Biografía daegonita XXXXXXIV: La última campaña I

Por Javier Albizu, 27 Enero, 2021
Muy bien, tras el repaso a los menesteres teclísticos de la semana pasada, volvamos un poco atrás en el tiempo con respecto al momento en el que terminábamos la entrada anterior.

Así pues, regresemos a lo que se iban encontrando los jugadores de todo aquello. Hasta la que, a la sazón, sería la última campaña que dirigí de Daegon. La sucesión de aventuras a las que me referí en su momento como “Cuando el mañana nos alcance” en el momento en el que me dedicaba a hacer desglose. Aventuras, todo sea dicho, que nunca tuvieron ese título. En realidad ninguna campaña tenía título mientras las dirigía. Bueno, miento, ninguna que terminase de dirigir. Porque, curiosamente, sólo lo tuvieron aquellas que no llegué a dirigir o cuyas tramas quedaron inconclusas. No sé si tenía algún tipo de bloqueo, condicionamiento mental o tara que provocase esto.

De acuerdo. Al turrón.

Los jugadores regresaban hasta Dúgental para encontrarse con un lugar un poco distinto a aquel del que habían desaparecido. Un lugar algo más… complejo. Con una sociedad un poco más… definida. Con palabras, conceptos y títulos que nunca antes habían escuchado. Cosas que tiene eso de dedicarte a escribiendo acerca de su trasfondo día sí y día también.
Obviamente, con todo aquel trasiego de palabras, la provincia que habían conocido no era lo único que había cambiado dentro del conjunto. Es más, aún me quedaba mucho para llegar hasta la parte específica dedicada al lugar en el que tenían lugar las aventuras (espóiler, nunca llegué).

Como ya comentaba con anterioridad, estaba a tope con Tékumel y lo que escribía estaba muy afectado por ello. La vida en la corte pasó a tener mucho pero, así como el funcionariado y las diferentes legiones. Sus estructuras jerárquicas se volvieron más intrincadas y complejas. Las tramas e intrigas formaban parte de su día a día.

De todas formas, Tékumel no era la única fuente de inspiración que dejó su huella en aquellos escritos. En un intento por dotar de su propio cuerpo de “fuerzas especiales” a cada provincia, creé a los “staraida”. El cuerpo de élite de la norteña Ráelt cuyo nombre y apariencia estaban directamente inspirados por el protagonista de la recreativa de Capcom, Strider1.

Pero aún quedaba un tiempo hasta que los jugadores conociesen a alguno de estos… individuos (cof, cof, ninjas).

Así pues, tras su regreso, lo primero con lo que se encontraban sus personajes era con una serie de estructuras sociales que les eran del todo nuevas. Cosas como:

Títulos Nobiliarios
- Tahákrair: señor de una provincia.
- Raktarión: gobernador en funciones.
- Lédesh: señor de un Herek, una gran ciudad y sus alrededores.
- Vridún: señor de un Duón, un feudo con mas de cinco aldeas en su interior.
- Vridú: señor de un Daet, un feudo en el que hay hasta cinco aldeas.
- Kaotal, noble con tierras.
- Jarlain: noble sin tierras.
- Dalath: ciudadano.

Funcionarios de la corte
- Kirgán: señor de los ejércitos.
- Kirôsh: consejero de economía.
- Fukuón: consejero de relaciones exteriores.
- Datsul: escriba.

o

Títulos militares
- Laeri: general de una legión, una legión esta compuesta 14.000 katar, dos Kumu.
- Kumûsh: líder de un Kumu, un Kumu esta compuesto 7.000 katar, cuatro cohortes.
- Kudart: líder de una cohorte, una cohorte esta por 1750 katar, siete Kudar.
- Kudush: líder de un Kudar, un Kudar esta por 250 katar, diez Shan.
- Shadut: líder de un Shan, un Shan esta compuesto por 10 katar.
- Katar: soldado.

Nombres, todos ellos, en los que traté de plasmar de alguna manera la influencia recibida de la obra del profesor Barker.

Por supuesto, las cosas nuevas no sólo se quedaban únicamente dentro del territorio del mundo “civilizado”, sino que los “bárbaros” con los que habían interactuado a lo largo de sus años de juego también se veían remozados.
La “Nación Dengar” también tenía sus propios palabros y títulos. Sus propias jerarquías e intrigas. Títulos como los de “Adshkerez” (señor de la guerra) o “Jarakanu” (sacerdote). Palabros como los pertenecientes a su propio panteón; los Jakaranu. Un alegre y pintoresco grupo de deidades entre los que destacaban seres con nombres tan “tekumelianos” como los de “Koroktomoj”, “Matektokoal”, “Jarletuktal”, “Dustukan” o “Shaduktukumal”.

Aparte de todo aquello, y por si no era suficiente, se encontraban también con una andanada brutal de apelativos que hacían referencia a temas más específicos y cercanos. Una lista de nombres, y un elenco de personajes que superaba con mucho a lo que había ido apareciendo en las campañas anteriores.

Aun así, por más que tratase de profundizar, todo se me hacía escaso. Genérico. Siempre tenía algún pero que ponerle. Algún elemento que no me terminaba de gustar. Necesitaba profundizar mucho mas. Tenía que estudiar de sociología y economía. De agricultura y geografía. De historia militar y cortresana. Cada vez que terminaba una frase encontraba una docena de “no es suficiente” a las afirmaciones que realizaba en ella.
Pero había tiempo. Quedaban cientos de páginas por escribir. Hasta que llegase el momento de terminar de definir aquellos detalles y matices, tenía que ir dando a los jugadores cosas que ir haciendo.

Por lo pronto, y una vez que se verificaba su identidad, todos ellos eran nombrados Kaotal, y se les entregaban unas pequeñas tierras para su uso y disfrute. Tierras que estaban dentro de las ruinas de la ciudad de Sorq, tampoco nos flipemos demasiado, pero mucho más de lo que tenían hasta aquel momento.

Thanan Labek, su antiguo aliado, ahora como Raktarión en funciones, les contaba cómo había sido recuperada la ciudad tras su “heroico sacrificio”. Les adelantaba también que estaba próxima la llegada de los Ryudo; los gobernantes de la ciudad. Ellos serían quienes oficializarían los títulos que les había otorgado y quienes, si era afortunado, asignarían a otro gobernador. Quienes le liberarían de la carga política y le permitirían regresar a la vida castrense.

A partir de aquello, la cosa comenzaría a escalar.

Enlaces:

1. Strider
- El personaje
- Y su Evolución
- Ráelt y algunas de sus gentes

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