración es esta?
¿Quién es Avjaal?
¿Lo soy yo?
No. Lo es quien dirige. La suya será la última iteración.

Eso sí, si quieres teologías o tipos de magias más... “tradicionales” lo suyo será que busques un sistema de juego que se adapte mejor a ellas.

Pero aún queda mucho para llegar hasta esa “revelación” o hasta el texto que le daría pie. Seguimos a finales del noventa y ocho. Seguimos en el comienzo de la tercera iteración y aquello no llegaría hasta la cuarta.

Y no me entiendas mal. No trato de ser equidistante. No trato de evitar la respuesta. No se trata de que ya no tenga “una-visión-de-lo-que-es-Daegon” (aunque igual el día de mañana esta pueda cambiar). Mis relatos están basados en un contexto concreto. En un conjunto de axiomas definidos. Se trata de “Vida y muerte. Tiempo y pactos. Incertidumbre y esperanza”. De cómo vemos y entendemos cada uno cómo debe ser el entorno que creamos. De los acuerdos que llegamos con nosotros mismos y nuestros jugadores. De que lo que hicimos ayer no cierre el camino a lo que podemos hacer mañana.

Por la misma, a buen seguro, si te dedicas a cambiar cosas lo más probable será que no me guste lo que hagas, y si me das palique sobre los temas acerca de los que tratan mis textos te aburrirás de leerme y escucharme, pero esos son ya otros temas. No debe ser algo que te frene a la hora de tomar tus propias decisiones.

¿Qué es un dios? ¿Y tú me lo preguntas?
¿Qué es un dios en “mi” Daegon?

No hay dioses.
Lo que sí que hay son conceptos, entidades y abstracciones “tocadas” por la humanidad.
Porque el mayor poder de los “Dadores de nombres”. El don que causó un mayor impacto sobre la realidad, fue el de propagar su característica más significativa durante los primeros tiempos. El de la curiosidad.
Una cualidad que llegó más allá de los niveles de existencia que ocupaban.

Que hizo que los integrantes del “primer concepto inteligente de Daegon”, los Mayane Undalath, fuesen capaces de convertirse en algo más que un mecanismo de defensa para la realidad.
Que logró que ciertos aspectos de las grandes abstracciones se “despegasen” de la materia conceptual en la que habían existido hasta entonces.
Que provocó que incluso el mismo tiempo “sueñe”.

¿Podríamos considerar a cualquiera de estos conceptos como “Dioses”?
Si hablamos a nivel de poder “crudo”, sin duda. Podrían rivalizar con los que se describen en ciertos pasajes de cualquiera de los mitos de nuestro mundo.

Pero el poder no lo es todo. Por mayor que pueda ser su fascinación o aversión hacia esta, ni siquiera son capaces de comprender por completo a la humanidad. Muchos de ellos ni siquiera tienen sustancia o son capaces de habitar el mismo plano de existencia que ella.
No. Tampoco son capaces de “ceder” su poder para que sea usado en su nombre o de “alimentarse o ganar poder” a través de sus plegarias.

Por otro lado, aquellas religiones que no están basadas en una mentira, no sólo han nacido como consecuencia del contacto de un humano con alguno de estos conceptos más “cercanos”. Sus orígenes son muy diversos. Pueden haber sido consecuencia de experiencias con lo que está en alguno de los “otros lados de la realidad”. Del contacto con lo “inhumano”, con lo anómalo, con los conceptos que no forman parte de nuestros axiomas. De coexistir momentáneamente en alguno de los territorios axiomáticos que, como el sueño, abarcan a todo lo tocado por la humanidad.

Son los intentos de una mente humana por racionalizar aquello que no se puede comprender. De tratar de describir lo “extraño” de acuerdo a los parámetros que somos capaces de percibir, conceptualizar y comprender.

A su vez, la existencia de los conceptos “humanizados” tampoco es sencilla. No todos ellos están contentos con aquello en lo que se han convertido. No todos ellos lo comprenden. No todos ellos son conscientes de sus implicaciones. No a todos ellos les importa. No al menos tal y como lo hace alguien humano.
Incluso aquellos que se podrían considerar como “aliados” o “indiferentes” lo son a veces por puro azar.

Pero, de nuevo, me estoy adelantando.
Porque no todas estas reflexiones estaban ahí desde los primeros instantes de esta tercera iteración.
Aún seguía desbordado por la cantidad de cosas a las que tenía que dotar de sentido. Aún se me “escapaban” cosas que continuaban apareciendo de acuerdo a los “lugares comunes”.
Elementos a los que, más adelante, tendría que encontrarles su propio lugar.
Un lugar que no tenía tanto que ver con el “ser original” o “molón” como con el dotarles de una personalidad que encajase con lo que estaba tratando de crear.

Enlaces:

1. La excusa
- Daegon Beta
- Daegon v4 y v5

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